La Torá: el plano del Creador
Extraído de El Zohar, vol 5. Editorial Obelisco
Toldot (Génesis 25:19 – 28:9)
Está escrito en el primer versículo de la sección denominada Toldot: «Y éstas son las crónicas –toldot- de Itzjak (Isaac), hijo de Abraham. Abraham engendró a Itzjak (Isaac)» (Génesis 25:19).
Con el fin de comenzar el análisis de los siguientes pasajes bíblicos Rabí Jia abrió su enseñanza y dijo acerca del siguiente versículo: «¿Quién puede expresar los poderosos actos de El Eterno o declarar todas Sus alabanzas? (Salmos 106:2). Ven y observa: cuando El Santo, Bendito Sea, quiso y ascendió en Su voluntad ante él crear el mundo, él observó la Torá como si se tratase de un plano espiritual que incluye todos los detalles y los datos y lo creó.
Y para todo acto y acto que creó El Santo, Bendito Sea, en el mundo, primero observaba en la Torá y recién después lo creaba, como está escrito en nombre de ella: «Yo, la Torá, fui un amón junto a él, y era su (134b) regodeo día a día, jugaba junto a él en todo momento» (Proverbios 8:30), texto acerca del cual los sabios enseñan: no leas la anterior palabra hebrea como amón sino como umán, artesano. Es decir, a partir de las mismas letras, simplemente pronúnciala de otro modo. En resumen: la Torá sirvió a El Eterno como el plano de la Creación, de lo cual también cabe deducir que a un nivel espiritual, todo lo que se encuentra en el mundo también se encuentra en la Torá.
Tal vez de este modo pueda entenderse la enseñanza de los sabios acerca de que los Patriarcas cumplían todos los preceptos de la Torá, incluso antes de que fuese entregada en el Monte de Sinaí a través de Moisés (Tratado de Ioma 28b). Ya que si existe una correspondencia tan absoluta entre el mundo y la Torá y viceversa, hasta el punto en que Dios la utilizó como el plano espiritual del mundo, entonces a partir del mundo también se puede llegar al conocimiento espiritual de la Torá. Por consiguiente, los Patriarcas, meditando sobre el mundo y todos los detalles de la creación bien pudieron alcanzar el conocimiento que les permitió cumplir con todo lo indicado por la Torá.
Cuando él quiso durante el sexto día crear al hombre, la Torá, que ya existía antes que el mundo, dijo ante El Eterno: si un ser humano es creado y luego transgrede, y Tú lo juzgas, ¿por qué los actos de tus manos han de ser y resultar vanos? ¡Ya que él, el hombre, será incapaz de soportar Tu riguroso y estricto juicio! Esta idea debe asociarse con la enseñanza de los sabios de que «en un principio Dios quiso crear al mundo a través de su medida de Juicio -Din- pero vio que el mundo no podría continuar su existencia debido al Juicio divino, razón por la cual lo asoció a la medida de Misericordia –Rajamim-«. En pocas palabras, no existe persona que pueda enfrentarse al rigor del Juicio celestial.
El Santo, Bendito Sea, le dijo a la Torá a modo de respuesta: ya he establecido la teshuvá, –la posibilidad de que el hombre se arrepienta y de que retorne al camino correcto y al Creador-, antes mismo de crear el mundo. Es decir, es cierto que el hombre puede pecar y desviarse del Plan General de la Creación, pero puede también arrepentirse y retornar al camino verdadero.
Rabbi Shimon bar Iojai