Los Tres nombres de Shavuot
(selección de comentarios de Rabi M.M. Schneerson, © Ed. Kehot Lubavitch Sudamericana)
Al principio, todo nuestro foco de atención se centra en reconocer cómo funciona la cosa, como si la vida fuera una máquina gigante y nosotros simplemente tuviéramos que aprender a pulsar los botones correctos. Descubrimos que el llanto genera nutrición y atención; percibimos que algunas de nuestras acciones encuentran aprobación y otras son censuradas; deducimos qué habilidades y recursos se requieren para preservar y mejorar nuestra existencia.
En determinado momento, sin embargo, nos percatamos que la vida es más que dominar un conjunto de comportamientos. Descubrimos que dentro de nosotros existe todo un universo: ideas, sentimientos, una «personalidad». Ya no más contentos con apenas hacer cosas simplemente de la manera correcta, nos esforzamos por mejorarnos a nosotros mismos: por expandir nuestra mente, agudizar nuestros sentimientos, refinar nuestro carácter.
Finalmente, llega un momento en el que también esta meta empalidece en importancia ante un empeño mucho más ambicioso. ¿Por qué contentarnos con la perfección del ser individual, cuando se nos ha facultado para transformar el mundo? ¿Por qué relegar nuestra procura de paz a la búsqueda de una armonía interior, cuando una raza de cinco mil millones de seres plagados de conflictos clama suplicando nuestra asistencia? ¿Por qué limitar nuestra capacidad de descubrimiento y crecimiento al interior de nuestras almas, cuando todo un universo espera nuestra exploración y desarrollo?
El Mandato en Sinaí
En el sexto día de Siván del año 2448 desde la Creación (1313 antes de la era común), todo el pueblo de Israel estuvo parado al pie del Monte Sinaí. Allí, Di-s Se reveló a nosotros y nos dio la Torá, Su «plano maestro para la creación»[1] y nuestra Carta Magna como «nación santa»[2] y «luz para las naciones»[3]. Desde entonces, el día ha sido marcado como la Festividad de Shavuot.
La Torá funciona en muchos niveles. En el nivel más básico, es una guía para la vida en el sentido más elemental y técnico. Sus 613 mandamientos (mitzvot) y sus millares de cláusulas y leyes nos instruyen en los «harás» y «no harás» de la vida, delineando lo permisible y lo prohibido, lo sagrado y lo profano, lo benéfico y lo dañino para nuestros cuerpos y almas.
Pero la Torá es más que una reguladora del comportamiento. «Se dio para refinar a la persona»[4]: para desyerbar lo malo y cultivar lo bueno en nuestros corazones; para desarrollar nuestras mentes como vectores de la verdad Divina; para traer a luz la «imagen Divina»[5] en la que han sido moldeadas nuestras almas.
Finalmente, la Torá es el vehículo para el más emprendedor de nuestros potenciales: para «hacer del mundo físico un hogar para Di-s»[6], un sitio que alberga, expresa y sirve a la perfección de lo Divino.
Tres Nombres
La Festividad en la que conmemoramos y reexperienciamos la revelación en Sinaí tiene tres nombres, correspondiéndose con las tres áreas de influencia de ese día en nuestras vidas.
En las plegarias de Shavuot, nos referimos al día como Zmán Matán Toratéinu, la «Epoca de la Entrega de Nuestra Torá».
En Deuteronomio 16:10[7] se llama Jag Shavuot, «Festividad de Semanas». Esto, porque la Festividad sigue un conteo de siete semanas que comienza en el segundo día de Pesaj.
Un tercer nombre para la Festividad, también de origen bíblico, es Iom HaBikurím, «Día de los Primeros Frutos», las Primicias[8]. En este día, los bikurím, los primeros frutos madurados del huerto del granjero israelita eran presentados al kohén (sacerdote) en el Gran Templo, como lo ordena la Torá.
«Torá» significa «ley» e «instrucción». La significatividad más básica de «Epoca de la Entrega de Nuestra Torá» es que éste es el día en que a las 600.000 almas reunidas en Sinaí se les instruyó acerca de «la senda por la que deben andar y los actos que deben hacer»[9].
Pero Shavuot no es solamente la «Epoca de la Entrega de Nuestra Torá»; también es la «Festividad de Semanas», la culminación[10] de un viaje de autodescubrimiento y refinamiento de siete semanas.
En el capítulo 23 de Levítico, la Torá instruye: «Contaréis para vosotros, desde el día siguiente al Shabat, desde el día en que traéis la alzada ofrenda del omer, siete semanas completas serán. Hasta el día siguiente a la séptima semana, contaréis cincuenta días; y ofreceréis una nueva ofrenda cerealera a Di-s. De vuestras residencias traeréis dos panes para alzar… hechos de harina fina… Y proclamaréis ese mismo día como uno de festividad santa…»[11].
En el segundo día de Pesaj («el día siguiente al Shabat») un omer [12] de cebada era «alzado» y ofrecido en el Gran Templo de Jerusalén. Esto marcaba el comienzo de un conteo de siete semanas -la «Cuenta del Omer»- seguido por el «alzado» de los shtéi haléjem, una ofrenda de dos panes en la festividad de Shavuot. La enseñanza jasídica explica que el progreso de forraje animal (cebada[13]) a alimento humano (los «dos panes», preparados con harina de trigo finamente molido) significó el refinamiento del «alma animal» del hombre -sus instintos inferiores y materialistas- y su elevación al nivel humano de un alma forjada a imagen de lo Divino.
Las siete semanas del conteo se corresponden con los siete impulsos básicos en el corazón del hombre [14], cada uno de los cuales incluye aspectos de los otros: cada semana del conteo es dedicada a la tarea de refinar uno de estos impulsos, y cada uno de los siete días de la semana a otro de sus siete aspectos. En el día 50 logramos Shavuot, la Festividad de Semanas, la perfección de las siete «semanas» del corazón humano.
El tercer nombre de la festividad, el «Día de los Primeros Frutos», representa al hombre yendo más allá de la perfección del propio ser, hacia el desarrollo y la elevación de los recursos materiales de su mundo.
En Deuteronomio 26 leemos: «Cuando entres a la tierra que el Señor tu Di-s te da como legado, y la heredes y te radiques en ella, tomarás de los primeros frutos de la tierra… y los pondrás en una canasta. Irás al lugar que el Señor tu Di-s escogerá para hacer descansar Su nombre…». Cada año, el granjero israelita repetía el proceso, seleccionando de lo primero y más fino de su huerto para traer al Gran Templo en Jerusalén en la festividad de Shavuot. Al hacerlo, estaba proclamando:
«Mis días se consumen trabajando la tierra, mis noches con pensamientos de semilla, suelo y clima; pero el propósito de todo esto no es el desarrollo de lo material para fines materiales, sino hacer de este mundo un hogar para Di-s. Mira, lo primero y mejor de mi producto he traído aquí, al lugar elegido por Di-s para albergar Su presencia».
Semanas Disminuidas
La historia de una nación -como la historia de una vida individual- conoce períodos de mayor y menor sofisticación espiritual. Tal como en nuestras propias vidas experimentamos momentos de profundos logros personales y universales así como también períodos en los que meramente «funcionar» es una lucha, del mismo modo es con el progreso de Israel en el curso de las generaciones.
Si contemplamos los tres nombres de Shavuot, notamos que varían en el grado de su concreción de era en era y de generación en generación.
La primera y más básica definición de la festividad es también la menos sujeta al flujo del tiempo. Cada mañana agradecemos a Di-s por Su regalo de verdad con las palabras: «Bendito eres Tú, Di-s, quien da la Torá»; «da», en presente, pues «todos los días, las palabras de la Torá deben ser como nuevas a tus ojos, como si hoy las recibieras de Sinaí»[15]. La instrucción Divina para la vida diaria no se ve afectada por las alzas y bajas de la conciencia y el logro espirituales: Shavuot es igualmente la «Epoca de la Entrega de Nuestra Torá» para cada generación.
Esto no ha sido el caso, sin embargo, con respecto a su designación como «Festividad de Semanas». El omer sólo puede ser ofrendado en el Gran Templo en Jerusalén. Dado que la Torá define el conteo de siete semanas desde Pesaj a Shavuot como comenzando en «el día en que traéis el omer alzado», la mayoría de las autoridades halájicas sostienen que no hay obligación bíblica de llevar la «Cuenta del Omer» cuando el Templo no está en pie [16]. Hoy seguimos contando los días y las semanas cada noche entre Pesaj y Shavuot, pero ésta es una institución rabínica, establecida por los Sabios a fin de conmemorar el «verdadero» conteo que se llevaba a cabo cuando la Presencia Divina era una realidad manifiesta en nuestras vidas. En las circunstancias de nuestro presente, hasta el inminente día en que el Templo será reconstruido [17], Shavuot es la «Festividad de Semanas» sólo en nombre, dado que la Cuenta del Omer y sus resultados no gozan de su condición plena.
Si apenas una versión menor de la «Festividad de Semanas» puede concretarse en esta era espiritualmente inestable, el «Día de los Primeros Frutos» está totalmente ausente de nuestra observancia contemporánea de la Festividad. Los bikurím, también, requieren la presencia de la nación judía sobre su tierra y del hogar Divino en Jerusalén; no hay, en este caso, ninguna versión «rabínica» de esta mitzvá. Nuestra experiencia de Shavuot del presente no incluye ninguna observancia concreta vinculada a este aspecto de la Festividad.
Tarea, Lucha y Sueño
Una cosa no ha cambiado en toda la tortuosa travesía de la historia a través de las luces y sombras del tiempo espiritual: en todo momento, y bajo todas las circunstancias, tenemos nuestra Divinamente entregada guía para la vida cotidiana. No importa cuán duros sean los conflictos en el interior de nuestras almas, no importa cuán escurridizas sean las metas de un mundo justo y armonioso, siempre podemos hacer lo correcto. Siempre podemos abrir la Torá que Di-s nos dio, estudiar qué desea El que hagamos en cualquier circunstancia determinada, y hacer que nuestro comportamiento se ajuste a la voluntad Divina.
En la búsqueda de auto-perfección, la imagen es menos definitiva, nuestras capacidades más limitadas. Todavía podemos contar el Omer, escalar la montaña de 49 pasos a la plenitud de siete semanas del corazón. Pero nuestra «Festividad de Semanas» del presente no es sino un eco de lo que es lograble en tiempos espiritualmente más luminosos.
En cuanto al sueño de un mundo unido en el servicio a su Di-s, de una realidad física que más revela que oscurece la armoniosa verdad de su Creador, sólo tenemos la memoria de una época en la que Shavuot era el Día de los Primeros Frutos. Todo lo que podemos hacer es recordar la dedicación a Di-s de lo más selecto de su campo por parte del granjero israelita, esforzarnos por hacer lo mismo en nuestros respectivos campos de empeño, y orar por el día en que nuevamente podamos experimentar lo Divino en nuestras vidas y realmente hacer de nuestro mundo un hogar para Di-s[18].
Basado en Reshimot #10, págs. 40-45
Notas:
1. Midrash Rabá, Bereshit 1:2.
2. Exodo 19:6.
3. Isaías 42:6.
4. Midrash Rabá, Bereshit 44:1; Rabí Shneur Zalman de Liadí se hace eco de esto en su declaración de que «toda la función del jasidismo es que [la persona] transforme la naturaleza de su carácter» (Likutéi Diburím, Vol. I, pág. 56a).
5. Génesis 1:26.
6. Midrash Tanjumá, Nasó 16; Tania, Cap. 33.
7. Así como también en el versículo 16 de ese capítulo y en Exodo 34:22.
8. Números 28:26.
9. Exodo 18:20.
10. Shavuot no tiene fecha fija en el calendario; en cambio, la Torá instruye contar siete semanas (49 días) desde el segundo día de Pesaj, y celebrar el día 50 como la Festividad de Shavuot. De hecho, cuando el Sanhedrín (la Corte Suprema de la ley de la Torá) solía fijar el comienzo de cada nuevo mes en base a las observaciones de la luna nueva por parte de testigos -significando que cualquier mes del año podría tener 29 o 30 días- la festividad de Shavuot se observaba algunos años el 5 de Siván, el 6 en otros, y aún el 7 en otros. Hoy, nuestro calendario fijo asegura que Shavuot coincida siempre con la «Epoca de la Entrega de Nuestra Torá» el 6 de Siván; pero la fecha halájica de Shavuot no es un día específico de un mes particular, sino el día que sigue a la cuenta de siete semanas del omer.
11. Levítico 23:15-21.
12. El omer es una medida bíblica, equivalente a aproximadamente 1,200 kg.
13. «La cebada y el pienso para los caballos y las mulas» – I Reyes 5:8. Véase también Talmud, Sotá 14a.
14. Amor, temor, armonía, ambición, devoción, conexión y receptividad. Véase en detalle «Guía Espiritual para la Cuenta del Omer», Ed. Lubavitch Sudamericana, 1998.
15. Pesiktá Zutretá, Deuteronomio 6:6.
16. De hecho, hay tres opiniones entre los halajistas respecto de la condición de la Cuenta del Omer en épocas en que no hay ofrenda. Conforme la mayoría de las autoridades halájicas, la Cuenta del Omer es hoy totalmente una mitzvá rabínica (Tosafot, Menajot 66a; Maté Moshé 667; Birkat Iosef, Oraj Jaím 489:1; Shulján Aruj HaRav, ibíd., subsección 2). Otros son de la opinión que aún hoy la Cuenta del Omer continúa siendo un precepto bíblico (Mishné Torá, Leyes de Ofrendas Adicionales y Regulares 7:22; Sefer HaJinuj, mitzvá 306). Una tercera opinión, expresada por Rabeinu Ierujam, un Sabio del Siglo XIV, es que es una mitzvá bíblica contar los días también cuando no se trae la ofrenda, pero la mitzvá de contar las semanas se aplica sólo cuando se ofrenda el omer, y eso es, hoy, sólo un mandamiento rabínico (en Toldot Adán VeJavá, Sefer Adám, Senda 5, Secc. 4). En términos del «conteo» interior del corazón que la Cuenta del Omer representa, la tercera opinión mediadora implica que mientras hoy en día podemos perfeccionar elementos específicos de nuestro carácter -quizás hasta todos los cuarenta y nueve- carecemos de la capacidad necesaria para ensamblarlos en «semanas» de características totalmente perfeccionadas (véase «Buscando la Semana», en «El Rebe Enseña» #127).
17. «El Rey Mashíaj se alzará y restaurará el reino de David a su anterior gloria…. Construirá el Gran Templo y reunirá a los dispersos de Israel. En su época, todas las leyes [de la Torá] se reinstaurarán como antaño; se ofrendarán los sacrificios, se instituirá el Año Sabático y el de Jubileo como lo delinea la Torá…». (Mishné Torá, Leyes de Reyes 11:1).
18. La diferencia entre los tres aspectos de Shavuot se refleja también en el orden en que se volvieron parte de la festividad: Shavuot fue la «Epoca de la Entrega de la Torá» comenzando con la revelación en Sinaí a menos de tres meses del Exodo. Pero no fue la «Festividad de Semanas» (es decir, el día 50 de la Cuenta del Omer) sino hasta el año siguiente (Shulján Aruj HaRav, Oraj Jaím 494:1. El pueblo judío abandonó Egipto un jueves, y la Torá fue entregada un Shabat; así, ese año, el 6 de Siván ocurrió 51 días después del Exodo, no 50 como en nuestro calendario de hoy – véase la nota 10 arriba). Y no se volvió el «Día de los Primeros Frutos» sino hasta la conquista y cultivo de la Tierra Santa una generación después por parte del pueblo judío. Esto refleja la secuencia en que concretamos la dimensión espiritual de los tres nombres de Shavuot en nuestras propias vidas: comenzamos con la corrección de nuestro comportamiento, luego proseguimos con el refinamiento de nuestro carácter, y de allí encaramos la elevación de nuestro mundo.
Rabi M.M. Schneerson