Estudiando
2.Vaetjanán
El Libro de Devarim (Deuteronomio)
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Maor Hashabat: ¿Cuál es el Secreto?

Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable:Eliahu Saiegh

Vaetjanan el Hashe vaet hai lemor (en aquel tiempo yo le implore a Hazme)

En una de las tantas comunidades de Eretz Israel, vive una numerosa familia, que llama la atención de todos, porque sus hijos se destacan entre todos los niños, ya sea en la escuela o fuera de ella.
Todos ellos son buenísimos, cada uno y uno, de una forma fuera de lo común, a tal punto, que en la comunidad, cuando hablan de un chico muy bueno, ya saben que se están refiriendo a uno de esta familia.
No solo son excelentes estudiantes y se destacan por su concentración y entrega en la Tefilá, sino que además el Irat Shamaim se ve en sus rostros, quienes los conocen, son testigos del trato respetuoso y humilde que tienen con todas las personas.

Tanto se destacaba esta familia por sus cualidades, y tanto se hablaba de ellos, que llegó a oídos de unos Jajamim que vivían en Bene Berak
Uno de ellos, interesado en saber más detalles, se puso en contacto con el Rab de la comunidad, a quien le preguntó hasta que punto eran ciertos los comentarios que habían llegado a ellos.
Este les contestó que si querían conocer cuales eran los meritos de esta familia, les aconsejaba viajar hasta allí, para comprobarlo con sus propios ojos, si así lo hacían él mismo los esperaría en el Bet Hakneset a las 4 de la mañana
Conociendo a este Jajam, quien siempre que hablaba lo hacía con fundamento, decidieron hacer el viaje que develaría el misterio…

Hicieron los arreglos necesarios, y de acuerdo a lo acordado con el Rab, se encontraron con él faltando cinco minutos para las cuatro de la mañana. Lo siguieron por las escaleras hasta llegar al piso superior, y se acomodaron en el palco de damas, desde donde se podía observar todo lo que pasaba en el sector de los caballeros.
Exactamente a las cuatro de la mañana, se abre la puerta y entra el padre de la familia al lugar. Era este un abrej que dedicaba todo el día al estudio de la Torá.

Sin imaginarse que lo estaban observando, abrió la puerta del cuarto de limpieza, sacó la escoba y el trapeador… los baldes, trapos, etc.… se remangó, llenó el balde con agua de la canilla, le agregó los productos de limpieza… y se dispuso a comenzar con su diaria tarea de limpiar los pisos.
Limpiaba a conciencia, sin descuidar ningún rincón… ninguna pelusa era pasada por alto… ninguna telaraña se le resistía… comenzó con el pasillo, y siguió con el Bet Hakneset.

– Esta visión nos iluminó los ojos, no podíamos creer lo que veíamos…- Contó luego uno de los presentes
Más aun, luego que el Rab les explicara que esto mismo lo hacía todas las noches. Esta persona asistía al primer minian, pero venia unas horas antes para limpiar, y lo hacia minuciosamente en cada lugar y cada rincón, y quienes llegaban por la mañana a la Tefilá encontraban todo impecable, sin saber quien había hecho semejante trabajo.

Cuantas veces entramos al Bet Hakneset y lo encontramos no tan limpio, y no le damos importancia, ni siquiera nos fijamos…, por eso una persona que muestra interés por limpiar la casa de Hashem como si fuera la propia, Hashem considera que esta es su casa, y la de sus hijos- reflexionó otro de los asistentes a la reunión.
Pero esto no fue todo…

Apenas terminó de limpiar los pisos, siguió con las bibliotecas, los estantes, hasta llegar a los Sidurim… a esta altura ya caían lágrimas de sus ojos.
Después de recitar una cuantas estrofas de Tehilim, comenzó a hacer una conmovedora Tefilá a Hashem con sus palabras.
-Por favor, Papá de los Cielos!, por favor Papá, ayuda a Jaimke, que se le cure pronto el resfrío, que siempre conserve el interés por el estudio de la Torá, que no tenga ningún impedimento, que se siente y estudie con alegría…, dale fuerza a Moishi, que crezca sano y con fuerza, que el estudio de la Torá le sea fácil y dulce, ayuda a Shloimi a dominar su temperamento, tu sabes como él se esfuerza… y Iehuda… ahh! Iehuda, que siempre conserve su alegría, con la que nos contagia a todos- Y así siguió nombrando a cada hijo y cada hija, pidiendo por cada uno a Hakadosh Baruj Hu con la Tefilá que salía de su corazón.

Era muy emocionante escucharlo. Durante cuarenta minutos le pidió a Hashem que le diera a sus hijos alegría para estudiar Torá, quienes estaban parados allí, escuchaban conmovidos como este padre recordaba y nombraba a cada uno de sus hijos.
Los Rabanim que escuchaban los ruegos de este padre, no podían contener la emoción, y no les quedó ninguna duda de cual era el mérito de esta familia.

Leemos al Rab Nissin Iaguen: Cuan importante es que cada Iehudí dedique cada día unos cuantos minutos para hablar con Hakadosh Baruj Hu.
No hacer Tefilá, sino hablar con El, como si estuviéramos hablando con un amigo…
Nosotros no tenemos idea, no nos podemos imaginar cuanto Hakadosh Baruj Hu está esperando una palabra nuestra.
Tenemos que aprender a hablar con Hashem: «Papá, te necesito», no tener vergüenza, porque El es nuestro papá… El Papá Piadoso.

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Esta es la historia de una persona que siempre se esforzaba por cumplir la Halajá de hacer Tefilá con minian.
Nunca en su vida se había perdido de hacer una Tefilá con minian.
Un día sucedió, que se recostó para hacer un breve descanso, e inexplicablemente, se quedó dormido… cuando se despertó, al mirar la hora y comprobar que eran las dos de la madrugada, de un solo salto, en segundos, estuvo en la calle, no había hecho Arbit
Paró un taxi, y le pidió que lo llevara rápidamente, sin pérdida de tiempo, hasta el Kotel, con la esperanza de encontrar allí un minian… Pero no había nadie… ¿Qué hacer?

En Eretz Israel, hay muchos Bate Kenesiot, llamados Shtiblaj, donde acude mucha gente y se forma un Minian tras otro hasta altas horas de la noche.
Sin perder tiempo, se dirigió a uno de ellos, llamado Sijron Moishe, pensando que quizás allí encontraría un minian.
Al entrar, miró ansioso hacia todos lados, pero la única persona que quedaba era el señor de la limpieza. Aunque ya sabía cual sería la respuesta le preguntó de todas formas: – ¿No hay minian ahora?
-Y… no, ya es tarde, a esta hora no hay nadie.

Desesperado corrió hacia la calle, con la idea de parar a quienes pasaran para pedirles que entraran a completar minian… pero no había nadie, a esa hora estaban todos durmiendo…
Pensaba y pensaba… ¿Qué podía hacer?…
Parado en el medio de la calle, con el corazón oprimido, rogaba a Hashem que lo ayudara…
Mientras estaba absorto en sus pensamientos, pasó un taxi frente a sus ojos. ¡¡Se le ocurrió una idea!! Corrió al teléfono más cercano, tomó una guía telefónica, y buscó una agencia de taxis…
-Agencia de Taxis, buenas noches…
-Buenas noches, necesito que me envíe nueve taxis a esta dirección…, pero tenga en cuenta que todos los conductores deben ser judíos.
Le dio la dirección del Bet Hakneset, y una vez confirmada la reserva, se dirigió hacia allí a esperar que llegaran.

Pronto, comenzaron a llegar uno tras otro, los nueve taxis, sus conductores preguntaron por los pasajeros…el Iehudi los invitó a pasar al interior del Bet Hakneset, una vez allí comenzó a explicarles el motivo de su llamado, tratando de convencerlos de lo importante que era para él cumplir con la Mitzvá de hacer Tefilá con Minian, nunca en su vida se había perdido esa mitzvá, y ahora, había surgido un contratiempo, se había quedado dormido… pero él estaba dispuesto a pagar lo que fuera necesario para remediar esta situación, les explicó fervorosamente como se abren las puertas del Cielo cuando se unen diez hombres para orar al Creador, y como sus ruegos llegan directamente al Trono Celestial…
Concluyendo, les dijo: -Pongan en funcionamiento sus relojes… Yo les voy a abonar lo que marquen los relojes…
-Mire que le va a salir muy caro.
-No importa, ya les dije que estoy dispuesto a pagarlo.- Los taxistas se encogieron de hombros, si él estaba dispuesto a pagarles, no veían motivo alguno para negarse.

Entraron al Bet Hakneset, y comenzaron con la Tefilá, la fuerza y la emoción que ponía esta persona en cada palabra, sumadas a la explicación que les había transmitido con tanta convicción, y con tanto ímpetu, terminaron por conmover a los taxistas.

Finalizó la Tefilá con mucha emoción, agradeciendo a Hakadosh Baruj Hu, todas las bondades que le prodigaba.
Cumpliendo con su compromiso, se acercó a uno de los taxistas para pagarle su deuda, pero este se negó a recibir el pago, con sus palabras había llegado a su corazón, y con su actitud lo había conmovido, solo un Tzadik podía sacrificarse tanto por una Mitzvá.
Este taxista se encargó de convencer a cada uno de sus compañeros, haciéndoles ver que no podían cobrarle a una persona de tal categoría, tan especial… Y así, con cada uno y uno, finalmente ninguno de ellos aceptó recibir el pago…

Dijeron nuestros Jajamim: Moshe hizo 515 Tefilot, el mismo valor numérico de la palabra Vaetjanan (implorar), para que Hakadosh Baruj Hu le conteste…
Imagínense ustedes: 515 Tefilot – no nuestras Tefilot – Tefilot de Moshe Rabenu – ¿Y para qué? Para que Hashem le permita entrar a la tierra de Israel.

El Gaon de Vilna escribe en su libro Aderet Eliahu: Moshe Rabenu hizo 515 Tefilot diferentes, cada una era distinta a la otra, con otra emoción, otro ruego, otro sentimiento…
De todas las Tefilot que hacemos en nuestra vida, ninguna debe ser igual a la otra, no deber ser algo mecánico y monótono, sino que es necesario que se diga con emoción renovada, y cuando de nuestra boca salen las palabras con la intención del corazón, baja abundancia del Shamaim, los Portones se abren y ayudan a la persona a pensar pensamientos correctos en la Tefilá.
Aprendamos de Moshe, que hizo Tefilá una y otra vez, sin perder la esperanza.

Rab Iehuda Ades nos dio un buen consejo, que puede sernos provechoso para nuestra Tefilá:
Dice la Halajá, que cuando uno hace Tefilá, debe poner en su mente que está frente a Hashem. ¿Cómo podemos realmente sentirlo, ya que no lo vemos? Recordemos algún jesed (favor) que nos haya hecho, y podremos sentir, entonces, que verdaderamente estamos frente a El.

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