La grandeza de Rabi Abraham
Muy grande era la sabiduría y los conocimientos de la Torá del Gaón Rabí
Abraham Antebi .
Todas sus acciones estaban coronadas por la santidad y la rectitud. Su influencia se hizo sentir en la ciudad de Alepo, Siria, cuando fue nombrado jefe del tribunal rabínico de la comunidad, hace unos 60 años.
A pesar de su importante puesto y el pesado trabajo que recaía sobre sus hombres, el rabino mismo iba los viernes y víspera de fiestas al mercado para hacer las compras para Shabat y las fiestas, para honrarlas él en persona como hacían los sabios del Talmud.
En víspera de la fiesta de Shabuot, Rabí Abraham madrugó según su costumbre, se puso el Tefilín, y vistió su Telet. Se dirigió al Bet Hakeneset, besó la Mezuzá e ingresó a la sinagoga.
Siempre Rabí Abraham intentaba ser uno de los primeros miembros del Minian. Cuando se completó el Minian, comenzó el oficiante a decir: «Iehudá ben Temá decía: «Sé fuerte como un tigre para cumplir con la voluntad de tu Padre Celestial; el destino del insolente es heredar el infierno, del vergonzoso heredar el paraíso».
Al finalizar las oraciones, estudió el rabino la clase diaria de Talmud junto con rabinos y feligreses de la ciudad.
Concluida la clase, salió el rabino al mercado, a comprar lo necesario para celebrar Shabuot.
Al llegar al mercado se encontró con un grupo de bandidos conducidos por un matón judío de nombre: Abu Shajud Mustafa.
El rabino, al escuchar las indecentes y obscenas palabras en las cuales estaba ocupada la banda, se estremeció y no pudo contenerse. Se dirigió al jefe de la banda, con severas palabras de reprobación, diciéndole: «Cómo no te avergüenzas de pronunciar semejantes palabras, ensuciando e impurificando tu alma».
El bandido que en un principio no había advertido la figura del rabino, quedó absorto y no supo que contestar.
Los compañeros del bribón se miraron unos a otros y se burlaron de quien los conducía con mano de hierro y ahora era duramente reprendido.
El jefe del grupo pensó cómo avergonzar al rabino, para salvar su posición en ojos de sus camaradas.
El bribón tendió una emboscada al rabino y cuando Rabí Abraham pasó por el lugar intentó acuchillarlo.
En el mismo momento que levantó la mano para atacar el rabino, la mano se detuvo en el aire y no la pudo mover.
Procuró levantar la mano o bajarla, pero todos los intentos fueron vanos.
Se retorcía de dolores y no pudo encontrar alivio a su sufrimiento.
A causa de sus fuertes dolores y la paralización completa de su brazo, no tuvo alternativa fuera de acercarse a la casa del rabino y pedir su perdón, quizás así acepte rezar a Di-s para que lo cure.
Llegó a la casa de Rabí Abraham, sumiso y avergonzado. Al ver al rabino se posternó a sus piernas y con lágrimas sobre sus mejillas pidió perdón al rabino por haber intentado atacarlo.
«¿Acaso piensas que tú puedes decidir acerca de mi vida?», volvió a reprenderlo Rabí Abraham.
En lugar de respuesta, se escuchó el llanto y los suspiros del hombre. Viendo Rabí Abraham que el arrepentimiento del hombre provenía de lo más hondo del corazón, se acercó a él, le bajó delicadamente la mano y todo volvió a la normalidad.
Inmediatamente le dijo al bribón: «Salga tu pecado, sea expiadado». Lo siguió reprendiendo por el pasado y le mostró como debía conducirse de aquí en adelante.
El hombre avergonzado, con la cabeza inclinada, prometió cambiar el curso de su vida.
«Bendígame rabino», pidió humildemente al despedirse. Colocando el rabino sus dos manos sobre su cabeza, le dijo: «Te bendiga Di-s y te proteja… y que te de paz», y se despidieron amistosamente.
Un testigo (Rabí Iosef Iedid Haleví) contó, que vio con sus propios ojos a
este hombre estudiando Torá, en una Ieshibá de la ciudad santa de Sefad.
El personaje de la historia, le mostró la mano doblada parcialmente y le
contó la historia de lo acontecido con Rabí Abraham Antebi, en los días de su juventud. Agregó que la bendición del rabino se cumplió, llegando a hacer Teshubá por completo y gozó llegar a una feliz vejez.
Cada fiesta de Shabuot, el hombre fijó la costumbre de contar su cuento en público para ayudar a los fieles a acercarse sinceramente a Di-s.
Extraído de: «Mi Boca Contará»
Mekadesh Israel
(Gentileza Revista semanal Or Torah, – website: http://www.or-torah.com.ar )