Estudiando
11. Vezot Habraja
El Libro de Devarim (Deuteronomio)
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Estudiando tres pesukim (versículos)

1 – Y ESTA ES LA BENDICION CON QUE MOSHE, VARON DE DIOS, BENDIJO A LOS HIJOS DE ISRAEL ANTES DE SU MUERTE.

VARON DE DIOS. Los Medrashím comentan que este calificativo se repite diez veces para los grandes personajes bíblicos. En lo que corresponde a Moshé, se dice que su personalidad estaba hecha de dos mitades. De la mitad del cuerpo hacia abajo era «hombre» [ish], la otra mitad, hacia arriba, estaba del todo consagrada a Dios. Sin embargo, esta es la primera vez que se menciona tal designación para hablar de Moshé. Sefórno explica sobre Gén. XXVII, 2: «La bendición es más efectiva si se da justo antes de la muerte, porque el alma ya está más desprendida de todo lo que es material. Yaakóv y Moshé dieron por esta razón su bendición antes de morir».

Sin embargo, el Medrásh Tanjumáh da un significado diferente a este término. Rabí Shim`ón Ben Lakísh decía: «Si no estuviera escrita en la Toráh, seria imposible enunciar esta afirmación. Moshé era de alguna manera la «pareja de Dios» ` es decir, su «esposo». De la misma manera que el esposo puede obligar a su pareja a hacer lo que desea, así Moshé podía forzar a Dios a hacer lo que él quería, y Dios actúa efectivamente de acuerdo con su deseo» (ver Talmúd Mo`éd Katán 16b). Dios confirmó la bendición a los hijos de Israel, y en particular la de las tribus de Reuven y de Yehudáh, como lo indicaremos más adelante.

Aún más, el Eterno se unió a la bendición de Moshé. El había pedido a la Toráh que también se asociara, considerando la verdad de lo que se explica en Ecl. IV,12: «Y el hilo de tres hebras no se rompe fácilmente».
La Toráh bendice primero a los hijos de Israel por haber obedecido sus preceptos, lo que es lo esencial de su existencia en este mundo. Enseguida los bendice Moshé para que su destino les evite todas las dificultades de este mundo y puedan obedecer la Toráh.
Por último, el Eterno se manifiesta con una bendición para el Mundo Futuro, que bien han merecido aquellos que han cumplido con la Toráh en este mundo.

VARON DE DIOS, BENDIJO A LOS HIJOS DE ISRAEL. Para algunos comentaristas esta designación nos enseña que la bendición en cuestión es una profecía y no la expresión de la inspiración personal de Moshé. Tal es, por ejemplo, la opinión de Rabí A. Ibn Ezrá. Para otros, por el contrario, Rabí S. R. Hirsch en particular, esta bendición es enteramente de Moshé: el fiel pastor, al despedirse de su Pueblo, deja hablar a su corazón para bendecirlo y esto es lo que distinguirá a esta bendición del cántico ha-Azínu pronunciado, como toda la Toráh, bajo el dictado del Eterno. Así se explicaría la necesidad de subrayar aquí al autor de la bendición y la calidad de Moshé como «hombre de Dios». Sin embargo, estaba llevado por el Rúaj ha-Kódesh.. (Inspiración Divina) la inspiración poética que siempre le caracterizaba.
El autor del Aémek Davár (Naftalí Tzeví Yehudáh Berlín, el «Netzív»,- que dirigía en el Siglo XIX la célebre Yeshiváh de Volozín) sugiere otra explicación que se fundamenta en el hecho de que Moshé no es designado de esta manera sino al momento de morir.
Fue porque se acercaba el momento de morir que empezó a crecer en él una llamarada con toda su fuerza, la misma que brillo toda su vida. Así como una llama dispuesta a apagarse, que en su último instante proyecta de la fuente de luz una llama más viva, el alma del justo, en el momento de abandonar el mundo y de reintegrarse a la vida eterna, se eleva en relación con la fuerza que hay en ella… Así Moshé, nuestro Maestro, alcanzó en este instante el más alto grado de elevación.

No obstante, después de su bendición a Israel, que constituye el último acto de su vida, en el momento mismo de su muerte, Moshé vuelve a tomar, en el texto de la Toráh, la calificación de la cual se sirvió el Eterno mismo para designarle, en el momento en que El reprochó a Miriam y a Aharón por sus maledicencias y su tentativa de alzarse al nivel de su hermano: la expresión «Mi servidor Moshé » (Núm. XII, 7); es decir, el elogio supremo que puede ser concedido a un hombre regresa aquí, en el último capítulo de la Toráh.


Vezot Habraja, XXXIII, 5
5 – HUBO REY EN YESHURUN, CUANDO SE REUNIERON LOS JEFES DEL PUEBLO, CUANDO UNIDAS ESTABAN LAS TRIBUS DE ISRAEL.

5 – HUBO REY EN YESHURUN. Se refiere a Dios de acuerdo con el Talmúd, Rosh Hashanáh 32b. Cuando los hijos de Israel escucharon en el Monte Sinái la palabra del Eterno proclamar «Yo soy Adonái, tu Dios, etc.», ellos aceptaron sobre sí mismos el yugo de la Realeza Divina. (Ver Com. Exo. XX,2). Desde entonces sólo El es Rey en Israel.
La designación de Israel como «Yeshurún » está relacionada con «la visión » que ha tenido el Pueblo en el Monte Sinái, donde Israel ha visto la Majestad Divina – descender sobre el Monte, rodeada de Su legión de ángeles. Yeshurún significa «visión» de acuerdo con Núm. XXIII, 9. El Medrásh Sifré explica de la siguiente manera el versículo del Profeta Amós IX, 6.- «El ha construido en los cielos Su morada sublime y asegurado Su palacio en la tierra». Rabí Shim`ón Bar Yojái ha dicho: «Esto se parece a alguien que acerca dos barcos y construye por encima un puente, sobre el cual levanta un palacio. Este último será sólido todo el tiempo que los hombres mantengan el puente; si no, se caerá». Rashí comenta: «Cuando se reúnen todos juntos, en una sola unidad y hay paz entre ellos, entonces El es el Rey de ellos, y no cuando hay discordia». La unidad democrática es el mejor apoyo de la teocracia.

CUANDO UNIDAS ESTABAN LAS TRIBUS DE ISRAEL. Najmánides comenta que una parte de los Medrashím relaciona la frase con Moshé: se le han ofrecido en vida dignidades reales, queriendo decir con eso que él era un perfecto e íntegro emisario de Dios. El fiel servidor termina por identificarse con su Maestro Absoluto.


Vezot Habraja, XXXIII, 26
26 – NINGUNO HAY COMO DIOS, OH YESHURUN, QUE CABALGA CIELOS EN AUXILIO, EN SU MAJESTAD SOBRE LAS NUBES.

26 – NINGUNO HAY COMO DIOS, OH YESHURUN. Moshé resume en unas cuantas frases, difíciles de entender, el epílogo de la Toráh, que se dirige a todo Israel. Por medio de discretas menciones él destaca los bienes supremos que Israel merecerá en su futuro. Los bienes materiales, aceptados por las bendiciones actuales, no son lo esencial en la recompensa prevista para Israel. Porque hay grandes interrogantes que son, la vida en el mundo futuro, luego la resurrección de los muertos y la paz Mesiánica.

Desbordante de alegría Moshé exclama: «Ninguno hay como Dios, oh Israel, Yeshurún, que cabalga cielos en tu auxilio «. Israel por fin ha encontrado la calma, pero ahora tiene que separarse de un jefe que se siente ligado a él con todas las fibras de su cuerpo. Israel sin embargo, tiene ante él un futuro más bello todavía. «Gloria a ti, Israel, ¿quién puede parecerse a ti, Pueblo protegido por el Eterno?… «

QUE CABALGA CIELOS EN TU AUXILIO. Maimónides (Guía de los Desc. I, 70) escribe: «Debes saber que la expresión metafórica, según la cual Dios cabalga los cielos, confirma una comparación notable. En efecto, el jinete es superior a su montura (superior se emplea aquí sin propiedad, ya que el jinete no es de la misma especie que la montura) y, además, es el jinete quien pone a la bestia en movimiento y la hace marchar como él quiere; este es un instrumento del cual él dispone a voluntad, aunque se mantiene independiente de éste y que, lejos de unírsele, se mantiene separado de él. Asimismo, Dios (¡Bendito sea Su Nombre!) es el motor de la esfera superior, con cuyo movimiento se pone en marcha todo aquello que es activado en su interior, pero Dios está separado de esta y no es una facultad de ella».

El Eterno domina los astros y cabalga cielos «para socorrernos» mientras que, para los impíos, los astros están regidos y se sienten sometidos al ejército celestial que les ha sido dado en participación (Deut. IV,19). Tampoco hay que asombrarse de que el ángel tutelar de nuestros enemigos se vea un día derribado y que «Dios haya expulsado, delante de nosotros, a nuestros enemigos » (Ver Rashí en el versículo siguiente). (Ver Com. Gén. XXXII, 25).

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