La Percepción de Hoy
En la introducción de Mesilát Iesharím (La senda de los justos), Rabi Haim Luzzatto, RAMJAL, nos dice que dáat es la posibilidad que tiene el ser humano de dar forma a la sustancia para recibir todo lo que HaShem creó y nos dio para beneficiarnos. Todo lo que Él creó existe para que lleguemos a la plenitud, es decir, para estar en jojmá y biná. Todo está ahí para que el hombre lo reciba, pero sólo puede hacerlo por medio de su dáat, por lo tanto el primer paso es desarrollarlo y después saber cómo utilizarlo.
Una vez que la persona dé esos dos pasos, sabrá activar su dáat. Mientras llega a hacerlo, puede haber dolor y tristeza pero esto es parte del trabajo y es temporal, pues con el tiempo el hombre adquirirá el mecanismo de activarlo y sabrá cómo trabajar.
Todo el or que HaShem quiere hacer llegar al hombre está en jojmá y biná. Jojmá y biná, actúan de forma diferente y entre las dos se obtiene la plenitud. Dáat va a activar la relación entre esas dos sefirót. Existe dáat haneelam que el hombre no percibe y dáat hamitpashet, que sí percibe.
Todo lo que hay en el mundo depende del nivel en el que nos movamos. Sabemos que HaShem creó el mundo, que hay que hacer mitzvót, y también sabemos cómo tenemos que comportarnos con nuestra pareja, cómo hay que educar a los hijos, relacionarse con la gente del trabajo etc. Entonces, si lo sabemos todo ¿por qué nos encontramos ante esta situación? ¿Dónde fallamos? ¿Qué nos falta?
Veamos un ejemplo. Los alumnos del Rav de Kötz (1787-1859) eran tzadikím excepcionales, tan grandes que aquél que no podía hacer un jidúsh, una nueva interpretación en Torá cada tres días no podía seguir siendo su alumno. Durante un tiempo el Rav de Kötz decidió encerrarse en su casa y trabajar solo. No recibía visitas y si alguien tenía una consulta muy especial, pasaba mucho tiempo hasta que accedía a verlo.
Un día, uno de sus alumnos se acercó y le preguntó: “Si el Rav tiene tanta luz, tanta sabiduría ¿Por qué no sale y alumbra a sus alumnos?” El Rav de Kötz le respondió con un ejemplo, le contó que tres amigos fueron condenados a prisión (en aquella época eran muy sombrías). Dos de ellos aprendieron a moverse en ese lugar inhóspito y a pesar de la oscuridad reinante, supieron encontrar la comida que les tiraban desde arriba. Sin embargo, el tercer amigo no era capaz de valerse por sí mismo. Como no sabían cuanto tiempo tenían que estar allí, uno de los dos amigos empezó a enseñar al tercero para que también se valiera por sí mismo en la oscuridad. Le mostró cómo reconocer la comida e incluso cómo llevársela, con su propio brazo, a la boca. A pesar de no ver progreso alguno en su aprendizaje, el amigo insistía en enseñarle. Hasta que un día, éste último preguntó al segundo cuál era el motivo de su indiferencia, por qué no reaccionaba y le ayudaba a motivar al tercero. Le contestó si no veía que estaba perdiendo el tiempo intentando enseñar a alguien que no quería aprender a encontrar su comida y llevársela a la boca. Añadió que también trataba de ayudar a su amigo, que mientras él trabajaba y no veía progreso con el tercero, teniendo que comenzar cada día de cero, él utilizaba el tiempo para hacer un agujero en la pared y que pudiera entrar un rayo de sol en la celda pues cuando entrara la luz el tercer amigo aprendería solo.
Esta historia nos ejemplifica que hay dos tipos de dáat, dos maneras de percibir y entender nuestras acciones, una más sutil que la otra. Actuamos de la mejor forma de acuerdo a nuestra percepción sin saber que existe una percepción más elevada. Quiere decir que a pesar de que estemos en la oscuridad, hay una forma original de captar la luz.
Y continuó el Rav de Kötz diciéndole a su alumno, que se había retirado y encerrado porque estaba trabajando para toda la humanidad: “Estoy haciendo un agujero en la muralla de la oscuridad y cuando emerja un rayo de luz, todo el mundo entenderá; no hará falta explicarles las cosas”. A esta reflexión se llama dáat.
En Mesilat Iesharim RAMJAL pretende darnos una forma original y perfecta en la que si logramos entender cómo hay que actuar, nuestra realidad cambiaría absolutamente. De esa forma resolveríamos nuestras vidas y también podríamos ayudar al prójimo.
En la Parashá Ki Tisá, hay un versículo que dice “Torá Tzivalanu Moshé Morashá kehilat Yaakov”, los sabios nos dicen, no leas morashá-legado sino meorasá-compromiso. Sabemos que Moshé estuvo cuarenta días en Har Sinaí y allí recibió la Torá. ¿Qué hizo durante tanto tiempo? Dicen los sabios que Moshé estudiaba Torá y se olvidaba, hasta que al final HaShem se la dio de regalo como la novia es al novio.
El mundo se rige por causas y consecuencias. En Dérej HaShem RAMJAL nos explica que para poder seguir un buen camino, lo primordial es entender perfectamente cuál es la causa y cuál es la consecuencia, y no pensar erróneamente que la consecuencia es la causa y viceversa.
El ser humano tiene cuerpo y alma, el trabajo del cuerpo está en Olam Hazé-éste mundo y la recompensa del trabajo en Olam Habá-mundo venidero.
Es imposible recibir la plenitud en este mundo, sino en el mundo venidero. En este mundo el óneg-deleite que recibe una persona es sólo para obtener las fuerzas para trabajar y elevarse. Un deleite constante no es deleite. Si el placer que recibimos es constante, después de un tiempo nos aburriremos hasta que lo volvamos a renovar.
Aquél que se quiera deleitar tiene que hacer pausas. Esto es lo que significa “Moshé estudiaba la Torá y se olvidaba”. Olvidaba el deleite de estudiarla pero no la Torá, para poder tener la opción de disfrutar de nuevo cuando estudiase otro párrafo.
Para alegrarse constantemente, la persona debe cambiar su percepción, es decir, el modo de ver, de pensar, de actuar etc. Moshé lo logró, “HaShem le dio la Torá como el novio recibe a la novia en el casamiento”. Después de que el hombre se deleita y se olvida, si trabaja de forma óptima y positivamente, llegará a un nivel donde toda la alegría y el deleite será constante, incluso en este mundo, tanto “como una novia es al novio”, la alegría que sienten se renueva sin cesar.
Moshé recibió la Torá y cada instante que estudiaba le parecía como si empezara de nuevo, y de esa forma, el deleite, la alegría no se apaga nunca. Por eso, como decía Rav de Kötz, hasta que se llega a esa percepción, es mejor trabajar en la oscuridad para hacer un orificio donde la luz entre y cuando ésta ilumine estará todo perfecto.
En Kriat Shmá decimos “Asher Anojí Metzavjá HaYom”-Que Yo te ordeno hoy. Cuando recibimos la Torá ya nos lo ordenó, entonces ¿qué nos ordena hoy? y Rashi explica con respecto a esto, que “cada día sea nuevo ante ti”. Renovación constante es deleite constante.
Si pudiéramos llegar a un nivel en el que todas nuestras acciones tanto en el rezo, como con la pareja, los hijos, el estudio, el trabajo etc. se renovaran y las activáramos como si fuera la primera vez, comenzaríamos a conocernos en un nivel elevado que poseemos pero aún desconocemos. ¡Vale la pena probarlo!
Rav David Scher
(Extraído del curso Cómo hacer la cosa justa en el momento justo impartido por Rav David Scher en cursos halel www.halel.org © del autor 2011).
Rab David Scher