Festejando
La historia de Pesaj, según jasidut de Breslov
Pesaj
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Historia IX

(selección extraída del libro «La Hagadá de Breslov» © Breslov Institute Research – www.breslov.org)

 

Era ahora la noche del séptimo día del Exodo, el 21 de Nisan y el Séptimo Día de Peisaj. Dios le dijo a Moshé, «Diles a los Judíos que comiencen a andar. Levanta tu vara y extiende tu mano sobre el Mar Rojo y Yo haré que el mar se abra… Egipto sabrá entonces que Yo soy Dios.» La Nube de Gloria que se encontraba frente al campamento Judío se movió hacia la retaguardia, sirviendo de escudo entre su campamento y el de los Egipcios. La Columna de Fuego iluminó el campamento Judío durante toda la noche, mientras que la Nube de Gloria hizo caer la oscuridad sobre el campo Egipcio. Durante toda la noche los Egipcios estuvieron disparando sus flechas y arrojando sus lanzas contra los Judíos, pero la Nube de Gloria las absorbió a todas de modo que ningún Judío fue herido por ellas. De hecho, de acuerdo a algunas opiniones, esas flechas y lanzas rebotaron y se volvieron en contra de los Egipcios, juntamente con el granizo «suspendido» que había quedado de la plaga. Moshé hizo como le dijera Dios y extendió la vara sobre el Mar Rojo. Pero el mar se negó a abrirse. Dijo el mar, «¡Yo fui creado antes que tú y no me abriré delante de un hombre!» Moshé arguyó que él estaba viniendo en Nombre de Dios, pero el mar continuó negándose a obedecer. Mientras tanto, los Egipcios comenzaron a acercarse y los Judíos se sintieron más y más angustiados. Se volvieron a Moshé quien les aseguró que bajarían al mar y lo cruzarían. Pero aunque Moshé levantaba su vara y los Egipcios se acercaban cada vez más, el mar seguía sin abrirse. Para empeorar las cosas, los Judíos vieron barro y arcilla en la orilla del mar, cosa que les hizo recordar los horribles días de su esclavitud en Egipto. «En Egipto nos hundían y enterraban en el barro, ¿también aquí pasará lo mismo?» Era una prueba de fe al más alto nivel. Najshón, el hijo de Aminadav, de la Tribu de Iehuda, creyó en Moshé y se lanzó al bullente mar. Pero aun así el mar no retrocedía. El agua llegó hasta su nariz amenazándolo con hundirlo por completo. Entonces, en ese preciso momento, Dios Mismo apareció sobre el mar, el que instantáneamente se abrió en doce sendas, una para cada tribu. Al abrirse el Mar Rojo también se abrieron todos los océanos, los ríos y los lagos del mundo; incluso todo aquello que contuviese agua, hasta el agua en vasos y jarras. Esto sirvió para informarle al mundo entero sobre el milagro que Dios había producido. Dios realizó numerosos milagros para los Judíos en su cruce por el Mar Rojo:

1) La Separación del mar.
2) El fondo del mar se transformó instantáneamente en tierra seca, de modo que los Judíos pudieron cruzar sin inconveniente alguno.
3) El fondo del mar por sobre el cual caminaban los Judíos fue nivelado y allí donde era más profundo el agua se congeló como si fuese mármol, de modo que los Judíos no tuvieron que subir y bajar en su marcha.
4) Las paredes de agua que separaban los senderos de las doce tribus eran transparentes, de modo que los Judíos podían ver que todos habían cruzado a salvo. También el agua formó una cúpula por sobre sus cabezas.
5) Agua dulce fluía de las paredes, de modo que los Judíos podían beberla. El agua que no era bebida se mantenía suspendida en el aire.
6) Toda clase de árboles frutales crecían del lecho del mar y todo aquél que así lo desease podía disfrutar comiendo de sus frutos. También crecían hierbas para alimentar el ganado que acompañaba a los Judíos.
7) Un aroma del Jardín del Edén acompañó a los Judíos a través del mar.
8) Todo el cruce de varios millones de personas sólo duró unas pocas horas.
9) Los Judíos merecieron ver la Divina Presencia. Entre los Judíos se encontraban aquellos cuyas madres los habían abandonado al nacer, dejándolos en el campo, por temor a los decretos de los Egipcios. Ahora reconocían la Divina Presencia, reconociendo a Dios desde su infancia y exclamaban, «¡Este es mi Dios y yo Lo alabaré!» Esta revelación de Dios en el Mar Rojo fue tan grande que sobre ella enseñan nuestros Sabios: «Una sierva vio en el Mar Rojo más que el profeta Ezequiel [cuando tuvo su Visión de la Carroza].»
10) El ángel Gabriel anduvo por las aguas del Mar Rojo llevando una advertencia a cada una de sus direcciones. «Cuiden a los Judíos por su izquierda, pues ellos llevarán los Tefilín en su mano izquierda. Cuiden su lado derecho, pues en su mano derecha recibirán la Torá de Dios. Cuiden del frente, pues allí serán circuncidados. Cuiden sus espaldas, pues el nudo de atrás de sus Tefilín estará sobre la parte de atrás de sus cuellos.»

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