Estudiando los Comentarios II
Yaacob y Esav
Yaacob y Esav representan, en el pensamiento judío, a dos mundos diferentes. Yaacob se identifica con el pueblo de Israel y Esav con las otras naciones.
Sobre esta separación, cuya base es ideológica, leemos en la Perashá: «Como los hijos luchaban dentro de ella, ella dijo: «Si es así, ¿por qué yo?» Ella fué a consultar al Eterno, y le dijo el Eterno: «Dos pueblos hay en tu vientre. Dos naciones de tus entrañas se separarán. una nación sobre la otra nación prevalecerá y el mayor servirá al menor» ( Bereshit 25:22-23).
Comentan los sabios del Midrash que, cuando ella pasaba por las casas de estudio de Shem y Ever, Yaacob corría y saltaba por salir; cuando pasaba por la casa de la idolatría, era Esav quién pugnaba por salir.
Los sabios nos indican que la razón de la disputa entre los dos hermanos era ideológica. «Cuando estaban Yaacob y Esav dentro del vientre de su madre, dijo Yaacob a Esav: «Hermano, entre nosotros tenemos dos mundos, el «Olam HaZé» y el «Olam HaBá», el mundo en que vivimos y el mundo venidero. En este mundo hay comida, bebida, comercio, casamientos e hijos, pero en el mundo venidero no hay tales cosas. Toma tú este mundo y yo tomaré el mundo venidero». Y así lo hicieron» (Yalkut Shimoni, Bereshit 101).
El ideal del pueblo judío es espiritual y en las naciones del mundo flamea la bandera del materialismo. Esta es la razón que trajo las persecuciones y los tremendos sufrimientos de nuestro pueblo en el transcurso de la historia.
Las naciones del planeta exigían a nuestros padres que abandonasen la concepción judía del mundo y que adoptasen el modo de pensar de ellos, pero nuestro pueblo se apegó cada vez más a D-s y a Su Torá.
Y esta lucha sigue en todos los frentes. Dicen nuestros sabios del Talmud: «Si te dijeran que Cesárea y Jerusalem fueron destruídas, no lo creas. Si las dos existen, no lo creas. Si te dicen que Cesárea fué destruida y Jerusalem existe ¡Créelo! Ya que está escrito: «Yo estaré surtida (llena) ahora, que ella esta asolada». (Yejézkel 26:2)
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El Pensamiento Jasídico
Generación tras generación
Dijo Rabbí Uti:
«Uno no ayuda solamente a su propia generación. Generación tras generación David vierte entusiasmo en las almas sombrías; generación tras generación Sansón arma a las almas débiles con la fuerza de los héroes».
Cada uno, lo suyo
Dijo Rabbí Uri:
«David compuso los Salmos; ¿y qué puedo hacer yo? Puedo recitar los Salmos».
Letras y almas
Dijo Rabbí Uri:
«Los millares de letras de la Torá corresponden a los millares de almas de Israel. Si se deja una sola letra fuera de la Torá, ésta deja de ser apta para su uso; si se deja una sola alma fuera de la unión de Israel, la Shejiná no reposará en Israel. Al igual que las letras, las almas deben agruparse y formar una unión. Pero, ¿por qué está prohibido que una letra de la Torá toque a su vecina? Porque cada alma de Israel debe tener horas en que esté a solas con su Creador».
El árbol que crece
Enseñaba Rabbí Uri:
«El hombre es como un árbol. Si uno se para frente a un árbol y lo mira sin pausa para ver cómo crece y cuánto ha crecido, no verá nada. Pero si se lo atiende en todo momento, se lo poda y se lo protege de los insectos, a su debido tiempo alcanzará su desarrollo. Ocurre lo mismo con el hombre: Todo lo que necesita es superar los obstáculos, y entonces progresará y crecerá. Pero no es correcto examinarlo a cada hora para ver cuánto se ha agregado a su crecimiento».
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Estudiar y Enseñar Torá («Talmud Torá»)
Es el precepto con el cual se nos ordenó estudiar la sabiduría de la Torá y enseñarla, y ésto es lo que se denomina: Talmud Torá. Como está escrito: «Y las enseñarás ¿diligentemente a tus hijos».
En la expresión del Sifrí: «Y las enseñarás diligentemente a tus hijos – éstos son tus alumnos. Así encuentras tú que en todo lugar los alumnos fueron llamados «hijos», como fué dicho: «Y salieron los hijos de los Profetas».
Y allí dijeron: «Y las enseñarás diligentemente – que (las palabras de la Torá) sean filosas en tu boca; cuando una persona te pregunte algo, no vaciles ante él sino que has de contestarle de inmediato».
Esta ordenanza ya fué repetida (en la Torá) varias veces: «Y aprenderéis, y haréis, para que aprendan».
En muchos lugares del Talmud ya han enfatizado este precepto, subrayando así su trascendencia.
Las mujeres no están obligadas a esta mitzvá, dado que fué dicho: «Y las enseñaréis a vuestros hijos». Dijeron: «Vuestros hijos», y no «Vuestras hijas», como explicaron en la Guemará, en el Tratado de Kidushín (30a). Sin embargo, sí están obligadas a estudiar todas las partes de la Torá que están relacionadas con los preceptos que ellas deben cumplir.
Es evidente que los preceptos que nos ordenan y exhortan a estudiar y a enseñar son de suma utilidad, dado que sin sabiduría no puede haber acto bueno alguno o verdadero conocimiento («Moré Nebujim» 3:36). En forma similar, el » Sefer Hajinuj » destaca que sólo a través del estudio el hombre puede conocer las sendas de D-s. De otro modo, nada lo diferencia con el animal (Mitzvá 418).
Rav Iona Blickstein