Los Sueños
Extraido de El Mistico (misticismo en la práctica)
Al dormir, las fuerzas del intelecto descansan, dejando en libertad la imaginación, lo que origina el acto de soñar. El tipo de sueño que se ve depende del motivo que activó la fuerza de imaginación. Al principio, la imaginación rememora los temas que ocuparon la mente durante la lucidez.
La imaginación también es influida por los elementos naturales que circulan por el cuerpo y por los alimentos que ingirió. Esta clase de sueño existe en todas las personas. En cierta ocasión, el césar del imperio romano habló con Rabí Yehoshúa, uno de nuestros Sabios de la época del Talmud: “Ustedes (el Pueblo de Israel) ya que se consideran tan inteligentes, díganme, ¿qué soñaré esta noche?” Rabi Yehoshúa le respondió: “Tú soñarás que los persas, tus enemigos, te subyugarán, te forzarán a trabajar para ellos y te obligarán a pastorear sus cerdos con un cetro de oro”. El César pensó todo el día en esto (pues los romanos estaban en guerra con los persas hacía ya varios años y le preocupaba esta cuestión) y a la noche así soñó
(Tratado Berajot 56a).
Lo mismo aconteció con el rey persa, que desafió a Shemuel, otro de nuestros Sabios, que le revelase lo que había de soñar por la noche. Shemuel le contó algo que le indujo a preocuparse todo el día. Previsiblemente, soñó lo que Shemuel le había contado (Berajot a continuación).
Otro fenómeno que acontece cuando se está durmiendo, es que el alma se desconecta parcialmente del cuerpo, y una parte de ella sube al mundo espiritual. Solamente la parte inferior del alma permanece conectada al cuerpo. Las partes del alma que se desconectaron del cuerpo vagan por donde les es permitido y se ponen en contacto con entes espirituales. Al alma puede habérsele dictaminado tomar contacto con entes espirituales vinculados al flanco de la Pureza o con los entes espirituales vinculados al flanco de la Impureza.
He aquí el origen de otra clase de sueños, pues la impresión recibida de estos entes espirituales es captada por la parte inferior del alma que todavía permanece ligada al cuerpo. Créase aquí una interferencia en la imaginación de la persona, que produce ciertas imágenes. Según el origen de esa conexión las informaciones recibidas podrán ser verdaderas o falsas. Estas informaciones pueden estar confusas por la interferencia de los campos de imaginación naturales producidos por la comida o por los pensamientos de cuando estaba despierta. También ocurre que ciertos entes espirituales revelan información sobre el futuro. éstas pueden presentarse de forma insinuada o explícita, según la Voluntad del Creador.
En resumen, los sueños son las imágenes causadas por la imaginación del que duerme. Se originan en la misma fuerza de imaginación, o en la expresión de una impresión percibida por estratos superiores del alma cuando estaban desconectados del cuerpo. De allí es transmitida a la parte inferior del alma, de donde a su vez pasa al cuerpo a través de la fuerza de la imaginación. Si el origen de las informaciones recibidas por el alma proviene de los entes espirituales puros el sueño es verdadero, pero, si proviene de los entes espirituales impuros, es falso. Mas, en ambos casos esta información llega mezclada con imágenes provenientes de la propia fuerza de imaginación, y a este fenómeno se refirieron nuestros Sabios en el Talmud (Tratado Berajot 55a): “No existe un sueño que no esté mezclado con vanidades”. Existe otro tipo de sueños más elevado, que son los sueños proféticos. [Este capítulo, hasta aquí, está basado en el libro
“Derej Hashem”, parte 3, cap.1, 6]
El Maharshá, Sabio comentarista del Talmud, nos explica que existen tres clases de sueños:
a. Sueños imaginarios. Generalmente aparecen al principio de la noche, pues, todavía está la persona preocupada con lo que pensó durante el día.
b. Sueños originados por fuerzas espirituales impuras, los cuales vienen en la parte intermedia de la noche. En relación a ellos está escrito (Tratado Berajot 56a): “El influjo que el sueño ejerce en la persona depende de cómo es interpretado”, pues si lo interpretan para bien tendrá influencia positiva, en caso contrario, tendrá influencia negativa. Si no fue interpretado no traerá ninguna influencia. A esto se refirieron nuestros Sabios (Berajot 55a): “Un sueño no interpretado es como una carta que no fue leída”.
c. Sueños que provienen de entes espirituales puros y elevados, aparecen en la última parte de la noche, al estar por despuntar el alba. El sueño es ya clarificado y está en condiciones de percibir mensajes fidedignos.
Comúnmente un sueño «malo» es de buen auspicio, y un sueño «bueno» no (Tratado Berajot 55a), al contrario de lo expectable. Esto se debe a que, si se le ha sido decretado sufrir – en expiación de cierto pecado – puede ser que cierto mérito en su haber le vale para que le sea aliviada la sentencia, sufriendo tan sólo en sueño y no en la realidad. O por el contrario, si le ha sido decretada cierta satisfacción, tal vez, por alguna transgresión, puede estar recibiéndola en sueño y no en su vida real.
El objetivo del sueño
a. Existen sueños que revelan lo que está oculto en el subconsciente de la persona, el objetivo de esta clase de sueño es revelarle la profundidad de sus pensamientos, despertarla para que se preocupe de su mejoramiento personal y oriente su mente hacia pensamientos positivos (pues, como citamos anteriormente, uno sueña lo que piensa cuando está despierto);
b. Hay sueños que revelan alguna señal de lo que le fue decretado para el futuro. Esta clase de sueños también tiene como objetivo despertarla a corregir sus actos y cancelar los malos decretos.
También existen sueños cuyo objetivo es estimularlo y fortalecerlo en su mejoramiento personal y crecimiento espiritual. [Basado en el libro Mijtav MeEliahu parte 4, páginas 164-168]. Consta en el Zohar (Terumá 142b) que, el alma de un justo que falleció, puede comunicarle durante el sueño al alma de una persona que todavía está viva, los decretos que le dictaminaron. Si los decretos son buenos, el objetivo es comunicárselos para alentarlo; si son malos, el objetivo es
alertarle para que rectifique sus actos.
Rab Shimshom Bisker