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El Libro De Bereshit (Génesis)
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Maor Hashabat: Cuidar lo aprendido

Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable:Eliahu Saiegh

Esta semana, leeremos acerca del encuentro de Iosef Hatzadik con sus hermanos, el reencuentro de la familia.
Iosef envía carrozas a su padre – «Y vio las carrozas que envió Iosef para llevarlo a él y revivió el espíritu de Iaacob, el padre de ellos» (Bereshit 45:27)

Explica Rashi: «A través de las carrozas, Iosef le envió a su padre una señal. Aún recordaba lo que habían estudiado juntos antes de separarse, ya que en hebreo, carroza se pronuncia de forma parecida a ternera, haciendo referencia a la Halajá que estudiaron en su último día en la casa de su padre, que habla del sacrificio de una ternera como expiación, el que se hacía cuando se encontraba un cadáver entre dos ciudades y se desconocía quien era el culpable.

En ese momento revivió el espíritu de Iaacob. En ese momento decidió bajar a Egipto y reencontrarse con Iosef, cuando comprobó que no había olvidado lo que había estudiado con él y todavía seguía unido a su legado.

Solo en ese momento dijo: «Todavía Iosef, mi hijo, está vivo, quiero ir a verlo…» – Si hubiera olvidado lo que habían estudiado y se hubiera desconectado del legado de su padre, de la Torá y sus preceptos, Iaacob, nuestro padre, hubiera dicho: «Que se quede allí. En Egipto, que sea el virrey, que sea el elegido del faraón… él se deleitará en la abundancia y nosotros nos quedaremos aquí… aún sufriendo hambre».

En una aldea vivían un pobre campesino y su esposa.
En medio de una animada charla en la taberna, sus amigos convencieron al hombre para que completara un billete de lotería.
¡Adivinaron! ¡Era el billete ganador! ¡Había ganado el primer premio!
¡Qué alegría! ¡En un instante se había hecho millonario!
Todo lo que tenía que hacer ahora, era presentarse en la agencia de lotería, entregar el billete ganador y a cambio recibiría el cheque, con el que se convertiría en la persona más dichosa de este mundo (quizás).
Todo esto ocurrió un viernes.

El lunes, a primera hora, se encamina en dirección a la agencia. Sus amigos y prácticamente todo el pueblo, iban detrás de él. Lo seguían con danzas, cantos, bombos y trompetas, festejando felices la fortuna de este que caminaba delante de ellos, con una sonrisa resplandeciente y alegría en el corazón ¡de un minuto para el otro había dejado de ser pobre!

Una vez en la agencia, el empleado le pregunta: «¿Usted es Moshé Levi?». «Sí».
«Usted ha ganado el primer premio, por favor, entrégueme el billete para que pueda canjeárselo por el cheque».
«No hay problema» responde Moshé y comienza a palparse los bolsillos, primero del pantalón, luego de la camisa… nuevamente el pantalón… de un costado… el otro… atrás… Y cae desmayado. Cuando lo reaniman, mira a su alrededor… y vuelve a desmayarse.

Así una y otra vez. Ha sido una emoción muy fuerte, comentaban sus vecinos.
Cuando pudo recomponerse, estalló en amargo llanto: «Anoche, mi esposa y yo salimos a caminar por Puerto Madero. Ella me dijo: «Querido Moshé, mañana tú y yo seremos millonarios. Comenzaremos una nueva vida. Dejemos atrás nuestro pasado. Arrojemos toda nuestra ropa vieja y raída a la basura, ¡será una señal de que nos desprendimos de nuestra mala fortuna!».

Moshé estuvo de acuerdo con su esposa, regresaron a casa y tiraron toda la ropa, pero se olvidaron de un pequeño detalle… se olvidaron de revisar los bolsillos… quien sabe allí haya quedado un pequeño papel… quizás estaba el billete ganador…
¡Pero yo lo tengo! ¡Les aseguro que yo lo tengo!
Sr. Moshé, lamentablemente, si usted no tiene el billete, no le podemos entregar el cheque.

Está llegando a su fin un año de esfuerzo, en el que algunos trabajaron más otros menos, con mayor fortuna o no tanta… llegó el momento de liberarnos de las tensiones, tomarnos unas refrescantes vacaciones, es la hora de quitarnos la pesada mochila de las obligaciones y arrojar los problemas lo más lejos posible.

Pero tengamos cuidado de revisar primero nuestros bolsillos, no sea cosa que con el entusiasmo de tirar se nos escapen los billetes premiados que fuimos guardando durante el año… las berajot, las tefilot con concentración, la Torá que estudiamos y que debe acompañarnos siempre.

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