Haazinu-Shuba
«Y era toda la tierra de una misma lengua y de unas mismas palabras (de un solo parecer)» Genesis XI-1
El Yalcut Shimoni Parashat Noaj (12), basandose en el versiculo de referencia, dice entre muchas otras cosas que en la generacion de la division reinaba la concordia, el amor y la paz entre los hombres. El mismo versiculo aparentemente nos descubre el secreto de la fraternidad imperante en aquella epoca decisiva para la historia de la humanidad. El idioma comun que compartian, fue el factor principal que cimento esa union fraterna. Es decir, entre los hombres de aquella epoca existia una verdadera comunicacion. Desde el mismo instante en que se interrumpio esa comunicacion porque su lengua fue confundida, se dispersaron sobre la faz de la tierra. Dando origen de ese modo, a la creacion de pueblos y naciones. El anhelo de supremacia de un pueblo sobre otro y de una nacion sobre otra, dio paso a la rivalidad y a la discordia. Y desde entonces, guerras fratricidas asolan a la humanidad.
Si el versiculo nos descubre, que el idioma juega un papel fundamental en la comunicacion y en la comprension entre los hombres, y que la causa de la division y de la discordia reinante entre los pueblos y naciones, radica principalmente en que no comparten un idioma comun, la solucion para ese candente problema seria:
-Crear una lengua unica para toda la humanidad-
Hubo muchos humanistas que asi lo pensaron, mas pasado el periodo de euforia que acompania siempre a una idea nueva, la misma se desvanecio ante la indiferencia del mundo.
No es una tarea sencilla crear un idioma comun para toda la humanidad, y todavia menos lo es, restablecer la comunicacion interrumpida entre los hombres. Ademas de que esa lengua no lograria restablecer la grave incomunicacion que aqueja al mundo desde hace muchos siglos, y que ha causado tantas calamidades a la humanidad. Es que el problema no radica unicamente en el idioma, porque son muchos los pueblos y las naciones que comparten una misma lengua, y hasta participan de una misma cultura. Y no obstante a ello, no se entienden, no existe entre ellos comunicacion alguna.
Cabria entonces preguntar: ¿Por que atribuye el versiculo de referencia a la lengua comun que compartian los hombres de aquella generacion, la concordia, el amor y la paz imperante entre ellos?
Mas si observamos detenidamente el versiculo de referencia, veremos que el mismo agrega un factor mas: «…y de unas mismas palabras (de un solo parecer)». No compartian unicamente una misma lengua entre ellos, sino que tambien compartian una misma idea. Comunicarse no significa compartir una lengua en comun, sino participar de un mismo objetivo, de un mismo ideal.
El interrogante a responder consiste en explicar: ¿Como es posible que pueblos y naciones que comparten ademas de una misma lengua, una misma cultura, y no obstante ello, no se entienden, no comparten un mismo ideal? Y aun es mas dificil de explicar, que un mismo pueblo y una misma nacion, se halle dividido a un tal grado que entre ellos mismos estallen graves y sangrientos conflictos.
La causa parece ser que reside en el ideal que los unio en un comienzo. Tanto los pueblos como las naciones compartian en un comienzo un ideal comun. Mas ese ideal no era lo suficientemente fuerte para resistir los embates del tiempo e imponerse a los intereses personales de cada individuo. Ningun ideal que no tenga por objetivo ligarse a D-os, tiene la fuerza de cohesion necesaria para unir a los hombres en un solo ser de una sola mente y de un solo corazon. Solamente el Uno (D-os), tiene esa fuerza de cohesion. El versiculo de referencia en su idioma original, el hebreo, dice: «Y era toda la tierra de una misma lengua y de Debarim Ajadim».
Devarim ajadim, no significa unicamente que eran de un solo parecer, sino que ese parecer giraba en torno del Ejad (Uno), de D-os. Todos sus pensamientos y todos sus actos, tenian como unico objetivo ligarse a D-os, al Ser de Naturaleza Unica Indivisibe. Ese ideal fue el verdadero factor que unia a todos los hombres de aquella epoca. El idioma comun lo facilitaba, mas no era la causa de la concordia reinante. Pero, ¿que dice el versiculo siguiente?: «Y sucedio que yendose del Kedem (anterior) hallaron un valle en la tierra de Sinar, y se establecieron alli» (Genesis XI-2).
El Midrash Raba comentando este versiculo, dice: «Dijo Rabi Elazar, el hijo de Shimon: Su propia esencia (ser), se alejaron del Kadmono (Anterior a la Creacion -D-os-). Dijeron: No lo queremos a el, ni a Su Shejina» (Bereshit Raba XXXVIII-7).
Cuando los hombres se alejaron del Uno, de D-os, perdieron la idea de lo que significa la fe en D-os como Ser de Naturaleza Unica Indivisible. Se acercaron a la idolatria, al multiplo, y se dividieron. El versiculo lo confirma: «Y dijeron: Vamos, edifiquemos para nosotros ciudad y torre, y que su cuspide llegue al cielo, y hagamonos de un shem (nombre), para que no nos dispersemos sobre la faz de la tierra». (Genesis XI-4).
Nuestros sabios de bendita memoria explican que el vocablo hebreo que emplea el versiculo: -shem- define un nombre impuro, un idolo. La torre que descollaria por encima de la ciudad, seria el idolo al cual convergerian todos los hombres dispersos por todas las latitudes de la tierra. Esa torre inmortalizaria sus nombres por la eternidad, les daria fama, honor y gloria. Su generacion seria admirada y venerada por todas las generaciones futuras. La torre, seria el monumento que legarian a la posteridad.
En el fondo de toda obra descollante, encontramos a D-os, o a la idolatria. Encontramos a D-os, cuando sus causas estan basadas y fundamentadas en el bien de la humanidad, y sus efectos son el sobrecogimiento y la humildad. Y encontramos a la idolatria, cuando sus causas estan basadas y fundamentadas en la fama, y sus efectos son el endiosamiento y la soberbia. Los hombres de la generacion de la division, cambiaron a D-os, el Uno, por la idolatria el multiplo, ya que habrian tantos idolos como hombres existirian.
El versiculo emplea el vocablo:-shem- porque precisamente en eso consiste el endiosamiento y la soberbia, hacerse de un nombre, destacarse por encima de todos.Ciertamente, el hombre es la ciudad, la torre su cabeza. Su cabeza pretende llegar hasta el mismo cielo, desplazar a D-os, y ocupar Su lugar.El hombre desde que abandono a D-os, Su Creador, ansia y busca afanosamente y desesperadamente la fama. Cree que ella evitaria su desvanecimiento en la nada. Por eso teme tanto a la dispersion y le aterroriza la vastidad del mundo. Siente una angustia mortal ante el temor de desaparecer; de ser devorado por el tiempo inmemorial y por el espacio infinito. Y proyecta esa ansiedad, en levantar torres y monumentos que seran idolatrados y venerados por la posteridad.
Ese modo de tratar de dejar un recuerdo perenne de su paso por el mundo, lo alejo de su propia esencia e hizo que su dispersion interna se acentuara profundamente. Y con el fin de reencontrarse consigo mismo y de volver a unirse con sus semejantes, comenzo a crear idolos a su semejanza, donde el seria el centro de atencion. Mas, cuando mas idolos crea, mas disperso se halla. Ningun ideal producto de la inventiva del hombre, lograra eencontrarlo consigo mismo, y por ende con la humanidad. La division, fue el resultado de la sustitucion de D-os por la idolatria.
«Y dijo el Eterno: He aqui un pueblo y una misma lengua para todos ellos, y esto es lo que les hizo comenzar a hacer…». (Genesis XI-6).
La union es deseable cuando el fin es bueno, mas no lo es cuando el fin es malo.«…confundamos su lengua, para que no entienda cada uno el lenguaje de su companiero». (Genesis XI-7).
Y desde aquel entonces, no se entienden. De nada y para nada les sirvieron los multiples y variados idolos que crearon. El mundo es una Babel, cada uno habla un idioma distinto. Hay tantos idiomas como hombres existen. Cada cual a si mismo se tiene presente, el idolo de turno es solo una excusa. D-os los disperso, porque ya estaban dispersos. Cuando se alejaron del Uno, se dispersaron animicamente, y la division comenzo a reinar en la tierra. Unicamente retornando al Uno, podran los hombres estar fisicamente dispersos por todos los confines de la tierra, y la union, concordia, amor y paz imperara entre ellos. El profeta lo augura e Israel ansiosamente lo espera:«He aqui, que Yo os envio a Elias el profeta, antes de que llegue el dia del Eterno, el grande y asombroso. Y hara retornar el corazon de los padres a los hijos, y el corazon de los hijos a los padres,…». (Malaquias III-23/24).
Mas, para adelantar ese feliz acontecimiento, no debemos ignorar la recomendacion que nos hace el mismo profeta en el versiculo previo al augurio:«Acordaos de la Ley de Moises, Mi siervo, a quien ordene en Joreb sobre todo Israel, estatutos y leyes». (Malaquias III-22). Proclamemos pues el: «Oye Israel, el Eterno, nuestro D-os, el Eterno es Uno». (Deuteronomio VI-4). Y como respuesta oiremos: «Y quien es como Tu pueblo Israel, pueblo uno en la tierra,…». (Cronicas I XVII-21).
Extraido del libro Netivot Olam II, -Sendas Eternas II- del Rabino Samuel Miskin A.
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Se acerca Iom Kipur y, como todos los años, leeremos una de las historias más llamativas del Tana»j: la odisea del profeta Ioná ben Amitái. Dado que los Sabios eligieron esta lectura como la más apropiada para uno de los momentos más delicados del año, debemos intentar entender el significado que nos quiere transmitir. Comencemos, entonces, relatando la historia y luego la podremos analizar.
Ioná era uno de los más célebres profetas de Israel. Vivía en la época de Ieravam ben Ioash, rey de Israel (en aquellos tiempos, el pueblo judío estaba dividido en dos reinos: Israel y Iehudá), durante la era del 1er Bet HaMikdash. Ioná era alumno de Elishá, discípulo del profeta Eliahu (Elías) y había sido el encomendado de ungir a Iehú, abuelo de Ieravam para reemplazar a la contumaz dinastía de Omrí. Corría alrededor del año 3105 (645 antes de la era común). Los Sabios identifican, además, a Ioná con el niño resucitado por el profeta Eliahu (Melajim 1 cap.17), lo cual acredita su nombre «ben Amitái», pues se ratificó (Emet) en este hecho la autenticidad de la profecía de Eliahu..
Ioná recibió una orden Di-vina: ir a Ninevé, la capital del imperio asirio y advertirle a su población acerca de su inminente destrucción, como consecuencia de su nefasta conducta (robaban, calumniaban a la gente, blasfemaban a D»s…)
Ioná no quiso ir. ¿Por qué? Los resultados de esta misión eran previsibles: si la gente de Ninevé se arrepentiría y corregiría su comportamiento, esto se convertiría en una obvia recriminación en contra del pueblo judío, quien seguía firme en su obstinada manera de pecar. Dado que Ioná no quería participar de esta evidente imputación en contra de los hermanos judíos a quienes amaba profundamente, decidió fugarse. (Obviamente, la exigencia Di-vina hacia los judíos es inmensamente superior que los requerimientos demandados a los asirios. Sin embargo, la analogía podía darse, dejando mal parados a los judíos). En las palabras de los Sabios: «Ioná demandó el honor del hijo – Israel, por encima del honor correspondiente al Padre -D»s (Mejilta 28).
Ioná emuló de este modo la actitud de Moshé Rabeinu quien, a su vez, ofreció ser borrado del texto de la Torá antes que permitir que el pueblo de Israel fuese destruido por el pecado del becerro de oro.
Había una razón adicional a su intento por desoír el pedido de D»s. Previamente Ioná había sido enviado a Ierushalaim (capital del reino sureño de Iehudá) para llevar un mensaje similar de advertencia. El mensaje había sido escuchado y obedecido. Ierushalaim se salvó (Pirke d-Rabi Eliezer). Sin embargo, en aquella oportunidad los necios habían acusado a Ioná de ser un profeta falso (alarmista, fanático, exagerado, ortodoxo, etc.), «demostrando» su tesis de fantasía con los hechos que no se habían consumado de acuerdo al vaticinio de Ioná. (La verdad es que si una profecía de amonestación no se cumple en la práctica, esto no establece la falacia del profeta, pues podía ser que la reparación moral de la gente tornó innecesario el castigo). Ioná quería evitar una nueva acusación de tal índole, pues sentía que sería un agravio hacia D»s, (cuando la gente cree que apercibe y no cumple). Ioná, como Moshé, no quería convertirse en un instrumento que derivara en un Jilul HaShem (profanación del Nombre de D»s).
Pero… ¿acaso es posible escaparse de D»s? Evidentemente no.
Ioná quería eludir la profecía. Sabiendo que el nivel espiritual fuera de Israel es inferior al de la tierra de Israel, Ioná razonó que saliendo de Eretz Israel, D»s no le hablaría más y quedaría exento de cumplir con esta controvertida misión. Se dirigió hasta el puerto de Iafo y pagó por una embarcación que lo alejara de su tierra, de sus hermanos y de la propia profecía. Esta acción no fue la acertada a pesar de las nobles intenciones de Ioná, quien incurrió así en la prohibición de retener la profecía (Talmud Sanhedrín 89.)
Mientras navegaba hacia Tarshish, se levantó una tormenta que azotaba precisamente el sitio por donde pasaba la embarcación, haciendo peligrar al barco y a su gente. Mientras Ioná se acostó a dormir, la tripulación comenzó a invocar a sus dioses sin resultado. Al notar que la tempestad no era habitual, hicieron una lotería para determinar quien era el responsable. El sorteo cayó sobre Ioná. éste dio a conocer su identidad hebrea, su creencia en D»s «del Cielo y de la Tierra» y el motivo de su culpa. Los marineros se asustaron y le pidieron que les dijera qué deberían hacer para salvarse del temporal. Ioná les respondió que el mar se calmaría únicamente si lo arrojaban al mar. Los tripulantes quisieron evitar llegar a esto e intentaron infructuosamente acercar el navío hacia la orilla (sentían que estaban frente a una persona sagrada). Sin embargo, al ver que sus esfuerzos eran en vano, rogaron a D»s que no los culpara por lo que estaban por hacer. Tomaron a Ioná y lo echaron al agua, tras lo cual el mar se calmó. Maravillados, los marineros se convirtieron al judaísmo y prometieron hacer lo mismo con sus familias (Pirke d-Rabi Eliezer 10).
Un pez designado por D»s tragó íntegro a Ioná quien permaneció en la panza del pez durante tres días. Ioná no estaba muy cómodo dentro del pez y compuso allí un himno a D»s en el cual se arrepintió de su acción. El pez despidió a Ioná en la orilla y Ioná volvió a recibir la temida orden: «Ve a Ninevé y adviertele».
Ioná fue. Ninevé era una gran metrópoli que requería tres días para caminarla de punta a punta. Ioná anunció a todos que la destrucción era inminente (las palabras textuales son: «y Ninevé «nehefejet` = se transformará», la misma palabra utilizada respecto a la destrucción anterior de Sodoma, pero que en este caso alude a lo que realmente sucedió finalmente, pues los habitantes de Ninevé modificaron su actitud). La gente escuchó a Ioná y se estremeció. Avisaron al rey, quien mandó la orden de ayunar, de vestir ropa de duelo y de corregir sus malas acciones, dando él mismo el ejemplo. «D»s observó su proceder que se habían apartado del mal y no destruyó a Ninevé».
Se había cumplido lo que Ioná había temido. Ninevé se había salvado, mientras Ioná permanecía a un borde de la ciudad, en una cabaña que había construido, para contemplar los acontecimientos. Ioná estaba tan enfurecido por el curso de los eventos que pidió morir. Se sentía impenitente por estar cuestionando la postura de D»s respecto a Ninevé y esto le causaba una terrible angustia (Alshij). D»s sólo le respondió: «¿tanto disgusto te trae?» e hizo crecer imprevistamente un árbol de kikaión (algunos identifican este árbol con un ricino) que poseía un follaje frondoso y protegió a Ioná del sol recalcitrante. Ioná se alegró considerablemente con esta inesperada fortuna. Sin embargo, al amanecer del día siguiente, D»s envió un gusano que atacó al Kikaión dejando a Ioná desguarnecido frente al viento cálido y el sol ardiente. Ioná volvió a sentirse decepcionado y reiteró su súplica a D»s objetando que no quería vivir más. A lo cual D»s le respondió: «Tu te lamentas por el Kikaión que no te esforzaste por él ni lo plantaste, que en una noche apareció y en una noche se perdió – ¿y yo no mostraré sensibilidad hacia Ninevé, una ciudad tan grande con tanta población (120.000 niños inocentes y aun más adultos)?»
El libro de Ioná termina aquí. No nos cuenta más. Lo que pasó con Ioná personalmente no lo sabemos. El Ialkut Shimoní (parte del Midrash) dice que Ioná cayó sobre su rostro en aquel momento y respondió: «(D»s!) conduce a tu mundo con el atributo de la misericordia, tal como está escrito: «de D»s dependen la misericordia y el perdón».
Hasta aquí la historia ¿Cuáles son las enseñanzas?
La Mishná en Ta»anit cuenta que cuando en Israel escaseaba la lluvia, se decretaban ayunos sucesivos para pedir clemencia de D»s. En estas ocasiones, el anciano del pueblo hablaba a la población y le observaba que en Ninevé no dice: «y D»s observó su ayuno», sino: «y D»s observó «su proceder que se habían apartado del mal». El objetivo no es el ayuno (si bien, obviamente lo debemos cumplir), sino el cambio que debe generar en nosotros. Ayuno sin Teshuvá (arrepentimiento – remordimiento) es un acto estéril.
Asimismo, los Sabios califican la Teshuvá (contrición) como un «acto engañoso» (Talmud Ierushalmi Ta-anit 2:1). ¿Qué significa esto? ¿No dice, acaso, (Pirkéi dRabi Eliezer) que los habitantes de Ninevé estaban cercanos (fáciles de influenciar) a la Teshuvá?
Para responder a esta pregunta, debemos entender que la Teshuvá puede funcionar en varios niveles. Lo más habitual es que una persona se asuste de las consecuencias directas de una acción (p.ej., fumar), y que esto le sirva como disuasivo para alejarse del hecho. La Teshuvá de Ninevé perteneció a esa categoría. Por lo tanto sus habitantes corrigieron sus acciones externas, devolvieron lo que habían robado, etc. (Meshej Jojmá, Pinjás). Sin embargo, no se modificó su cosmovisión que trajo aparejado el pecado y que quedó latente en su ser íntimo para volver a incurrir en él. Su proceder fue el resultado del miedo de la amenaza de destrucción (Bet Elokim). Si bien para Ninevé, que no goza de la Mitzvá de Teshuvá constante como los judíos, esto puede ser suficiente, no es el caso respecto a Israel. Por consiguiente, la consecuente demanda recriminatoria a Israel temida por Ioná, seguía en pie: si Ninevé era capaz de una Teshuvá, si bien periférica, tanto más se esperaba de Israel que logre una Teshuvá total! (Rabbi Noson Scherman en la introducción a Ioná – Artscroll)
Por último. Veamos cómo continuó la historia. Ninevé se salvó. Asiria (cuya capital era Ninevé) pasó a convertirse luego en «la vara de D»s» mediante la cual castigaría al reino norte de Israel y a otras naciones e inquietaría a la ciudad de Ierushalaim (que a última hora se salvó). Al final, Asiria cayó al igual que todos los imperios que fueron decadentes moralmente. ¿Les sirvió la Teshuvá? Sólo para salvarse en el momento. Si la Teshuvá hubiese estado acompañada de un proyecto espiritual para el futuro, Asiria hubiese cumplido otro rol distinto, más sensible, al de ser los verdugos de la humanidad. La Teshuvá momentánea repitió la actitud de Kaín, la de Ishmael, hijo de Abraham (cuando estaba muriéndose de sed en el desierto) y otros que se alejaron transitoriamente de sus pecados. No tuvieron un efecto duradero. Tal como sucedió con Ninevé, D»s responde a la Teshuvá de la gente y le brinda nuevas oportunidades dándole más vida. Esto no garantiza que los beneficiarios de la bondad Di-vina utilizarán esta benevolencia correctamente….
Frente a esta historia, nos debemos preguntar: ¿qué naturaleza tiene nuestra actitud en Iom Kipur? ¿es superficial como la de Ninevé o es firme y durable? ¿llega a la esencia de nuestro ser modificando nuestra visión y acción en su conjunto? ¿tenemos proyectos valiosos para el futuro?
Gmar Jatimá Tová
Daniel Oppenheimer