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Las tres caras de Rosh Hashaná

El Rabino Heschel Greenberg, un escritor y traductor de obras del jasidismo, es director educativo del Beit Jabad de Buffalo, Nueva York

El nombre Rosh HaShaná ha tenido la buena fortuna de recibir, al menos, tres traducciones diferentes.
En los textos clásicos judíos, así como coloquialmente, se habla de Rosh HaShaná ya sea como el «nuevo año judío», «el comienzo del año», o, como la traducción literal de la frase Rosh HaShaná sugiere: «cabeza del año».
Y mientras que estos tres modos de referencia aparentan estar expresando la misma cosa, el pensamiento jasídico reconoce diferencias sustanciales entre ellos: cada uno contribuye a una comprensión más profunda de la significación cósmica de este por demás propicio y santo día.

La designación Rosh HaShaná como el comienzo de un nuevo año exige aclaración adicional. ¿Qué es nuevo acerca de Rosh HaShaná? ¿Por qué debería considerarse a Rosh HaShaná como un nuevo año más que cualquier otro punto en el tiempo?
Nuestros Sabios, aunque sin referirse directamente a esta pregunta, parecen haberse anticipado a ella cuando declararon que Rosh HaShaná es el aniversario de la creación de Adán y Eva, los primeros humanos. En otras palabras, Rosh HaShaná difiere de todos los demás tiempos del año en que es el aniversario de algo que fue nuevo.
Sin embargo, incluso luego de esta explicación, parecería no haber nada realmente nuevo en el Nuevo Año; apenas el aniversario de un suceso que alguna vez fue nuevo.

El jasidismo, sin embargo, arroja luz sobre el concepto del nuevo año. No es apenas el aniversario de algo que alguna vez fue nuevo, sino que algo radical sucede al mundo; algo radicalmente nuevo. Esto es así porque cada año, a medida de que se aproxima su fin, se agota la energía Divina asignada al universo creado. Cuando nos introducimos en el santo día, los más espiritualmente sensibles entre nosotros pueden realmente sentir la «retirada» de esta energía del mundo, dejando detrás de sí sólo un vestigio de la fuerza original, apenas lo suficiente para sostener al mundo y evitar que deje de existir.
Durante Rosh HaShaná específicamente en el momento en que hacemos sonar el shofar Di-s asigna de nuevo el sustento vital necesario para el nuevo año. Cada Rosh HaShaná, entonces, se genera nueva vida para el próximo año, y solamente para ese año.

En cuanto a lo que concierne al año actual, la vitalidad toca a su fin a medida que el año culmina. Qué nivel o grado de vida continuará teniendo la creación dependerá de lo que se le asigne en Rosh HaShaná, lo que, a su vez, dependerá de cómo aceptamos a Di-s como nuestro Rey, antes y durante Rosh HaShaná.
Nuestra sentida súplica de corazón a Di-s: «Reina sobre el mundo entero en Tu gloria» es, por lo tanto, nada menos crucial que nuestros pedidos de que El nos otorgue vida y salud. Sin una respuesta afirmativa de Di-s al primer pedido, el segundo no carece de significado, pues, ¿qué tipo de mundo sería sin la involucración activa de Di-s? Pedir a Di-s que sea nuestro Rey es el equivalente de pedirLe que impregne nuestras vidas de propósito y significado.
Cada Rosh HaShaná, entonces, el mundo recibe una verdaderamente nueva arrienda de vida. Cada Rosh HaShaná el mundo experimenta una genuina renovación; el universo entero experimenta una «re creación».
El jasidismo explica adicionalmente que este Rosh HaShaná venidero no solamente habrá de introducir una nueva generación de vida, sino que la naturaleza misma de esta energía espiritual es nueva.
El año nuevo no es meramente una re introducción de la misma vianda vital que el año pasado. Es una fuerza vital enteramente nueva que hace de este nuevo año uno verdaderamente nuevo y refrescante.
En un espíritu práctico, este conocimiento de lo que realmente sucede en Rosh HaShaná sirve para fortalecernos e inspirarnos. Comenzamos a percatarnos de que todos nuestros equívocos del pasado ya no parecen interponerse más en el camino de los nuevos logros, porque para el año nuevo somos dotados de una nueva energía sin precedentes. Ingresamos a un universo nuevo, un mundo dotado de nuevas cualidades espirituales.

En la liturgia de Rosh HaShaná el día es descripto como «Comienzo del año»: «Este es el día que es comienzo de Tu obra, un recuerdo del primer día».
También esta descripción es problemática. ¿Por qué considerar a este día como el «Comienzo de la obra de Di-s?» ¿No es Rosh HaShaná el aniversario de la creación del hombre acaecida en el sexto día de la Creación? ¿Y por qué, de hecho, ha sido elegido este día como Rosh HaShaná, en lugar del 25 de Elul, el verdadero aniversario de la Creación?
La respuesta clásica es que antes de que el hombre fuera creado todo el universo carecía de legitimidad. Sin un ser humano dotado de Libre Albedrío y que voluntariamente acepte a Di-s como su Amo, y que consagre su vida a El, la existencia no tendría propósito. Por lo tanto, bien justificadamente podemos declarar que «Este es el día que es comienzo de Tu obra».

El jasidismo lleva este análisis un paso más allá al sugerir que la palabra «Este», ze en hebreo, denota que se trata de algo que uno realmente puede señalar, algo que está junto a uno, en tanto que la fecha de la creación del mundo el 25 de Elul representada por el valor numérico de la palabra hebrea ko (= 25), implica ambigüedad.
Los términos ze y ko representan dos perspectivas diferentes de la realidad: ko es una aproximación y ze una precisión, como diciendo «esto es».
Así explican nuestros Sabios la diferencia entre Moshé y todos los demás Profetas: «Moshé profetizó [comenzando] con [la palabra] ze (`esto´) y todos los demás Profetas lo hicieron [comenzando] con ko (`así´)». La diferencia es que mientras Moshé tuvo una visión clara en cuanto a qué implicaba el mensaje de Di-s, los demás Profetas tuvieron más bien una perspectiva confusa de la comunicación de Di-s a ellos, y por lo tanto sólo podían sugerir una idea aproximada de lo que Di-s había dicho.

Así, la diferencia entre la creación del mundo el 25 de Elul y la creación del hombre en Rosh HaShaná se refleja en la diferencia entre claridad y oscuridad absolutas. En el primer día de la Creación, sin el beneficio de los esfuerzos del hombre por introducir Divinidad en el mundo, la presencia de Di-s sólo podía presuponerse. Unicamente el hombre que sirve a Di-s voluntariamente puede suscitar la clara y radiante presencia de Di-s dentro de los confines de este mundo. El universo podría haber existido sin la involucración humana, pero no podría decirse que su existencia fuera la de una realidad absoluta, en tanto el elemento Divino la verdadera realidad estuviera oscurecida.
Ahora bien, ya sea si traducimos Rosh HaShaná como «Nuevo Año» o como «Comienzo del Año», seguimos obligados a considerar la traducción literal de la frase.
Rosh HaShaná, enfatiza el jasidismo repetidamente, no significa el comienzo del año sino más bien la «Cabeza del Año». ¿Qué importancia tiene esta distinción? ¿La palabra «cabeza» no es simplemente una metáfora para el concepto de principio?

Cuando hablamos de Rosh HaShaná como «cabeza» del año nos referimos al significado profundo de la relación de este día con el resto del año. Tal como la cabeza alberga al órgano más vital del cuerpo humano, el cerebro, sin el cual ninguna actividad puede tener cabida, así también Rosh HaShaná es el mismísimo «cerebro» del año entero. Sin Rosh HaShaná, no podría haber ningún otro tiempo.
Tras una medida adicional de reflexión uno puede observar tres distintos niveles de relación entre Rosh HaShaná y el resto del año. La analogía de «Cabeza del Año» con la cabeza del cuerpo es exacta para los tres distintos niveles de relación que existen entre la cabeza y el cuerpo. Estos son:
1) La cabeza o el cerebro es el órgano más «superior» e importante del cuerpo.
2) El cerebro contiene dentro de sí la fuerza vital de todas las demás extremidades y órganos del cuerpo.
3) El cerebro orienta y coordina activamente a la persona por entero, y está activamente involucrado en la operación de cada uno de los órganos.
Lo mismo es cierto de la «cabeza» del año, Rosh HaShaná, y su conexión con el «cuerpo» del año.

Rosh HaShaná es, ante todo, el día más sublime del año, enaltecido por encima de todos los demás días, disfrutando de la misma preeminencia que ostenta la cabeza sobre todas las demás partes del cuerpo humano.
Rosh HaShaná es también el día que engloba en sí a todos los días del año: es en Rosh HaShaná cuando se determina la calidad de todos los días del año próximo.
Y Rosh HaShaná es la fuerza orientadora de todos los días del año, lo que significa que incluso después de que estos se «despliegan» desde su fuente en la «cabeza» del año, derivan continua vitalidad del día de Rosh HaShaná.
En términos prácticos, las mencionadas tres dimensiones de la relación de Rosh HaShaná con el resto del año puede traducirse así:

La relación del judío con Di-s durante todo el año es la del cumplimiento de sus responsabilidades específicas, es decir, la observancia de los mandamientos de la Torá. En Rosh HaShaná, sin embargo, el tema predominante no es el cumplimiento de las mitzvot, sino el compromiso hacia Di-s, la aceptación total de Su soberanía. Rosh HaShaná es el día en que coronamos al Rey, lo que representa una devoción mucho más sublime a Di-s que aquella expresada a lo largo del año en la observancia de mandamientos específicos. Comprometerse totalmente a Di-s requiere recurrir a las fuerzas esenciales más profundas del alma, no así el compromiso con las mitzvot específicas que comúnmente involucran sólo nuestras facultades periféricas.
Esta devoción absoluta caracteriza el aspecto de Rosh HaShaná como día que es «cabeza y espalda» sobre el resto del año en términos de la naturaleza sublime del servicio a Di-s por parte del hombre.
Rosh HaShaná es también uno de los «Diez Días de Teshuvá» (arrepentimiento, retorno). Teshuvá, esa fuerza que rectifica nuestros equívocos en el cumplimiento de nuestras detalladas responsabilidades, es análoga a la cabeza que abarca la vitalidad de todos los órganos del cuerpo. No obstante, obviamente más poderosa que cualquier otra mitzvá, se relaciona con ellas y representa la energía que facilita su más perfecto cumplimiento.

Y finalmente, a lo largo del año, uno puede a menudo sentir que su compromiso con Di-s y Sus mandamientos se nutre directamente de la inspiración de Rosh HaShaná. Rosh HaShaná continúa verdaderamente destilando su influencia sobre cada día del año, tal como el poder del cerebro se encuentra presente en todas las extremidades y órganos del cuerpo.

(extraído de Jabad Magazine, www.jabad.org.ar).

Heschel Greenberg

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1 comentario
  1. Haydee González more

    Gracias por publicar y compartir tanta sabiduría en estas hermosas enseñanzas…Que HaKadosh Baruj Hu les siga bendiciendo grandemente…shalom

    27/03/2017 a las 15:06

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