Iom Kipur (el Día del Perdón)
(extraído de Relatos del Talmud – Rosh Hashaná, Iom Kipur, © Edit. Benei Sholem)
Era el punto culminante del día de Iom Kipur. El Cohén Gadol (Sumo Sacerdote), imponente con sus deslumbrantes vestimentas blancas, estaba acompañado por su asistente a su derecha y el rosh beit av a su izquierda. (El asistente era un cohén [sacerdote] designado para ocupar su lugar si sucedía algo que lo inhabilitaba en su servicio. El rosh beit av era la cabeza de la familia a quien le tocaba el turno para hacer el servicio ese día. Todos los cohanim se dividían en veinticuatro guardias, cada una de las cuales servía durante una semana completa. Los guardias se subdividían en seis familias, cada una de las cuales servía un día diferente de la semana. En Shabat (el sábado), las seis familias servían juntas.
Una caja de sorteos estaba ubicada delante del Cohén Gadol. Era un cofrecito de madera. La Torá, a la cual no le gusta ver que se gasten fondos judíos de un modo innecesario, no requiere que se utilicen oro o plata para los objetos que no son parte del servicio real del Beit Hamikdash (Templo Sagrado de Jerusalem). El cofrecito contenía dos suertes. Una llevaba las palabras: «Para Hashem (literalmente: el Nombre, de Di-s)» y la otra: «Para Azazel».
El Cohén Gadol sacudía la caja y levantaba una suerte en cada mano. Si la suerte para Hashem aparecía en su mano derecha, su asistente le decía: «Cohén Gadol, señor, levanta tu mano derecha» Esta era una buena señal. Si la suerte de Hashem caía en su mano izquierda, el rosh beit av decía: «Cohén Gadol, señor, levanta tu mano izquierda».
El Cohén Gadol entonces tomaba la suerte de su mano derecha y la ponía sobre la cabra que estaba parada a su derecha, y la suerte de su mano izquierda sobre la cabra que estaba de pie a su izquierda.
Los cuarenta años de servicio de Shimón Hatzadik como Cohén Gadol fueron caracterizados por abundante bendición y éxito. En sus días, la suerte «para Hashem» siempre aparecía en su mano derecha. Pero luego de su muerte, la suerte a veces aparecía en la derecha y otras veces en la izquierda.
En su época, el listón de lana roja atado a la cabeza de la cabra consignada a Azazel se volvía blanco, demostrándoles a todos que los pecados de la gente fueron perdonados, como está escrito: «Si tus pecados fueran tan rojos como escarlata, se volverán blancos como la nieve» (Ieshaiahu – Isaías 1:18). Más tarde, no se volvía blanca invariablemente.
En su época, la mecha occidental de la menorá (candelabro) ardió día y noche durante cuarenta años. Pero luego de su muerte, en algunos momentos ardía, y en otros momentos se extinguía.
En su época, el fuego que estaba encima del mizbeaj (altar) siempre ardía firmemente, por más que no agregaban madera después de ordenar la madera a la mañana. Sin embargo, dos leños se agregaban durante el sacrificio de la noche como requería la halajá (ley judía). Pero luego de su muerte, el fuego algunas veces ardía firmemente y otras veces disminuía.
En su época, el omer, los shtei halejem (las dos hogazas) y los lejem hapanim (los doce panes de la proposición) fueron bendecidos. Había suficiente para que cada uno recibiera un kezait (una medida equivalente a una aceituna) para comer y saciarse, y hasta tenían sobras. Pero después de la muerte de Shimón Hatzadik, una maldición recayó sobre ellos. Cada Cohén recibía una porción más chica, sólamente tan grande como una haba. Los más humildes no tomaban una porción ya que no había suficiente para ser apto para la medida mínima. Los codiciosos tomaban su parte y la comían. Cierta vez, un kohén comió tanto su porción como la de su vecino. A partir de ese momento, lo apodaron «Ben Jamtzan» («el arrebatador)».
* * *
Un año, en Iom Kipur, Shimón Hatzadik salió tranquilamente del Santo de los Santos, pero esta vez, sus ojos no resplandecían y el buen ánimo que era habitual en él se transformó en angustia. Se veía melancólico.
«¿Qué le aflige a usted, Señor?» le preguntaron aquellos que estaban próximos a él.
«Este año» murmuró Shimón Hatzadik «moriré».
¡Que declaración shoqueante!
Y continuó diciendo: «Cada Iom Kipur un hombre anciano vestido completamente de blanco solía entrar conmigo al Kodesh Hakodashim (el Santo de los Santos) y me acompañaba al salir. Cuando lo vi hoy, estaba vestido de negro de la cabeza hasta los pies. Entramos juntos, pero él no salió. . .»
Después de Sucot, Shimón Hatzadik se enfermó. Sufrió durante siete días antes de que su alma regresara con su Creador. Todos sintieron la pérdida intensamente; la gran luz de la generación se extinguió. A partir de ese momento, los cohanim dejaron de pronunciar el Nombre Inefable cuando bendecían a la gente.
Durante cuarenta años antes de la destrucción del Templo, la suerte con el nombre Hashem escrito sobre ella dejó de aparecer en la mano derecha del Cohén Gadol; el listón de lana roja atado a la cabra para Azazel no se volvió blanco en Iom Kipur; la luz de la mecha occidental de la menorá, la cual ardía constantemente cuando Shimón Hatzadik era Cohén Gadol, se extinguió con las otras luces, y tenía que ser encendidas nuevamente todos los días; y las puertas del hejal (arca donde se guardaban las Tablas de la Ley) se abrían espontáneamente, como si estuvieran invitando a un enemigo para que entre.
Rabí Iojanán ben Zakai reprendió a las puertas y les dijo: «Hejal, hejal, ¿por qué te perturbas a ti mismo con estos presagios? Yo sé que estás destinada a ser destruído. Zejariá ben Ido ya profetizó acerca de ti: «Abre, Levanón (el Beit Hamikdash), tus puertas, y deja que el fuego consuma tus cedros» (Zejariá – Zacarías 11:1)».
Rabí Itzjak ben Tavla dijo: «¿Por qué el Beit Hamikdash fue llamado Levanón? Porque blanqueó (laván: blanco) los pecados de Israel».
Rabí Zutrá bar (hijo de) Tuviá dijo: «¿Por qué el Beit Hamikdash fue llamado bosque? Como está escrito: «Beit iaar haLevanón (la casa del bosque Levanón)» (Melajim – Reyes1 10:7). Puesto que así como un bosque florece del mismo modo el Beit Hamikdash florece». Como dijo Rabí Hoshaiá: «Cuando Shlomó (el Rey Salomón) construyó el Beit Hamikdash, plantó árboles frutales dorados los cuales milagrosamente producían frutos dorados. Cuando soplaba el viento, el fruto caía, está escrito: «Ojalá que sus frutos repitan el sonido del Levanón» (Tehilim – Salmos 72:16), y los kohanim se sustentaban recogiendo los frutos. Cuando un gentil entraba al Beit Hamikdash, los frutos se marchitaban, está escrito: «Y la flor del Levanón era desdichada» (Najúm 1:4). Pero el Todopoderoso restaurará este árbol frutal dorado en el futuro, como está escrito: «Florecerá abundantemente y se regocijará, aún con alegría y con canto; la gloria del Levanón será entregada a él» (Ieshaiahu 35:2)»