Profundizando
1. Perspectiva del Amor desde la Torá
El Amor, La Mujer Judía y El Matrimonio
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La influencia de la esposa

Extraído de El misterio del matrimonio. Rabino Itzjak Ginsburgh. Editorial Obelisco

Mientras que el marido debe considerar que la armonía conyugal es un reflejo de su propio desarrollo interno, la siguiente historia del Midrash [1] implica que la esposa tiene el poder de mejorar la conducta de su marido directamente:

Una vez, cierto hombre piadoso contrajo matrimonio con una mujer piadosa, pero no tuvieron hijos. Dijeron: «Nada bueno hacemos para Dios» y se divorciaron. El hombre piadoso se volvió a casar esta vez con una mujer malvada y ella lo hizo malvado. La mujer piadosa se casó con un malvado y lo hizo piadoso. Así vemos que todo depende de la mujer [2].

La mujer mejora el comportamiento de su marido por intermedio de su fe innata en él, proyectando su visión de la naturaleza verdadera y noble de él y viéndolo como si fuera a través de los ojos de Dios.
Un hombre, por lo tanto, invierte trabajo en su matrimonio al corregirse en relación con su esposa, estimando su progreso según la actitud de ella hacia él. La mujer, por otra parte, invierte en su matrimonio centrándose en su marido, ayudándolo (sea él consciente o no de ello) a corregirse y realizar su potencial. Ella lo hace profundizando su fe en Dios y en Su providencia, y su conciencia de Su propósito en la creación (que incluye la imagen rectificada de su marido y su matrimonio). Por esta razón ella es llamada su «ayudante».

Cuando un hombre ve que su esposa se opone a él, debe sospechar que la culpa es de él. Tal vez haya proyectado una imagen de desinterés y falta de compromiso en la relación. Reconociéndolo, debe perdonar la falta de cooperación y devoción de la mujer, viendo por lo contrario que estos defectos son indicadores útiles de su propia ineficiencia en su relación con ella y con otros.

Las peleas domésticas deben servir, sea esa o no la intención consciente de la esposa, para desinflar y neutralizar el ego del marido [3]. Respondiendo a las manifestaciones de insatisfacción de su esposa con comprensión y consideración, en lugar de hacerlo defendiéndose y con hostilidad, el marido comienza el proceso de su propia corrección. Sometiendo su propia inclinación a la ira y relacionándose con su esposa con amor, seguramente hará que ella lo ame a su vez y si él simplemente deja de pensar en ella negativamente la situación mejorará [4].
Por supuesto también es conveniente que la esposa considere que si su matrimonio es dificultoso también es resultado de sus propios defectos. Tal vez sus pensamientos, palabras o acciones impiden que su marido haga su deseo natural de relacionarse a ella en forma positiva. Si ella reconoce esto, podrá perdonarlo [5] y reformular su perspectiva de la relación en forma nueva y positiva.

El marido, viendo que su esposa toma la iniciativa, comprenderá que su conducta negativa en el pasado fue en realidad causada por la impresión de insensibilidad por su parte. Puede entonces comenzar a mejorarse, a refinar su carácter y en particular a aprender cómo relacionarse con amor a su esposa.
Entretanto, el consorte herido debe recordar que nada sucede por accidente, y que seguramente es la Divina providencia quien lo ha puesto en esta situación que ojalá sea temporaria. En lo posible deberá intentar cultivar una actitud de paciencia y confianza en Dios, que seguramente lo somete a esta prueba con algún propósito [6].

Si la tensión no se resuelve por sí misma pese a estos intentos, la pareja debe enfrentarse con la posibilidad que su relación puede ser rectificada sólo finalizándola. El divorcio, cuando es requerido por la Torá, es comparado en el Jasidismo al éxodo de Egipto: un marido que no es el dedicado compañero de su esposa, es como el Faraón para ella [7]. El divorcio es en este caso una forma de liberación, redimiéndola de un ambiente esclavizador y una unión poco saludable. Aunque no es fácil, la mujer debe tener fe que encontrará su verdadero consorte (bashert) en otro lugar, así como el pueblo siguió fielmente a Moisés al desierto y allí descubrió al verdadero Amado esperándolos en el monte Sinaí.
Incluso si se decide que el divorcio es necesario, no hay razón alguna para que haya mala voluntad entre las parte involucradas o respecto a Dios. En base a las actitudes arriba descritas, deben considerar que el tiempo que estuvieron juntos fue un decreto de la Divina providencia, tanto como una manera necesaria de alcanzar cierto grado de rectificación en sus almas, o con el fin de realizar otra parte del plan de Dios para este mundo. Si han sido bendecidos con hijos, deben considerar que el propósito de esa unión fue traer esas almas al mundo.
Y nuevamente, pese a estos consuelos, el divorcio debe considerarse siempre el último recurso, a contemplarse sólo después que otros intentos han fallado, porque como dicen nuestros sabios: «El mismo altar llora cuando uno se divorcia de su primera esposa» [8].

1-Bereishit Raba 17:7.
2- En este capítulo hemos ilustrado cómo la conducta de la esposa es un reflejo del nivel de refinamiento del marido y por lo tanto está en manos de la esposa determinar la actitud y conducta del marido. Sin embargo hemos ampliado esta afirmación diciendo que éste es el caso respecto a las relaciones dentro de la pareja (y por extensión a todas las relaciones interpersonales). En otras palabras, la conducta de la mujer hacia el marido puede significar para él un aliciente para su propio refinamiento, y puede tener expectativas razonables de influir sobre ella. Si ella generalmente se opone a él o es malvada, él debería cuidarse de la lección que implica este midrash. Efectivamente la Torá prescribe divorcio «si él encuentra en ella alguna cosa inmoral » (Deuteronomio 24:1).
Pero incluso en tal caso, el marido debe intentar reformar a su esposa antes de considerar la posibilidad de divorcio «En Dios el atributo de bondad es mayor que Su atributo de castigo» (Sanhedrin 100b), lo que significa que la bondad es más poderosa que el mal, e invirtiendo suficiente esfuerzo, se puede triunfar. En el caso registrado en este midrash, podemos suponer que el marido no era suficientemente justo para convencer a su esposa o que no logró conectarse con su raíz espiritual común y por ello no compartió su rectitud con ella.
En idish, el término para una persona justa en forma privada es tazdik in pelts, «un justo envuelto en pieles». La imagen es la de una persona que una habitación llena de gente, se cubre de pieles en vez de encender una hoguera, que calentaría a todos (Likukei Sijot, vol.3, pag….).
Esto recuerda una enseñanza jasídica basada en el versículo: «Así eran las [ovejas] más desapasionadas para Laban y las más apasionadas para Jacob» (Génesis 30:42). La palabra usada aquí para «desapasionadas» significa según Rashi, que «estaban bien cubiertas de piel y lana y no querían ser calentadas por los machos». En contraste, la palabra «apasionada», significa literalmente «atada» o «conectada», es decir, siempre buscando la compañía de un macho (ver Rambam al respecto). En base a esto, el Rabi Shneur Zalaman de Liadi dijo que si uno no logra conectarse con solicitud al prójimo (siendo esta la característica de Jacob, que personifica la bondad y la santidad), eventualmente se volverá «desapasionado» y será «propiedad» de Laban (que personifica el mal).
3-Este es el significado adicional de la descripción de la mujer como «ayuda frente a él»: Al enfrentarse con él, la mujer puede en forma no intencional ayudarlo a templar su ego.
Una mujer puede ayudar a su marido mejor que nadie a rectificar su imaginación. «Por mérito de mujeres justas Israel fue redimida de Egipto» (Sota 11b). Siendo que Egipto simboliza obscenidad y lascivia (Levítico 18:3; Sifra, Ajarei 18; Vayikra Raba 23:7; Tana D’vei Eliahu Raba 7; Sha’ar Hayijud VehaEmuna, introducción; pag… llamada 6), esto significa que la esposa de un hombre puede ayudarlo a liberarse de su imaginación no rectificada. La primera plaga que llegó a Egipto fue la transformación del agua en sangre , que alude a la imaginación. Es el repetido pasaje a través de las imágenes de vida, vida potencial y muerte, asociadas a su sangre menstrual que le confiere esta capacidad única (ver cap.12).
En adición, la rectificación de la imaginación depende en gran medida de su «vuelta» a, y absorción en la última fuente en el alma, fe, y la fe de la mujer está más profundamente arraigada en su alma que la del hombre. Ver pag….
4-Ver a continuación, pag….Este es un ejemplo de la enseñanza jasídica «Piensa bien y estará bien» a la que nos referimos anteriormente (pag…, llamada 2). Confianza optimista (bitajon) es particularmente pertinente cuando uno ya se ha casado, a diferencia de la mera fe (emuná), que es más necesaria antes del matrimonio.
5-El motivo recurrente de perdón que aparece en este nivel del ba’al teshuvá es el mismo corazón del pacto de matrimonio. La esencia del pacto de matrimonio es el compromiso de perdonar siempre, este compromiso trasciende los límites naturales de las relaciones comunes entre individuos y eleva a la pareja a un plano Divino de existencia.
Al perdonar, especialmente al perdonar al consorte, uno emula al Creador. Dios constantemente perdona las malas acciones de Su consorte amado, Su pueblo Israel. En nuestras plegarias, pedimos tres veces al día el perdón de Dios, y estamos seguros que El nos perdona (ver Igueret HaTeshuva cap.11). Esta bendición en la Amidá: «Perdónanos, Padre nuestro, porque hemos pecado…» corresponde en la Cábala a la Sefirá de Jesed, «misericordia», porque el perdonar (constantemente) al otro es la mayor expresión de amor por él.
De acuerdo al principio general que el despertar superior requiere un despertar de abajo, cuanto más expresemos nuestro perdón el uno al otro (especialmente entre consortes), más mereceremos experimentar el perdón de Dios.
El perdón es más necesario respecto al «defecto del pacto» ( ver en extensión en Igueret HaTeshuva). Su manifestaciónesencial es la resolución de la pelea marital , cuyo fin es el refuerzo constante del pacto de matrimon io.
6- En general uno debe hacer lo posible por conservar el matrimonio, aunque esto implique soportar una esposa ruda mientras uno elabora la actitud propia (ver Pele Yoetz, Ahavat Ish VeIsha, basado en Yevamot 63ab).
7-Ved el comentario jasídico Ramataim Tzofim, acerca del comienzo de Tana D’vei Eliahu Raba. Claramente, la situación inversa también es posible: un marido puede estar esclavizado a su esposa; dado este caso el divorcio (si es requerido por la Torá) es su liberación de la esclavitud.
8- Guitin 90b.

Rabino Itzjak Ginsburgh

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