Hágalo Circular

Extraido de Jabad Magazine. De MeaningfulLife.com, Basado en las enseñanzas
del Lubavitcher Rebe
El círculo marca el límite entre el área definida dentro y la extensión in cuantificable de fuera; entre lo mensurable y el infinito, entre el conocido y lo desconocido. De hecho, el propio círculo es un misterio, su valor se reveló sólo como la enigmática Pi, que no es un número en absoluto sino un cordón de números que se estira hacia la infinidad insondable.
En las enseñanzas de la Kabalá, el círculo representa la luz abarcativa que idea nuestra realidad. La Kabalá diferencia entre dos tipos de luz Divina: una penetrante luz interna (ohr penimí), y una luz trascendente y abarcativa (ohr makif). La luz interna describe un flujo de energía Divina que conforma los parámetros de nuestras vidas. Por ejemplo, los funcionamientos de la naturaleza o los procesos de la historia, son en verdad, influencias Divinas en nuestra existencia; pero éstas son influencias Divinas que han asumido una forma y naturaleza que podemos comprender, relacionarnos e internalizar.
La Torá que es la Sabiduría y Voluntad Divina, que se hizo palpable a la mente humana y aplicable a la conducta humana, es otro (aunque más elevado) ejemplo de luz interior. Pero hay manifestaciones supra-naturales, supra-racionales de luz Divina. Las llamamos milagros, misterios existenciales, y experiencias alucinantes; no podemos entenderlos ni podemos asimilarlos, sólo podemos aceptarlos y someternos a ellos. No quiere decir que la luz abarcativa es algo que está fuera de nuestro ser. En las palabras del Tania, penetra nuestra realidad desde la cabeza a los pies, a su punto más profundo -es como el elemento esencial (de hecho, más básico) de nuestra existencia como la luz interna. Y así como baña nuestro ser, permanece apartada y más allá de nosotros, sosteniéndonos en su abrazo y eludiendo nuestros esfuerzos para asirla y definirla.
El alma del hombre que se creó en la imagen de Di-s, también emite ambas luces, una interna y una luz abarcativa. Se manifiesta vía lo finito y las facultades definidas, como sus sentidos, talentos, intelecto y sentimientos. Pero también exhibe poderes abarcativos como la voluntad, el deseo, la fe, y la capacidad para el auto-sacrificio. Éstos son poderes supra-racionales y supra-naturales que desafían los constreñimientos de la física y la razón e incluso los axiomas del propio interés y la auto-preservación.
TRES CIRCULOS
El matrimonio es el esfuerzo más supra-racional y supra-natural emprendido por el hombre. El que dos individuos se vuelvan uno es violar todas las leyes del ego e identidad, para superar la regla existencial básica que uno más uno hace dos. Así es que en el matrimonio es cuando más emulamos a Di-s, creando vida y eternizando lo temporal (reproduciéndose, el hombre y la mujer crean no sólo a un niño sino también el potencial de ese niño para tener hijos, y para que sus niños puedan tener hijos, ad infinitum). Cuando dos se vuelven uno, transcienden lo finito y mortal, liberando la única facultad humana que es infinita y Divina.
El matrimonio requiere la activación de los poderes abarcativos de todos aquéllos que están involucrados. Hay tres socios en un matrimonio: hombre, mujer y Di-s- y cada parte contribuye con la dimensión supra-existencial de su existencia. Un matrimonio consiste, por consiguiente, en tres círculos: el círculo femenino, el círculo masculino y el círculo Divino. La ceremonia de la boda empieza con la novia rodeando al novio. Siete veces ella da vueltas alrededor de su futuro marido, envolviéndolo en la luz abarcativa de su alma, comprometiéndose a una unión que transciende la razón y el ego. El novio hace entonces lo mismo rodeando su dedo con un anillo, consagrándola como su esposa. Y todo esto ocurre bajo la jupá (el dosel nupcial) que representa el abrazo de Di-s a la pareja con Su luz abarcativa, reforzándolos para trascender los confines del ego y unirlos en el edificio eterno del matrimonio.