Las «Fiestas» y los niños
Nos estamos aproximando a las celebraciones anuales de Rosh HaShaná, Iom Kipur, Sucot, Shminí Atzeret y Simjat Torá. Habitualmente la gente habla de ellas como las «fiestas», si bien debe entenderse adecuadamente qué es una fiesta. Habitualmente relacionamos la palabra «fiesta» con comida, música y baile. Sin embargo, ese no es el concepto judío de «fiesta», y, dado que como judíos deseamos transmitirles a nuestros hijos las enseñanzas de la Torá, es bueno tener claro los conceptos para no brindarles nociones equivocadas y prepararnos en todo sentido para que la experiencia de estas vivencias, quede marcada en forma indeleble en sus mentes y corazones.
Es verdad: comemos y cantamos en las fiestas judías de Tishréi, pero esto es solo parte de la celebración. Iom Kipur, que también es una ocasión alegre no contiene el elemento gastronómico. Pues es importante entonces, pensar en cómo llegará cada una de las vivencias a los niños y prestar atención a los detalles que sin quererlo pueden contradecirse con el mensaje que queremos transmitir.
En primer lugar, es muy útil participarlos de los preparativos. Obviamente, esto depende de la edad que ellos tengan. Para Rosh HaShaná pueden diseñar «Kartiséi Brajá», (o sea tarjetas de buenos deseos) para los abuelos u otros parientes y conocidos. Antes de Sucot pueden preparar decoraciones para la Sucá de su casa o la de la sinagoga. Sea lo que fuere que han dibujado, esta «obra de arte» debe ser apreciada (sin exagerar) por sus progenitores, quienes deben darles lugar para explicar qué es lo que diseñaron y felicitarlos por el empeño. Si la madre elabora masas en la cocina, pueden «ayudar» (primero lavarse las manos) y formar algunas masitas propias.
Bet HaKnesset (sinagoga): los niños no tienen obligación de participar de las Tefilot colectivas de la sinagoga. Sin embargo, es una oportunidad excelente para mostrarle a los niños lo que se debe hacer e integrarlos en las Tefilot.. Sin embargo, para que esto suceda, deben darse las condiciones adecuadas. Desdichadamente esto no suele ocurrir. Existen muchas personas que llevan a sus niños a la sinagoga porque desean ir ellos/as mismos y no tienen con quién dejarlos en casa. Sin embargo, si en lugar de participar, corren y juegan en la sinagoga, suele ser muy perjudicial para los padres y demás adultos que no pueden concentrarse en la Tefilá, y aun más para ellos mismos que se acostumbran a considerar la sinagoga como un lugar de juegos y falto de seriedad. Habitualmente resulta muy difícil modificar esta percepción más tarde y mantienen esa actitud infantil durante el resto de su vida. Los adultos que juegan con los niños (de otros) en la sinagoga y las personas que mantienen conversaciones con sus vecinos de asiento, se convierten en cómplices de la destrucción espiritual de la Morada de D»s en la diáspora.
No existe mejor ilustración que el ejemplo.
Iom Kipur: Es frecuente notar que la gente considera Iom Kipur como un momento triste (posiblemente porque no deben comer…). Esta imagen es errónea y debe ser modificada. Al comienzo de Iom Kipur recitamos la bendición: «Shehejeianu», agradeciendo el hecho de haber podido llegar en vida a este momento decisivo. Así como en otros aspectos de la vida, aquí también los gestos que manifiesta la persona poseen el poder de transmitir sensaciones que son más fuertes que las palabras. ¡Cuidado con lo que se dice acerca de Iom Kipur!
Muchas veces los niños desean ayunar aun cuando no están obligados hacerlo, para poder sentirse mayores. Una sana costumbre puede darse si se les enseña que lo más importante es reconciliarse con las personas con quienes uno tuvo altercados durante el año, y que eso es realmente cosa de «grandes» (¡y seriamente, lo es!).
Jol HaMoed (los días intermedios de Sucot) son una oportunidad excelente para compartir con los niños. Al elegir el lugar a visitar, es indispensable tener en cuenta que los sitios «divertidos» que se publicitan para el público en general, no necesariamente son aptos ni compatibles con las enseñanzas que les impartimos. Es que el mundo que nos rodea, no se caracteriza por compartir el criterio de «esparcimiento» al que aspiramos nosotros.
Asimismo, es imprescindible preparar a los niños para que la salida no se convierta en un fracaso. Muchas buenas intenciones, se malogran por una pobre planificación. En especial, cuando se crean expectativas exageradas de lo que se va a disfrutar, y los ojos ven más de lo que el bolsillo puede, la decepción de los niños excede el goce del buen momento que pasaron y vuelven a casa desilusionados.
Alegría: es el elemento esencial con el que debe vivir todo judío y sin el cual la Torá no se transmite a los hijos. La mesa de Shabbat y la de las fiestas debe incluir su ambiente alegre. El momento de dirigirse a la sinagoga, debe comunicar entusiasmo. Llegar puntual y permanecer con el Talit puesto hasta el final de la Tefilá, expresa interés. Alegría, como ya hemos aclarado en otras oportunidades, no es sinónimo de euforia fugaz, sino justo lo contrario: La alegría genuina es el resultado de la confianza absoluta en el Todopoderoso, Quien es el que decide todo lo que debe suceder en el mundo, y por lo tanto, las manifestaciones de ansiedad, especialmente cuando son frecuentes y ostensibles, transmiten un mensaje que contradice a la creencia en D»s. La tranquilidad que exponga en todo momento, especialmente si estará acompañada de melodías y relatos en la mesa de Shabbat y Iom Tov, ayudará a cristalizar la Emuná en nuestros hijos. La profunda emoción que se aprecia al completar la Torá en Simjat Torá (y no las bromas) comunican el mensaje de lo que verdaderamente es importante para nosotros.
Estas son tan sólo algunas de las sugerencias que creo valiosas y efectivas para que en las festividades de Tishréi puedan imbuir a sus hijos con la educación correcta. Resta tan solo desearles que tengan todos la oportunidad de disfrutar el verdadero Najat (satisfacción) que todo padre judío desea gozar con sus hijos.
Ketivá vaJatimá Tová
Rab Daniel Oppenheimer