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La mano de Dios

Extraído de Los siete pilares de la Fe Por el Rabí Itzjak Breiter z”l

La mano de Dios
Extraído de Los siete pilares de la Fe Por el Rabí Itzjak Breiter z»l

«La sabiduría ha edificado su casa, ha tallado sus siete pilares»
(Proverbios 9:1)

I. Primer Pilar

El fundamento de todas las enseñanzas del Rebe Najmán es conocer y comprender que todo aquello que nos sucede, tanto espiritual como materialmente, incluyendo aquello que hacemos, así sea de manera deliberada o no, voluntariamente o por compulsión, todo proviene de un decreto del Santo, bendito sea (1). Incluso si tú quieres hacer algo santo, pero aún no eres lo suficientemente digno para ello y no te has santificado lo suficiente como para lograrlo, las cosas serán dispuestas desde el Cielo para que alguna distracción te aleje del hecho. Alguna idea se implantará en tu mente y te impedirá cumplir con esa tarea santa, aunque tú la quieras realizar (2).

No es que esto suceda porque él quiera vengarse, el Señor no lo permita, sino debido a Su amor: el Santo, bendito sea, siente una infinita compasión por todo aquello que ha creado. él sabe muy bien que la única manera para que te acerques al bien último es ayudándote a comprender en qué nivel te encuentras y cuán lejos estás del verdadero bien (3). Lo que debes hacer es afligirte frente al Santo, bendito sea, sobre todo el mal que hayas hecho. Confiésale a todo. Derrama tu corazón ante él y pídele por tu misma vida. Pídele que te ayude a acercarte a tu objetivo santo (4). Esta manera que tiene el Santo, bendito sea, de tratar con nosotros es una de Sus maravillas más asombrosas: la comprensión que él tiene de nosotros y de nuestras necesidades es perfecta.

Este concepto es uno de los principales fundamentos de todas las enseñanzas y lecciones del Likutey Moharán; conocerlo es vital si deseamos ser espiritualmente fuertes. Esta idea es central en la lección de «Azamra» (Likutey Moharán, I 282), donde se enseña que es necesario juzgar a todos de manera favorable, tanto a los demás como a nosotros mismos (5). La manera de juzgar a alguien favorablemente, incluidos nosotros mismos, es saber que cada vez que una persona cae, así sea por algo que haya hecho de manera deliberada o no, bajo compulsión o voluntariamente, esa caída es algo que le ha sido enviado desde el Cielo con el propósito de acercarla más.

Sin embargo, aquellos que están lejos del Verdadero Tzadik no comprenden esto (6). También aquellos que siguen al Tzadik necesitan trabajar muy duro para poder recordarlo a cada instante. No importa lo que debas atravesar en la vida, haz siempre el esfuerzo de orarle al Santo, bendito sea, para que él te acerque en tus caídas y que no permita que ellas te alejen más aún, el Señor no lo permita. La enseñanza en Likutey Moharán II 82, «Cuando sales a la batalla,» que trata el tema del «orden» y del «desorden,» tanto en el nivel espiritual como material, como así también el concepto de «¿Qué es nuestra fuerza?» se encuentran ambas basadas en este principio (7). Pueda el mérito de hacer conocer este principio ayudarnos a andar con él. Amén.

Notas – Primer Pilar

1. «Uno no puede siquiera cortarse un dedo si no es bajo decreto del Cielo» (Julin 7b).

2. «El pecado nubla el corazón del hombre» (Ioma 39a). Así, una vez que la persona ha cometido un pecado, su mente se enturbia con la impureza. Hasta un simple pecado enturbia la mente y puede llevar a la persona lejos de la verdad. Con cada pecado adicional la mente y el corazón se embotan más aún, dando lugar a las ideas que llegan para distraerla de su objetivo.

3. «Aquél que viene a purificarse es ayudado. Pero se le dice que sea paciente» (Ioma 38b). Las dificultades experimentadas al tratar de liberarnos del pecado y de los malos hábitos y de retornar a Dios son parte integral de la purificación por la cual es necesario atravesar. Esta es la manera en la cual uno llega a percibir su verdadero nivel y a avergonzarse lo suficiente como para acceder a un genuino arrepentimiento.

4. «Todo aquél que transgrede pero que luego se avergüenza de ello será perdonado» (Berajot 12b). De modo que si la persona desea arrepentirse y se siente genuinamente avergonzada por sus pecados, llegará así a estar más cerca de Dios. Más aún, enseña el Talmud, «Si tu plegaria no fue aceptada, ora nuevamente» (Berajot 32b). Así, la única manera de asegurar que tu arrepentimiento sea recibido es orar constantemente para que sea aceptado.

5. En esta lección, el Rebe Najmán enseña que debemos juzgar a todos de manera favorable, incluso a los pecadores. Entonces también el Cielo los juzgará de modo favorable y esto puede llevarlos al arrepentimiento. Debemos también aprender a juzgarnos a nosotros mismos de manera favorable, pues con seguridad debemos tener al menos algo a favor nuestro. Hasta un pequeño mérito tiene un tremendo poder para lograr que uno se acerque a Dios. «Si hay 999 ángeles acusadores y sólo un ángel defensor, ese único ángel puede superar a los otros 999» (Shabat 32a).

6. «¡Cuán grandes son Tus obras, Oh Señor! Muy profundos son Tus pensamientos. El hombre necio no sabe y el insensato no entiende esto» (Salmos 92:7).

7. Esta lección explica que las cosas no suceden de la manera en que uno desea (en «orden») debido a la propia arrogancia. «Cuando un hombre es arrogante, Dios se aleja de él diciendo, ‘él y Yo no podemos vivir en el mismo mundo'» (Sotah 5a). Sin Dios, ¡cómo es que las cosas pueden estar en orden! De modo que uno debe ser humilde. Entonces Dios estará con uno y hará que todo suceda de la manera apropiada.

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