La bendición de Rab Abujazira
El día 4 de Shebat, es la fecha del aniversario del fallecimiento de uno de los más grandes personajes rabínicos de los últimos tiempos: Rabí Israel Abujazira Z’L. En este número citaremos, en su recuerdo, un relato de su vida.
Corrían los días de la segunda guerra mundial. El ejército alemán había llegado a Marruecos, y entre los que se llevaban para interrogar, no hacían diferencias si se trataba de reyes. En una ocasión se hicieron presentes los soldados nazis en la casa del Pashá (cargo jerárquico árabe) de la ciudad de Bundib, residencia de Rabí Israel Abujazira Z»L. Cuando se lo estaban llevando preso, pasó por ahí Rabí Israel y el Pashá pidió hablar unos segundos con él. Los nazis le concedieron su pedido, y éste fue el diálogo que entablaron:
«Rabí, ¿tiene usted hijos?». «Sí, tengo un hijo único. Se llama Meir (posteriormente fue el Gran Rab conocido como «Baba Meir»)». «Quiero que en este momento bendiga a su hijo».
Rabí Israel accedió y procedió a bendecir emocionadamente a su hijo, sin saber qué era lo que se proponía el Pashá. Cuando acabó de bendecirlo, el Pashá le pidió al Rab: «¡Ahora quiero que me bendiga a mí, para que me salve de las garras de estos salvajes!».
Rabí Israel Abujazira mencionó el nombre del Pashá y le dio su Berajá, luego de lo cual se lo llevaron a comparecer frente a un tribunal militar.
Pasaron sólo dos días y el Pashá estaba otra vez en su casa, cosa muy extraña pues -por lo general- los que eran llevados prisioneros por los nazis tardaban mucho tiempo en «regresar», si regresaban.
El Pashá pasó por la casa del Rab y le dijo: «No tengo dudas de que me he salvado gracias a su bendición. Ahora no es momento de abundar en palabras. Tome una carta mía, y cuando termine toda esta situación venga a verme a mi palacio en la ciudad de Fez».
La guerra terminó, y Rabí Israel Abujazira se hizo presente en el palacio del Pashá en Fez. Se pusieron a conversar de un tema y otro, y luego el Rab quiso dilucidar el interrogante: «¿Por qué ese día que lo estaban llevando preso me pidió que bendiga a mi hijo y luego a usted?». «Porque en la Torá de ustedes está escrito: «Así como se apiada un padre de su hijo, se apiada Hashem de Sus criaturas». Cuando usted bendijo a su hijo, provocó en el Cielo que se aumente la cualidad de la Misericordia, y en ese momento quería recibir de usted su bendición para mí. Y ya ve que no me equivoqué. Milagrosamente salí en libertad al otro día».
Mientras Rabí Israel se quedaba pensando, el Pashá le dijo: «Yo le debo la vida, Rabí. Quiero darle una cantidad de dinero para recompensarlo». Dicho esto, sacó de sus ropas una bolsa conteniendo piedras preciosas y monedas.
«No, no», exclamó el Rab. «Yo no quiero algo para mí solo. Quiero algo para todo mi pueblo». «¿Quiere una suma de dinero que le alcance para toda su gente?», preguntó el Pashá. «No, me refiero a algo mucho más importante: quisiera que cuando mi pueblo se encuentre en apuros, su gobierno nos apoye y nos proteja», respondió el Rab.
«Cuente con ello», le aseguró el Pashá.
En los últimos tiempos, en los que casi todos los países árabes se convirtieron en adversarios del pueblo de Israel, quedó -paradójicamente- el reino de Marruecos como nuestro aliado, tanto en el trato que le prodigan a los judíos residentes en Marruecos como en las decisiones políticas internacionales en favor de Israel. Todo gracias a la bendición que le otorgó Rabí Israel Abujazira al Pashá, que se extendió hacia todo nuestro pueblo.
Hasaba Kadisha
(Gentileza Revista semanal Or Torah, Suscribirse en: ortorah@ciudad.com.ar )