Farbrenguen: Likutei Sijot 1
Extraido de Sijot en español
Bsd.
En ocasión de Shabat Parshat Vaigásh publicamos la primera parte de la Sijá correspondiente a la Sección Vaigásh, del Volumen I de Likutei Sijot.
El sacrificio de padres judíos por la educación judía de sus hijos, y el esfuerzo ilimitado de los judíos a lo largo de las generaciones, para estudiar la Torá bajo cualquier circunstancia, sin dudas, son dos de los pilares de la continuidad judía. Esos pilares ya se vislumbraban en los albores del pueblo judío, cuando todavía eran nada más que 70 almas.
En esta Sijá, al analizar algunos detalles de pasajes bíblicos que suelen pasar inadvertidos, el Rebe descubre ante nosotros, cómo nuestros antepasados, Iaacov y sus hijos, ya estaban firmemente arraigados a estos valores y forma de vida.
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5 de Tevet de 5767
Textos originales: Likkutei Sichos (© Vaad Lehafotzas Sichos, Brooklyn, NY)
Edición de Textos y Dirección General: Rabino David Stoler
Traducción: Equipo de Sijot en Español.
Revisión: Rabino Natán Grunblatt.
Esta traducción se realiza con la autorización expresa de Vaad Lehafotzas Sichos, Brooklyn, NY.
1. Sobre el versículo [inicial de nuestra Sección Semanal,] “Y Iehudá se le acercó” (a su hermano Iosef), dicen nuestros Sabios que al aproximarse de este modo a Iosef, Iehudá estaba dispuesto a todo, incluso a guerrear. ¿Por qué se interpuso Iehudá con tanta firmeza para defender a Biniamín? [Las palabras del propio Iehudá a Iosef lo responden, tal] como lo expresa el versículo a continuación: “Porque tu servidor se constituyó en garante del muchacho”, [es decir, Iehudá había garantizado a su padre, Iaacov, que retornaría de Egipto, cueste lo que cueste, trayendo consigo a su hermano Biniamín]. Y por eso estaba preparado incluso para la batalla [con tal de liberar a su hermano menor].
La pregunta que surge de inmediato es: ¿Cómo podía estar Iehudá preparado para librar batalla contra Iosef, cuando él y sus hermanos eran apenas unos pocos, en tanto que Iosef, en su posición gobernante, tenía a todo Egipto bajo su mando?
Iehudá era ciertamente poderoso, pero Iosef y sus hijos lo eran aún más. El Midrash cuenta que cuando Iehudá y sus hermanos golpearon el suelo con sus pies y como consecuencia de ello tembló toda la tierra de Egipto, Iosef mostró poseer una fuerza similar, por lo que Iehudá exclamó: “¡El es más poderoso que yo!” Pues entonces, ¿cómo podía sentirse preparado para enfrentar a Iosef?
El motivo de esta actitud [irracional] es el siguiente: Iehudá había asumido la responsabilidad de [llevar a] Biniamín [de regreso a su padre, Iaacov] –“porque tu servidor se constituyó en garante del muchacho”–, y ésta era para él suficiente razón para no contentarse con que el resto de sus hermanos perduraran indemnes; su sentido de responsabilidad lo obligó a poner su vida en riesgo en aras de un único niño judío.
2. Esto proporciona una instrucción moral para cada padre y madre a los que el Todopoderoso encomendó la responsabilidad de cada uno de sus hijos. Ellos deben tener mesirut néfesh, una entrega incondicional absoluta, total devoción y preocupación, siquiera por un único niño, para evitar que le suceda cualquiera de aquellas cosas que no debe ocurrir a un niño judío.
Cuando se brega con mesirut néfesh para que nuestros niños y niñas reciban una educación al taharat hakódesh (en su máxima pureza judía, sin la presencia de ningún elemento adulterante), ello conduce a [que se experimente en la práctica lo relatado en] la conclusión de nuestra Sección Semanal: “Y ellos fueron fértiles, y se multiplicaron extraordinariamente”.
3. Sobre el versículo “Y (Iaacov) envió a Iehudá… antes que él [mismo fuera] a Góshen, lehorot”, Rashi cita el Midrash que explica que lehorot significa [que Iaacov envió a Iehudá (a Egipto)] “para fundar allí una Casa de Estudio de la cual habría de surgir horaá, [“instrucción” y enseñanzas de Torá]. Cuando el Todopoderoso ordenó a Iaacov que se dirigiera a Egipto, Iaacov, ante todo (“antes que él”) se aseguró de que hubieran allí Ieshivot [Casas de Estudio de Torá]. Pese a que Di-s le había prometido que estaría con él en todo momento –“Yo descenderé contigo a Egipto, y Yo Mismo, de seguro, te haré subir de allí”– Iaacov se empeñó, no obstante, en que previamente hubieran Ieshivot en Egipto; sólo después fue allí él mismo, acompañado por Di-s, pues [Iaacov sabía que la existencia de las Casas de Estudio de Torá,] las Ieshivot, son la base y el soporte [que sobre el que descansa, y del que depende, todo el futuro] de los judíos.
Las Ieshivot fundadas por Iaacov continuaron activas durante de todo el tiempo en que los judíos estuvieron en Egipto, como dicen nuestros Sabios: “Nuestros ancestros jamás estuvieron sin una Ieshivá, como fuera dicho: ‘Ve y reúne a los ancianos, [los eruditos,] de Israel’”. En todas las épocas y lugares en que vivieron judíos, incluso durante el terriblemente severo exilio de Egipto, existieron Ieshivot en la que se estudiaba la Torá pues, como se dijera, las Ieshivot constituyen la vida y existencia misma del pueblo judío.
4. El exilio en Egipto fue el más severo de todos los exilios posteriores, incluso más que el presente galut, por varias razones:
1) Este exilio fue anterior al momento de la Entrega de la Torá. Aunque en ese período también se estudiaba Torá –como resulta evidente de numerosos dichos de nuestros Sabios (incluyendo el previamente mencionado: “Nuestros ancestros jamás estuvieron sin una Ieshivá”)–, esta Torá, no obstante, se estudiaba únicamente en la medida del alcance de la capacidad humana. Por lo tanto, por más elevadas que fueran las alturas espirituales a las que el ser creado logra acceder, su habilidad personal [como ser creado, limitado por las fuerzas que se le concedieron como tal,] jamás puede trascender aquel nivel espiritual que constituye la raíz [de donde parte la vida (y los límites)] de los seres creados. [Por lo tanto, dado que estudiaban una Torá que Di-s todavía no había entregado, durante el exilio en Egipto el pueblo judío carecía de las fuerzas sobrenaturales que le proporcionan el cumplimiento de las mitzvot, aquellas que le permiten trascender sus propias limitaciones como ser creado y con las que fue dotado recién a partir de la Entrega de la Torá].
2) El exilio en Egipto fue el primero de la historia judía y, en consecuencia, el más difícil de soportar. Así observamos que sucede cuando sobre alguien se abate, Di-s libre, una desgracia: La primera vez que esto ocurre, se le hace sumamente difícil sobrellevarla. Pero si ésta vuelve a sufrirse por segunda vez, ya no resulta tan difícil soportarla pues, de alguna manera, esta persona ya se “acostumbró” a ella.
3) En Egipto, todos los judíos estaban juntos, mientras que en los exilios siguientes “el Santo, bendito sea, actuó benévolamente con [el pueblo de] Israel esparciéndolo entre las naciones del mundo”. O sea: cuando los judíos están dispersos en diferentes lugares, los que viven en un determinado lugar al amparo de la tranquilidad pueden extender una mano solidaria a quienes son perseguidos en otro. En Egipto, sin embargo, todos los judíos estaban [oprimidos] en un mismo sitio y bajo el mismo régimen [sin que existiera la posibilidad de recurrir a la ayuda de sus hermanos en otras comarcas].
4) Egipto era un país particularmente opresivo del que “ningún esclavo había podido huir alguna vez [porque el país estaba cerrado de todos sus lados”]. Y de ese exilio, debían ser liberados 600.000 hombres en edad activa –además de las mujeres y los niños–.
Y pese a todas estas enumeradas dificultades, jamás estuvieron sin una Ieshivá. Siempre existieron Ieshivot en las cuales estudiar Torá.
5. Ya se mencionó en numerosas ocasiones que la Torá no es (jas veshalóm, Di-s nos proteja de pensar así) un “libro de historia”. [Es, en cambio, un compendio de enseñanzas. El vocablo Torá proviene de la palabra horaá, “enseñanza, instrucción”. De modo que] cada tema y episodio relatado –incluso cada una de sus letras– brinda orientación para todas las épocas y lugares.
Hay quienes argumentan que la nuestra no es época para Ieshivot; que en estos tiempos difíciles, con un Talmud Torá (la Escuela Primaria Tradicional) es más que suficiente. Y si ya aceptan que la existencia de Ieshivot es esencial, ciertamente no deben ser al estilo de como lo eran en tiempos pasados, etc.
La instrucción obtenida tras reflexionar acerca de los puntos mencionados acerca del exilio en Egipto contrarresta estos argumentos:
Las condiciones de vida en Egipto eran mucho más arduas que las de hoy en día, y no obstante ello los judíos hicieron caso omiso de ellas y estudiaban Torá. Es más, se mantuvieron indiferentes no sólo a las inclemencias del exilio sino también a los niveles a los que potencialmente el estudio de la Torá los podía elevar – ya sea hasta la raíz de las entidades creadas o más allá de ella. Hoy en día, entonces, cuando el galut no es tan severo [como lo fue entonces] y el estudio de la Torá es muy superior [pues lo es después de su entrega en el Monte Sinaí], ¡todos los razonamientos [argumentos y temores] deben dejarse de lado y deben haber Ieshivot!
6. Lo mismo es válido respecto del sostén económico de las Ieshivot.
Hay quienes alegan que la situación económica es “ajustada” –“ajustada” en la cabeza, y “ajustada” en el bolsillo–. [Arguyen que] una vez que las condiciones mejoren y se sientan más cómodos –una vez que hayan comido, bebido y dormido todo lo que consideran necesario, y en sus bolsillos haya mayor amplitud– darán dinero para la Ieshivá, y hasta harán el abnegado sacrificio (mesirut néfesh) de enviar a sus propios hijos a una Ieshivá… hasta los 13 años…
A estas personas se les debe decir: En Egipto, el galut era mucho peor [que ahora]. Allí, nuestros antepasados no tenían siquiera paja para [cumplir su cuota diaria de fabricación de] ladrillos [conforme se los exigía el Faraón] y estaban compelidos a deambular por un país ajeno para obtenerla, mientras los capataces del Faraón se alzaban sobre ellos fustigándolos con sus látigos [exigiéndoles cruelmente el cumplimiento de la cuota diari]. No obstante, ¡no tenían paja propia, pero solventaron las Ieshivot!
7. En la Guemará se analiza por dónde es peor pasar: si por un sitio de inmoralidad descarada o por uno de culto idólatra.
Es preciso entender [cual es la consideración de la guemará]: Pasar delante de un lugar de conducta inmoral es obviamente dañino porque la experiencia visual puede aflorar posteriormente en la forma de pensamientos indeseables aun si en el momento de la percepción estos no tuvieron lugar. Pero, ¿qué daño puede ocasionar el paso delante de un sitio dedicado al culto idólatra? Allí no es aplicable el argumento de la negatividad de una experiencia visual dañina, pues ¿acaso ve la persona algo más que maderas y piedras?
Sin embargo, la razón [de dicha abstención] radica en que cada cosa afecta el aire de su entorno. La presencia misma de impureza hace que ésta impregne el aire circundante, lo que, a su vez, puede producir un efecto adverso en la persona
¿Por qué digo esto?
La atmósfera reinante en la calle, la idea de que la nuestra no es época para Ieshivot, ha afectado incluso a parte de los estudiantes mismos de las Ieshivot. Algunos de estos estudiantes argumentan que se les hace muy difícil estudiar como es debido pues, antes, deben asegurar su sustento. Eventualmente llegarán a una edad en la que comenzarán a interiorizarse en la búsqueda de su pareja, se comprometerán y casarán, y luego –en buena hora y con éxito– tendrán hijos. Y ya ahora les preocupa cómo mantendrán a aquellos hijos con que el Todopoderoso los bendecirá a su debido tiempo, y ello les impide estudiar con tranquilidad. Es más: ya ahora se están preocupando por la herencia que legarán a sus hijos después de 120 años. Entonces, obviamente, con semejante actitud, ellos ya están –al menos mentalmente– fuera de la Ieshivá, en la calle, en busca de su sustento.
¿De dónde surgen semejantes ideas en las mentes de los estudiantes de Ieshivá? De la atmósfera “callejera” reinante en su entorno. Mi suegro, el Rebe (anterior), decía que “el hielo (de los Estados Unidos) ya ha comenzado a derretirse”. Sin embargo, hay una enorme diferencia entre el hielo que se “derrite” comparado con el que llega al punto de ebullición por efecto de “el Señor, tu Di-s, [que] es un fuego que consume”. Además, aún perduran resabios de la condición previa [de “congelación” y negatividad], y la mencionada clase de estudiantes se ve influenciada por estos remanentes.
8. En favor de estos estudiantes de Ieshivá debe decirse que la culpa la tiene su medio ambiente circundante; pero aun así, ésta no es una excusa satisfactoria. [Su actitud es incorrecta]. También al respecto podemos extraer una enseñanza del exilio en Egipto:
El galut egipcio, además de ser muy duro [en la práctica], era tan severo y opresivo que ni siquiera se cruzaba por la mente el pensamiento de redención. Aun cuando Moshé la anunció a ellos, los judíos “no escucharon a Moshé por causa de la estrechez de su espíritu y el duro trabajo”. Y con todo, incluso antes de que Moshé proclamara la aseveración Divina de que “Ciertamente los he recordado”, ellos no hicieron ningún tipo de consideraciones acerca de cuál sería su futuro, sino que ocuparon sus asientos en las Ieshivot y se dedicaron a estudiar.
¡Cuánto más entonces, [cuando el galut no es tan severo como lo fue en Mitzráim,] no se debe permitir que en la cabeza se introduzcan pensamientos acerca de “qué futuro económico nos deparará esto”! Hay que sentarse en la Ieshivá y estudiar Torá sin otras consideraciones.
Esto es especialmente cierto en nuestros días, cuando la avodá –la “tarea” que se demanda de nosotros– es mucho más sencilla que antes. De las 288 “chispas” caídas 26, 202 ya han sido seleccionadas y refinadas durante el galut en Egipto –como fuera dichol: “Y también un érev rav (una multitud mezclada) salió con ellos”. [El valor numérico de rav es 202; eso, ya “salió” de “egipto”;]– por consiguiente, sólo restaban [seleccionarse y refinarse, de las 288 originales,] 86 “chispas”, el valor numérico del Divino Nombre Elokím; y muchas de éstas, también han sido refinadas ya en el transcurso del tiempo, con mucho sudor y sangre judíos. De ahí que ahora sólo resten refinarse apenas unos pocos “pequeños recipientes”.
Es obvio, entonces, que la avodá de hoy en día es mucho más sencilla, por dos razones: 1) Sólo queda pendiente de “refinado” una parte ínfima; y 2) se cuenta con la asistencia que brinda las mismas “chispas” que ya fueron refinadas.