Analizándose
La Fe
La Fe [Emuná] y la Confianza [Bitajon]
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Fe, la clave de Maljut

Extraído de Tesoros Ocultos. Cómo Concretar Nuestro Potencial. Basado en la Kabalá y en las enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov

La fe es un componente clave de Maljut. Sin fe, incluyendo la fe en nosotros mismos (ver Parte III, capítulo 6), nunca podría materializarse nuestra capacidad de hacer y de lograr. La fe es la clave para ganar el control de nuestras vidas; con ella podemos tomar decisiones y llevarlas a cabo con un sentimiento de responsabilidad. La fe también construye nuestro Maljut, ayudándonos a ganar el control sobre nuestros objetivos y llevarlos a su plenitud.

La fe es la idea más citada del Rebe Najmán. Mediante estas enseñanzas podemos comenzar a integrar la fe en nuestras vidas y desarrollar hasta su plenitud nuestro «Maljut potencial». Aludiendo a la estructura de las Sefirot a través de las cuales hemos ido pasando, paso a paso desde Keter hasta Maljut, el Rebe Najmán observa: «Mediante la fe puedes elevarte a todos los niveles y alcanzar el Deseo y la Voluntad, que se encuentran por sobre todo lo demás» (Tzadik #564).

El Talmud enseña que el profeta Habakuk incluyó todos los mandamientos de la Torá en un solo principio (Habakuk 2:4): «El hombre recto vivirá por su fe». La fe es el fundamento y la raíz de toda la Torá y la devoción. La fe debe ser clara y pura. La fe es el canal para todo beneficio y bendición (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #261).

Cuando la fe es pura, las bendiciones recibidas a través de ella son puras. Experimentamos bendiciones, encontramos satisfacción y plenitud, y nos sentimos cómodos con nosotros mismos y con nuestros logros. Dijo el Rebe cierta vez, «La fe pura, sin ningún tipo de sofisticación o prueba, es una luz que brilla durante la noche» (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #106). El día sugiere conocimiento (por ejemplo, «claro como el día»). La noche sugiere una falta de conocimiento, oscuridad, confusión y preguntas que desafían a la persona que no tiene una visión clara. Sin una fe pura, podemos confundirnos al punto de mezclar los medios con el objetivo. Manteniéndonos fuertes en la fe, merecemos una fuerte y clara luz, incluso en momentos de confusión.

La fe sólo se aplica a algo que no podemos comprender lógicamente. Sin embargo, con una fe perfecta ello se nos revela como si lo estuviésemos viendo con nuestros propios ojos (Likutey Moharán I, 62:5).

Es decir, en lugar de «ver para creer», el Rebe Najmán enseña que «¡creer es ver!». La fe se transforma en los «ojos» de la persona, llevándola a concretar sus objetivos. Mientras se mantenga centrada en su objetivo, y aunque no lo logre de inmediato, continúa «fiel» a su meta. Ella «ve» con claridad su objetivo, aunque éste no se encuentra todavía a su alcance.

Debe mencionarse que la fe no puede representar un sentimiento pleno de logro. Ello requiere conocimiento, mientras que la fe es un medio que nos dirige hacia el conocimiento. Sin embargo, cuando tenemos fe comprendemos que nuestros logros tienen un gran valor y podemos apreciar el grado de éxito que hemos alcanzado. Sabemos que estamos «en el camino» hacia logros más grandes, un reflejo de nuestra fe en nosotros mismos.

Si tienes fe, tu vida es una verdadera vida. Cuando tienes fe, cada día está pleno de vida. Cuando las cosas van bien, de hecho es bueno. Pero cuando tienes problemas, también eso es bueno. Pues tú sabes que Dios tendrá piedad y al final todo será para bien. Todo debe ser bueno, ya que todo proviene de Dios. Un hombre sin fe no vive realmente. Cuando el mal le sobreviene, pierde toda esperanza. No hay nada que lo alegre o lo reconforte, pues no tiene fe. Se encuentra fuera de la providencia de Dios y no posee bien alguno. Pero si tienes fe, tu vida será buena y agradable (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #53).

Una de las mejores maneras para desarrollar la fe es simplemente hablar sobre ella y declararla continuamente. Dice el rey David (Salmos 89:2), «Haré conocer Tu fe con mi boca». El Rebe Najmán explica que el primer paso es afirmar nuestra fe de forma verbal, articulándola de varias maneras. Siempre podemos tomarnos un momento y decir, «¡Yo creo en Dios!». «¡Yo creo que Tú creaste todo el universo!». «¡Yo creo que Tú gobiernas el mundo y todo lo que hay en él mediante Tu Providencia Divina!» (Likutey Moharán II, 44). Hay muchas maneras de expresar la fe; cuanto más lo hacemos, más la cultivamos. Esta idea también se aplica a la construcción de la fe en uno mismo. La persona que siempre se dice, «Yo creo que puedo lograrlo», ciertamente alcanzará sus objetivos.

En la misma lección sobre la fe, el Rebe Najmán nos advierte que no debemos usar palabras de ateísmo o de burla al hablar sobre Dios (Ibid.). La articulación de palabras ateas puede alejar a la persona por completo de la fe. Como el alcohólico que siempre huele a alcohol en su aliento, o el fumador empedernido que exhala el olor del tabaco, la persona que dice cosas ateas apestará a ateísmo. Lo opuesto también es verdad: la persona que habla sobre la fe, exhala fe.

La fe es en verdad parte de nuestra estructura básica. El Rabí Natán escribe que virtualmente todo en este mundo está conectado de alguna manera con la fe. Por ejemplo, si no hubiera fe, nadie podría hacer negocios. El tendero siempre sospecharía del cliente pensando que lo está robando, y el cliente nunca estaría seguro de pagar un precio justo. Si alguien quiere hacer negocios en otro país, debe encontrar un agente en el cual confiar para que compre o venda representándolo a él. Sin la fe, la economía global se desmoronaría.

Todas las relaciones se basan en la fe. Padres e hijos, marido y mujer, amigos, vecinos y comunidades enteras deben tener alguna base de confianza antes de comprometerse el uno con el otro. Una vez que comprendemos cuán integral es la fe en nuestras vidas, podemos comenzar a desarrollarla y a cultivarla (ver Likutey Halajot, Guiluaj 4:2-3).

La honestidad es otro requisito para la fe. Hablando de manera Kabalista, Tiferet (la verdad y la honestidad) es la columna central que combina las energías opuestas de los lados derecho e izquierdo (ver Parte III, capítulo 4). Lo mismo es verdad con respecto a Iesod. Todas estas energías combinadas se filtran hacia Maljut. El Rebe Najmán explica que de esta manera, la transferencia de la verdad, de la honestidad y de la integridad se traduce en la necesidad de ser honestos en nuestra fe sin adornar nuestras percepciones, y asegurarnos que nuestras creencias se encuentran en áreas que son verdaderas y honestas (Likutey Moharán I, 7:2-3). No ayuda en absoluto a nuestra fe el aplicarla en falsas esperanzas o en metas que no son verdaderas. Por otro lado, ser honestos sobre nuestras capacidades y objetivos puede elevar nuestra fe hacia grandes niveles.

El Rebe Najmán le daba mucha importancia a la fe en los Tzadikim. Podemos fácilmente comprender esto, porque Maljut (la fe) es la «pareja» de Iesod (el Tzadik). Dice el Rebe Najmán: «Hemos recibido la Torá a través de Moshé, nuestro maestro, y ella nos ha sido transmitida, generación tras generación, por intermedio de numerosos Tzadikim, plenos de temor y respeto (ver Avot 1:1). No cabe duda alguna sobre su integridad y en ellos se puede confiar sin dudar. Todo lo que uno debe hacer es seguir sus huellas, creer en Dios con simplicidad e inocencia y guardar los mandamientos de la Torá tal como nos ha sido enseñada por nuestros santos antepasados» (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #32).

Toda fe debe estar unida con la fe en Dios, no sea que comencemos a pensar en nosotros mismos como seres todopoderosos en control de nuestros propios destinos.

Podemos creer en Dios como la Causa Primordial de todo. Pero en la práctica, ponemos nuestra confianza en los medios. Por ejemplo, creemos que nuestro sustento depende totalmente de nuestras actividades comerciales y de la energía que ponemos en ellas como si, sin ello, Dios no tuviera ningún otro medio de proveernos el sustento. En efecto, creemos que nuestras actividades comerciales son la fuente de nuestro sustento y no sólo un factor intermediario.

O podemos creer que es la medicina la que produce la cura; como si, sin ello, Dios no tuviese otros medios de enviar curación. Una vez que creemos esto, comenzamos inevitablemente a preocuparnos por los medios – buscando el medicamento correcto, ocupando todo nuestro tiempo en el trabajo y demás – olvidando de volvernos hacia Dios, la Fuente de todas las cosas y la Causa Primordial. Es verdad que debemos ocuparnos de los medios. Pero no debemos cometer el error de confundir los medios con la Causa Primordial y poner nuestra fe en el intermediario. Sólo debemos tener fe en Dios (Likutey Moharán I, 62:6).

Es interesante notar que la fe refleja autoridad, dado que tenemos la «autoridad» de decidir cómo dirigir nuestros sentimientos y emociones hacia Dios y dejar que se manifiesten a través de la fe. Pero, ¿qué debemos hacer cuando nos sentimos perdidos o confusos, o cuando nuestra autoridad no parecer actuar? Responde el Rebe: «Puedes tener muchas preguntas y dudas. Pero cuando tu corazón gime, ello muestra que aún tienes la ardiente chispa de la fe… Este gemir puede elevar y fortalecer tu fe hasta que todas las dificultades se desvanezcan» (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #146).

Si las cosas se ponen realmente difíciles, recuerda esta enseñanza: «Si tienes dudas sobre tu fe en Dios, debes decir en voz alta, ‘Creo con una fe perfecta que Dios es Uno, primero, último y eterno'» (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #142). Cuanto más expreses tu fe, más la estarás construyendo, como en (Salmos 89:2), «Haré conocer Tu fe con mi boca». Utilizando la boca (Maljut) para proclamar el Maljut de Dios fortalecemos ese ámbito y despertamos la autoridad latente necesaria para superar todas las preguntas y desafíos a la fe.

Por Jaim Kramer con Itzjak Bell

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