La Percepción de la Realidad
Principios Generales de la Sabiduría de la Kabalá – Introducción
La Percepción de la Realidad
La realidad del hombre está limitada generalmente por la percepción sensorial, la emoción, el pensamiento y la imaginación. Estos aspectos son los conductos a través de los cuales nos relacionamos con la vida.
En la forma en que orientemos estos aspectos percibiremos la realidad; pero la orientación, ¿de qué depende?
Depende del objetivo que tengamos. En esa dirección se dirigirá nuestra orientación.
Un arquitecto, por ejemplo, concentra sus sentidos, su emoción, pensamiento e imaginación en cómo delimitar de la mejor forma el espacio para construir edificios; un químico se dedicará a la comprensión de las leyes que rigen los elementos para crear nuevas substancias. Todos, no importa cual sea el área de interés, concentran sus potencialidades en su objetivo, siendo el objetivo el centro inamovible que atrae todas nuestras energías.
En todos los ámbitos de la vida hay objetivos particulares y objetivos generales. Cuando los objetivos particulares está en contradicción con los objetivos generales se producen conflictos que desembocan generalmente en sufrimientos, tanto en el plano individual como colectivo.
Un ejemplo claro de esto es el cuerpo humano: nuestro cuerpo está compuesto por distintos órganos, cada uno con diferentes funciones, pero con un y único objetivo: servir al bienestar del hombre.
El hombre está sano cuando cada órgano trabaja para este cometido. En cambio, si cada órgano trabaja para sí descuidando su relación con el resto del cuerpo, éste se resentirá y finalmente el propio órgano se verá afectado.
Debemos comprender las leyes y los principios generales que gobiernan la Creación, o sea, las 613 mitzvót que relacionan al hombre con su semejante y con el Kadósh Barúj Hú [1]. Al aplicarlos, lograremos equilibrar nuestros intereses y objetivos particulares con el objetivo general que abarca a todos los seres y a todos los aspectos de la vida.
Lo general y lo particular obedecen a las mismas causas, por lo tanto al entender lo general comprenderemos mejor lo particular, es decir el sentido de cada uno de los detalles que conforman la realidad y cuál es nuestro lugar y función dentro de la Creación y la vida.
La base del sufrimiento humano es consecuencia directa del desequilibrio entre lo particular y lo general. El equilibrio se logrará cuando las voluntades individuales estén en armonía con las leyes y los principios que rigen la vida en todos los planos, lo cual ha de beneficiar a todos los seres por igual.
El logro del equilibrio entre lo particular y lo general, del hombre con su prójimo y del hombre con todos los aspectos de la realidad,es justamente la razon de la vida.
Este proceso es la Creación, y consiste en el perfeccionamiento constante al cual el hombre debe aspirar, es la razón por la que estamos en este mundo; es la base del trabajo espiritual de Israel, la emuná [2] de Israel.
La base de la Torá es la emuná que es un imún [3], o sea un entrenamiento permanente en todos los momentos de la vida para que no olvidemos el objetivo general cuando lo confrontamos a nuestros intereses particulares.
Este entrenamiento no es algo simplemente intelectual, sino que es una forma de vida basada en la Torá y las mitzvót que ayuda al hombre a actuar en armonía con las leyes que rigen todos los ámbitos de la vida y de la realidad. La Torá y las mitzvót nos confrontan a parámetros concretos para que sepamos medir en todo momento nuestra relación con el prójimo, con la familia y la sociedad en todos los órdenes de la vida.
«El mundo material influye sobre nuestros pensamientos, emociones y actos. El gesto exterior despierta nuestra actitud interior influyendo en última instancia sobre nuestro comportamiento. El hombre se impresiona de sus propios actos, por lo tanto la perseverancia escrupulosa en la práctica de las mitzvót, aún al principio sin asociar el sentimiento, finalmente llega al corazón rompiendo el hielo interior. Las ideas más elevadas, si no se materializan en actos concretos, acaban por corromperse y corromper a sus adeptos. Por ello la Torá nos transmite un código de leyes prácticas muy precisas adaptadas a todas las circunstancias de la vida. La energía mental y emocional debe ser fijada por un acto concreto, de lo contrario, corre el riesgo de transformarse en un sentimiento vano y una idea abstracta.
Así como la cáscara protege al fruto, la acción efectuada a través de las mitzvót cuida la integridad del corazón, mantiene los grados del conocimiento y preserva la claridad de la visión interior».
Conceptos extraídos del libro «Mijtáv de Eliahu», tomo 3 pag. 127
«Aquél cuya sabiduría es superior a sus actos es comparable al árbol con follaje pesado y espeso, pero con raíces débiles que el viento puede arrancar». (Pirkei Avót )
La emuná de Israel es una disciplina permanente en el desarrollo de la voluntad de dar y beneficiar al prójimo.
Cuando esta voluntad y deseo son completos se logran los grados más altos de la Sabiduría para así poder aplicarlos.
La Kabalá es el conocimiento judío que nos proporciona los instrumentos para que la voluntad y el deseo se unifiquen con la plenitud de la Luz Infinita/ Or Ein – Sof.
En la medida en que el hombre se esfuerza en beneficiar al prójimo, la Luz lo ilumina y le descubre gradualmente todos los aspectos de la realidad.
Las Luces/Orót que dan la fuerza para poder realizar este proceso están codificadas en la Torá a través de las mitzvót, dependiendo de nosotros que ese conocimiento se aplique o permanezca latente.
En dicho aspecto reside justamente el libre albedrío del hombre; o nos conectamos con la vida a través del conocimiento de las leyes que rigen la Creación (con conciencia), o sufrimos por nuestra ignorancia.
La Sabiduría de la Kabalá es denominada también Sabiduría de la Verdad / Jojmát haEmét, ya que si el hombre la estudia con entrega y con todo su ser, le indica dónde está situado exactamente frente a sus semejantes y a la vida, y cuál es su grado de conciencia con respecto a la Luz Infinita/Or Ein – Sof y a su Creador y Creador de todo lo creado el Kadósh Barúj Hú.
[1] Las leyes y los principios generales, o sea las mitzvót, se explicarán a lo largo del texto y más específicamente en el capítulo «Cuatro prácticas ancestrales».
[2]Emuná: Entrenamiento en el deseo de dar y beneficiar (se traduce comúnmente como fe y creencia). Disciplina espiritual, toma de conciencia de la voluntad y deseo de la Neshamá/Alma. Forma de conocimiento que amplía gradualmente el espacio mental y emocional del hombre.
[3]Imún: Entrenamiento, ejercicio. Proviene, al igual que el vocablo emuná, de la raíz Amén.
Jaim Zukerwar
Este es mi primer comentario pero si estoy avanzando en la lectura y me gusta mucho, gracias.