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Enseñanzas Generales
Pirke Avot
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Maimonides: El intelecto versus la pasión

Extraído de Shmona prakim, Introducción al tratado de Pirke Avot, Rabí Moshé ben Maimón; Traducido al español por Saki Sakkal

 

Dios creó al hombre y a la mujer y los colocó en el Jardín del Edén desnudos. ¿Por qué entonces hoy en día nos cubrimos? ¿Por qué no somos como los animalitos que no se visten?, a los animales no parece molestarles vivir desnudos. Todo el sentido por el cual nos cubrimos es para no sucumbir al impulso, si así no fuera, el problema sería que estaríamos demasiado sumergidos en el mundo del placer. Se preguntarán entonces: ¿Qué tiene eso de malo?, es más, que cada uno haga lo que quiera, ¿cuál es el problema?

El problema es justamente que el hombre se diferencia de los animales por su capacidad de razonar, captar verdades supremas; por lo tanto si vive sumergido en el mundo de lo placentero se estaría denigrando, rebajando al nivel de los animales. Echemos una mirada a lo que nos relatan las escrituras y la sabiduría hebrea acerca de la naturaleza de ese primer hombre formado «a imagen y semejanza».

Al principio Adam cohabitaba con su mujer no por cuestión de placer, sino como fruto de un pensamiento intelectual; meditaban: ¿es bueno traer más niños al mundo o no? Ellos se basaban en el intelecto para decidir, no en si sería placentero, lindo o agradable. En ellos los conceptos: lindo, cómodo, placentero o agradable no existían, o mejor dicho, no ocupaban un lugar preponderante en su escala de valores, como para tomar decisiones en base a ellos. ¿Qué existía entonces en su escala de valores? Existían los conceptos Jojmá (sabiduría), Emet (verdad), qué es lo correcto obrar de acuerdo con el Emet. Estos eran los parámetros rectores de sus actos y la máxima en su escala de valores.

La pregunta entonces sería: Si estaban en un nivel tan elevado, ¿qué fue lo que los hizo comer del árbol del bien y del mal? ¿Cómo es posible que estando en tal nivel, pueda «tentarse,» y comer del árbol que no debía? El hombre en potencia tenía la capacidad de actuar y decidir en base a una escala de valores suprema, pero también poseía el libre albedrío para no hacer lo correcto. Por lo tanto, en un momento de debilidad del intelecto, abandona la perfección de lo racional se rebaja al nivel de lo placentero y deja que su imaginación lo lleve por esos parámetros. Literalmente está escrito: Batere haisha ki tob haetz lemahajal veki «tahava hu» laenaim, (Y vio la mujer que era «apetitoso» el árbol para comer y «placentero» a sus ojos). Vemos claramente cuáles fueron los móviles que la condujeron a comer. ¿Cómo funciona esto?

Imaginemos un hombre que haya estado presenciando una revelación tal como la de Maamad har Sinai (la revelación del Monte Sinaí), es decir, que se encuentra en un estado sublime de captación de la verdad, y pasados unos momentos de semejante acto este hombre prefiere comer una torta de chocolate o fantasear todo tipo de placeres o dedicarse a cualquier cosa por el estilo. ¿Qué sucede? La conciencia de ese momento de verdad que captó hace unos momentos no permanecerá viva en él. ¿Por qué? Porque permitió que otras cosas penetren en su intelecto.

Todo tiempo que el hombre no está atento y alerta para que no penetren en él y en su escala suprema de valores todo tipo de Dimionot (conceptos erróneos, tales como lindo, cómodo, placentero, etc.) entonces es factible que baje de su nivel intelectual; el hombre debe estar atento a que el Dimión (literalmente: imaginación) no se des-borde. Constantemente su intelecto debe prevalecer sobre su Dimión , si así procede, entonces el Dimión estará al servicio del intelecto, pero si no es así, entonces será el intelecto el que se pondrá al servicio del Dimión , entonces el Dimión incentivará al hombre a hacer algo porque es placentero, aunque no fuera ello de ningún provecho racional, el intelecto entonces, proveerá las estrategias a seguir para alcanzar tal objetivo, por ejemplo, supongamos que desea tener el placer de poder manejar un lujoso auto deportivo, a pesar de no tener urgencia de llegar a ningún lugar, pero no posee dinero para adquirir un auto así, pero se deja seducir por su Dimión y finalmente decide hacerlo, a pesar que para lograrlo deberá robar el auto en cuestión; es aquí en donde transformándose el intelecto en servidor del Dimión , va a analizar todas las estrategias y posibilidades lógicas para lograr robar el vehiculo y no ser atrapado.

De esta manera se degrada la supremacía del hombre y su más preciado don, tal es la capacidad de actuar de acuerdo con las verdades abstractas, es decir actuar de la manera más correcta racionalmente. Es por eso que como dijimos, el individuo constantemente debe estar alerta y sojuzgando cada acto que realiza si responde a parámetros verdaderos o no; sin permitir la más leve concesión al Dimión aun en pequeños actos, ya que así actuó la serpiente: «Come un poco, no pasará nada, al contrario seréis como dioses…»

El bien y la verdad

La capacidad de actuar de acuerdo con las verdades abstractas, es decir, actuar de la manera más correcta racionalmente es el estado más sublime del ser humano. Este es el motivo por el cual el arbol del conocimiento del bien y del mal se llama así, bien – Tob, y no Emet-verdad, ya que el concepto de bien es un concepto relativo, subjetivo y no algo absoluto y objetivo como lo es la verdad. Si está bien o mal hacer ciertas cosas depende del lugar o el tiempo de quien lo mire; por ejemplo ciertas actitudes que en Oriente son conceptuadas como de buenas costumbres en Occidente esa misma actitud es considerada como una falta de educación (por ejemplo, eruptar públicamente después de comer); asimismo, ciertas cosas que en la antigüedad eran placenteras y aceptadas, en la actualidad son repudiables (el circo romano, por ejemplo), es decir que el bien y el mal no responden a un patrón general.

En cambio la verdad es absoluta sin depender del espacio o del tiempo, por ejemplo la premisa 2 + 2 = 4 es verdadera aquí o en cualquier parte del planeta, ahora, hace mil años o dentro de diez siglos. Lo falso y lo verdadero son conceptos con los que se maneja el intelecto en cambio los términos: bien, mal, lindo, feo, cómodo, etc. son conceptos del reino del Dimión .

Adam al comer del árbol del bien y del mal, lo que está haciendo es descender de su posición racional donde dirige y reina el intelecto Séjel a un grado mucho más inferior que es el mundo del Dimión donde los parámetros para decidir y actuar responden a lo lindo, feo, cómodo, etc. Es por eso que cuando el hombre come del fruto de ese árbol, acto seguido se expresa: «Hen Haadam haia keejad mimenu ladaat tob barha» normalmente traducido como: «Ahora el hombre es como uno de nosotros, conocedores del bien y del mal», pero esta traducción no es correcta ya que Dios no se maneja con conceptos de Bien o Mal sino que lo hace con conceptos absolutos de Verdad y Mentira tal como dice: «Jotamó Emet» («La verdad es Su sello») y no dice: «Jotamó Tob» («El bien es Su sello»), más bien deberíamos leer el versículo de la siguiente manera: «Hen Haadam haia keejad; mimenu ladat tob barha» tal como lo traduce Onkelus: «Ahora el hombre es único, él decide lo que es bueno o malo». Es decir, el hombre ya no se maneja por conceptos absolutos sino que es el ser humano el que designa, «inventa» o rotula lo que es bueno o malo, independientemente de si ello es verdadero, más bien respondiendo a un criterio de placer o practicidad que a un criterio de verdad.

La prueba patente que refleja este cambio en la escala de valores del hombre, es decir del cambio de lo verdadero por lo estético o lo práctico, es el hecho que inmediatamente antes de este suceso del árbol del bien y del mal, lo que nos relata es que el hombre y la mujer estaban desnudos y no se avergonzaban (Génesis 2:25) era como verse las palmas de las manos o los rostros, y luego de que comen del árbol, lo primero que nos dice es que se abrieron sus ojos y vieron que estaban des- nudos (Génesis 3:7). No se está refiriendo a un cambio óptico, que antes no veían y ahora sí, sino que antes, cuando su escala de valores estaba regida por el intelecto, el sexo, «el» placer, ocupaba un lugar secundario; en cambio cuando de pronto su escala de valores cambia y se rigen por el Dimión el placer sexual se sobredimensiona y ocupa un lugar central, es lo primero que vieron.

El Dimión no es algo malo per se; afirmar esto sería contradecir lo escrito: Baiar Elokim «et col» asher asa beine tob meod («Y vio Dios ‘todo’lo que había hecho y he aquí que era muy bueno»), esto incluye aun al Dimión . Lo fundamental será cómo el hombre utilice el Dimión , una alusión a ello en el texto bíblico se encuentra cuando dice: Behanajash haia arum mikol jaiat hasade («Y la serpiente era más astuta que todas las demás criaturas»), (Gen. 3:1) entendiendo «arum» como inteligente, destapado; es decir, que el mal instinto, en este caso representado por la serpiente, es un impulso muy fuerte – o tal vez el más fuerte- que posee el hombre, o sea que es factible llegar a grandes cosas utilizando bien el Dimión , tal como lo hacen los profetas.

Dijeron los sabios: «Cuando más grande es el hombre en sabiduría, más grande es su instinto», ¿Cómo es factible, acaso estarían sosteniendo que Abraham nuestro patriarca o Moshe nuestro maestro poseían un instinto muy fuerte, es decir, codiciaban mucho los placeres, comida, mujeres, etc, pero se contenían?, realmente suena ridículo. Lo que en realidad nos están enseñando los sabios es que estos gigantes del género humano, poseían la facultad imaginativa, Dimión muy desarrollada y utilizándola como corresponde podían llegar aun al nivel supremo de la profecía, algo imposible de alcanzar sin una buena imaginación- Dimión .

Debemos aclarar que la manera en que funciona la imaginación no es creativa, sino asociativa, es más bien pasiva. Un recurso primordial de la imaginación es la memoria. Por lo tanto la imaginación recuerda imágenes captadas y las vuelve a la memoria, o puede «cortar» ciertas imágenes percibidas y asociarlas con otras, y así podrá imaginar un hombre con cuerpo de caballo. Es así que bien utilizada se pueden recordar cosas importantes para el desarrollo de una idea verdadera, o para ejemplificarlo analógicamente, pero también se puede mal usar, para recordar placeres ya vividos y volverlos a la mente asiduamente para así codiciarlos nuevamente y que ocupen el centro de nuestra atención hasta cegarnos y dedicarnos a perseguir esos placeres. Como ya dijimos, si el Dimión está subordinado al intelecto- Séjel, entonces es positivo, pero si es al revés, entonces es negativo.

 

Rabí Moshé ben Maimón

2 comentarios
  1. felipe zamudio

    Gracias seguire estudiando la sabiduria divina yo se que HASH-M me guiara.

    01/08/2016 a las 16:45
  2. ivan itzkovich d'an

    Maravilloso,gracias por esclarecer mi entendimiento,baruj hashem.

    13/05/2019 a las 18:22

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