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Haciendo negocios en la feria

Viajaron algunos comerciantes judíos a la feria como era su costumbre anualmente. Los grandes comerciantes habían hecho importantes transacciones que les produjeron elevadas utilidades, mientras que los más pequeños también consiguieron una respetable ganancia.
En su camino de regreso a casa, platicaban entre sí de lo acontecido en la feria. Cada quien contaba cual fue su punto de vista de la feria y qué negocios logró hacer en ella.
Sin embargo en una esquina permanecía uno de ellos sin platicar. ¿Porque no nos cuentas tú?», se dirigieron hacia él, «¿Cuál fue tu experiencia en la feria? ¿Qué compraste, qué vendiste y cuánto ganaste?».
«Siento desilusionarlos», contestó aquel, «pero no he hecho ningún negocio en la feria. No compré ni vendí nada, así que regreso a casa en el mismo estado en que salí, sin ninguna utilidad».
Comenzaron todos a mofarse de él.
Era una persona rara, dijeron. Usualmente la gente espera la feria durante meses y se pasa el tiempo haciendo los debidos preparativos para ello, ya que saben que es una oportunidad única que les puede dar una utilidad para muchos días. «Tú, viajaste a la feria, gastaste en viático y hospedaje, y sin embargo regresas a casa sin haber tomado parte en ella, es decir que vuelves a tu hogar más pobre de cómo lo eras antes de salir».
Se escudó el pobre comerciante con diferentes excusas, trató de explicarles a qué se debió su actitud tan singular, hasta que logró darles a entender el motivo de su fracaso. Ellos por su parte al ver que tenía un motivo justificado, dejaron de mofarse de él, pero con ello no cambiaba su situación, él había quedado humilde y desdichado.
Desciende el alma de los cielos a este mundo que se asemeja a una gran feria, ya que en él es posible hacer buenos negocios. Realmente aquí puede la persona enriquecerse con Torá y Mizvot, siendo su oportunidad única. Y efectivamente, muchos aprovechan la situación y se ocupan de hacer buenas negociaciones logrando así volver a casa, al mundo de la verdad con un gran capital. Sin embargo otros desperdician vanamente su estancia en la feria, por lo que al volver a casa lo hacen con las manos vacías.
Al llegar al mundo de la verdad, sólo son motivos de burla y crítica: ¡Son unos tontos! Tuvieron una oportunidad tan tentativa de enriquecerse y la han desperdiciado. En esos momentos, procuran ellos excusarse y explicar porqué no hicieron negocio durante la feria, y podría ser incluso la excusa sea buena, pero eso no aportará nada a su actual situación y permanecerán humildes y desdichados.

Extraído del libro «Las fábulas del Jafez Jaim»

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