Estudiando los Comentarios I
Primer comentario (gentileza «La enseñanza semanal» de Jabad Lubavitch, www.jabad.org.ar)
Segundo comentario (por Rab Moshe Hoffer)
Tercer comentario (Rab Oppenheimer, www.ajdut.com.ar)
Cuarto comentario (Rab Efrain Dines)
Primer comentaio – “La Primera y última misión”
Cuando Abraham despachó a Eliezer para que encontrara una esposa para Itzjak nos expresa la Torá que: “ lo mejor de su amo llevaba en sus manos”, ya que Abraham entregó un documento a su esclavo a través del cual toda su riqueza pertenecía a su hijo. De esta manera la familia de la novia tendría la seguridad de que Itzjak sería el heredero absoluto de las pertenencias de Abraham. Esto necesita una explicación: No es común, y ni siquiera está contemplado en la Halajá (ley judía), que el padre traspase todos sus bienes a su heredero en vida. Más aún sabiendo que Abraham vivió 35 años más y necesitaba de su fortuna para subsistir. Además Abraham era muy acaudalado, siendo suficiente que le transfiriera a Itzjaksólo parte de su riqueza.
EL PRIMER MATRIMONIO
El obsequio que Abraham entregó indica la importancia que le otorgó al matrimonio de Itzjak y Rivká. No se trataba solamente del enlace de dos personas, sino del primer matrimonio judío. De esta boda resultaría el pueblo hebreo, y de él toma firmeza hasta el final de las generaciones.
CUERPO Y ALMA
Está explicado que el matrimonio de Itzjak y Rivká representa el objetivo de la Creación: la unión de las esferas superiores espirituales con las inferiores materiales. Itzjak estaba en Eretz Israel, el lugar de la santidad, y él mismo era santo, ya que se convirtió en una OLá TMIMA (ofrenda completa) en la Akeidá (décima prueba que tuvo que pasar Abraham Avinu), al disponerse sobre el altar dispuesto a ofrendarse a Di-s. Itzjak representa entonces la espiritualidad más excelsa. Rivká estaba fuera de la Tierra de Israel, en la casa de los malvados Betuel y Laván. El Midrash la describe: “Como una rosa entre las espinas”. Rivká representa el contacto con la dimensión más baja y material. Su matrimonio expresa la unión de estos dos extremos, espíritu y materia, alma y cuerpo. Esta alianza es el propósito de toda la Creación: atraer toda la santidad Divina aquí a este mundo material y hacer de él un recipiente para la Luz de Di-s.
CUMPLIMOS CON NUESTRA MISION
Esto nos permite comprender por qué la Torá se detiene en todos los detalles de la misión encomendada a Eliezer. Es la primer boda judía que aparece en la Torá, y representa el unir la santidad con la existencia material, y por eso era importante cada pormenor. Esta misma misión le es encomendada luego a cada judío. Cada Mitzvá, mandamiento cumplido, es la unión de la Voluntad Divina con el elemento material con el cual se cumple el precepto. Y Hashem le entrega “todo lo suyo” al pueblo de Israel, para que tenga éxito en su cometido. Este es el sentido cósmico del casamiento. Luego de más de 3000 años de cumplir con los preceptos el mundo ya está listo para que se revele Di-s en la Tierra, y en nuestra generación la única misión que nos resta es recibir al Mashíaj activamente. Cada judío debe acercarse a Di-s, Quien nos dio el mandato, y decirle: “Cumplimos con nuestra tarea, y ahora Haz Tú la Tuya, enviándonos la Redención ya!”.
Sefer HaSijot, 5752, tomo 1, pag 97
Segundo comentario – La union Hace la fuerza
Cada Shabat cuando le damos la Beraja (bendición) a nuestros hijos les decimos: «Que te ponga Hashem como Efraim y Menashe». La pregunta que surge ¿es por que debemos bendecirlos asi? ¿Cual fue la particularidad de los dos hijos de Iosef? En realidad, siguiendo un orden, Iaacov debia bendecir primero al nieto mayor (Menashe) y luego al nieto menor (Efraim). Sin embargo procedio al reves, pues vio una descendencia de mejor nivel en Efraim que en Menashe. Una actitud asi podria provocar celos y orgullo. Celos por parte de Menashe a Efraim, que siendo el mayor su abuelo lo dejo para el final. Orgullo por parte de Efraim que anin siendo el menor, su abuelo le dio el primer lugar. Como Efraim no sintio orgullo, ni Menashe celos, los padres debemos bendecir a nuestros hijos teniendo como paradigma la figura de estos dos hermanos, que fueron el simbolo de la union.
Nuestra Perasha comienza diciendo: «Y fueron los años de Sara cien años y veinte años y siete años». La madurez de una persona de cien años, no la tiene una de veinte, sin embargo vemos que Sara mantuvo una linea en su vida que aun teniendo veinte anios podia seguir haciendo lo que le enseñaron a los siete y cuando tenia cien, siguio creciendo con la misma fuerza que a los veinte. Nuestros padres y antepasados con mucho esfuerzo pudieron marcarnos un camino y nos brindaron algunos espacios, para que sigamos una linea y avancemos con ella. Tenemos que preguntarnos: ¿Cual es el elemento que necesitamos para poder seguir creciendo? Pienso que no hay ningún secreto, lo tenemos bien claro en la Tora: «Y acampo alli Israel frente al monte», nuestros sabios dicen «Y acampo» no «acamparon». Acampo significa todos como uno, como un solo hombre y un solo corazon, esa es la condicion basica que necesitamos para poder seguir recibiendo la Tora. Todos los dias, cuando recitamos el Iotzer (bendición en la plegaria matutina) , hacemos referencia a los angeles diciendo: «Y todos reciben sobre si mismos el yugo del Reino Celestial uno de otro y se otorgan permiso uno al otro». En esta parte de la Tefila (rezo) antes de recitar el Shema se nos esta señalando que si bien cuando decimos el Shema debemos recibir el yugo celestial, tambien debemos saber cuales son las condiciones para recibirlo.
Es muy importante y elemental trabajar mancomunados, hablar de frente y no murmurar por atras. Todos tenemos defectos, por eso en la Tora hay una mitzva de reprender, solo que debemos saber como hacerlo, sin herir a nuestros companieros. Hablar Lashon Hara (hablar calumnias uno de otro) solo conduce a separarnos y a destruir lo que con tanto esfuerzo y sacrificio nuestros padres trataron de construir. Es hora de tomar conciencia de que no hay otro camino que el del respeto y la union. No perdemos nada si alguien alguna vez nos dice algo que nos disgusta y somos un poquito mas humildes, nos callamos y evitamos la discusion. En Perashat Noaj Rashi, haciendo alusion y comparando los castigos que tuvieron los de la generacion del diluvio y los de la generacion de la torre de Babel, se pregunta: ¿Quienes actuaron peor? Unos quisieron construir una torre para guerrear contra D»s y los otros, los del diluvio, no extendieron sus manos contra D»s, y sin embargo fueron arrasados por las aguas. La respuesta es que los de la generacion del diluvio eran ladrones y peleaban entre ellos, y los de la torre de Babel tenian amistad y companierismo entre ellos. De aca aprendemos cuan odiada es la discusion y que grande es la paz. Decimos cada vez que concluimos la Amida «El que hace la paz en las alturas», ubicando a cada astro en su lugar…
De esa forma, consiguiendo la armonia, le pedimos a Hashem que nos enseñe a cada uno de nosotros a ubicarnos en el angulo que nos pertenece. Desde alli D»s otorgara la paz sobre nosotros.
Rab Moshe M Hoffer
«¿Otro museo?, ¡no!» – dijeron todos los chicos de la división al unísono. «Chicos, eso no es un museo, es un palacio!» -respondió la maestra. «¿Un palacio? ¿Qué palacio? ¡Parece más bien una ruina!» «¡Es verdad ahora está arruinado por las luchas que sucedieron, pero originalmente fue un hermoso palacio! – La visita es corta y muy interesante. Vamos a salir pronto y después ustedes van a poder ir a jugar a la pelota allá en frente. Tenemos que cumplir con esta visita porque está en el programa de estudios y es muy importante!»
Una vez dentro del «palacio» con un olor a humedad repulsivo, los chicos recorrieron las habitaciones de lo que había sido antiguamente el castillo del prócer libertador de su provincia escuchando las palabras de la guía y esperando que la visita «educativa» pase pronto. Jaimito, siempre curioso, quedó atrás del grupo en la sala en la que había un cartel grande que decía «Sala de armas». Allí se encontraban, dentro de vitrinas, las espadas y lanzas que había empuñado el glorioso y patricio dignatario a quien le había pertenecido el palacio. Las lanzas estaban un poco oxidadas. «¡Será la herrumbre, o son manchas de sangre…? – pensó Jaimito un poco asqueado. Al lado estaban enumeradas todas las batallas en las que había triunfado (las derrotas no se mencionan) en su conquista de la llanura. «¡Cuánta gente habrá matado este hombre!» siguió pensando Jaimito. «¡Jaimito! No te separes del grupo» – llamó la maestra – «si no te vas a quedar a vivir acá solo». «No se preocupe maestra, no me quedo» – contestó Jaimito. «Y aquí, esta parte del palacio está totalmente destruida» – siguió relatando la guía. «¿Por qué?» – preguntó Jaimito. Los compañeros le echaron una mirada amenazadora para que dejara de preguntar y se pudieran ir más rápido. «Justo se los iba a explicar. Tené paciencia. Cuando el prócer murió, de inmediato sus hijos, hermanos y sobrinos comenzaron a disputarse el poder y la riqueza que había acumulado este buen señor. Había una fortuna en prendas y joyas que pertenecían a los despojos de las batallas de sus conquistas. Mientras vivió, nadie se animó a enfrentarlo, pero no pasó una semana de su muerte, y los parientes ya se estaban peleando a muerte por la herencia. Algunos estaban acuartelados dentro del fortín mientras otros lo rodearon con sus cañones. Al final, se terminó destruyendo gran parte de la fastuosa construcción y entre parientes y otros bandidos, se llevaron todo…
Jaimito se quedó pensando nuevamente frente a una efigie del prócer vestido en su uniforme militar pulcro y altivo que miraba arrogante y soberbio hacia él. «¿Qué me querrá decir, que me mira tanto?» – pensó…
¿Ud. visitó el museo, querido lector? Y si no visitó el museo, sepa que no es indispensable hacerlo, dado que en la vida cotidiana se repite este ejemplo con frecuencia, aunque tal vez no de una manera tan dramática y sanguinaria. Todos pasamos por este mundo, sin saber cuánto tiempo estaremos. A su vez, el ser humano posee el deseo de perpetuarse y le aterra la noción de quedar en el olvido y que a nadie le importe si alguna vez existió o no.
¿Escuchó Ud. hablar alguna vez de las ciudades de Leningrado y Stalingrado? Son ciudades de Rusia que antes se llamaban Volgogrado y S. Petersburgo. Fueron cambiados sus nombres, cuando los mandatarios de allí quisieron adquirir su boleto hacia la perpetuidad. Es costumbre de los dictadores el creer que son irreemplazables y eternos. Todos ellos intentaron inmortalizarse mediante monumentos que colocaron en plazas y lugares públicos para ser venerados. Sin embargo, serán recordados por sus actos atroces más que por sus monumentos.
La realidad demuestra que nadie se queda. La Torá relata cómo Novaj, de la tribu de Menashé, construyó una ciudad y la denominó Novaj con su propio nombre (Bamidbar 32:42). R.Sh.R.Hirsch sz»l señala cómo ese nombre no perduró en la historia.
La lectura de Jaié Sará, relata sobre el deceso de Sará, esposa de Avraham. Es el primer caso en el cual la Torá se explaya sobre el tema de un fallecimiento y la adquisición de un lugar para su sepultura. Avraham se acercó a Jevrón para expresar su dolor por esa muerte y para llorarla. La Torá no relata en detalle de que Avraham dijo. Seguramente lo sabría únicamente él. Avraham, como nadie más, supo lo que significó para Sará la mudanza desde el terruño hacia Kna-an, los años de esterilidad, las veces que fue raptada, la guerra, la mala conducta de Hagar e Ismael y, en particular, el desafío de recibir huéspedes diariamente en su hogar en forma sostenida. ¿Cuál sería la homilía indicada? Solamente la que cuenta la propia Torá: «cien años y veinte años y siete años». En cada etapa de su vida, Sará hizo lo que debía hacer en aquella etapa. No necesitó hacer nada especial para ser recordada. «Los justos no necesitan monolitos ni pirámides, pues sus acciones son el medio por el cual son recordados». El lugar de fallecimiento de Sará, se llama Jevrón. El verbo «le-jaber» en hebreo expresa «unir», refiriéndose en este caso a que Sará (y los demás patriarcas) supieron unir este mundo con el Venidero mediante sus acciones terrenales, que al ser las correctas, hicieron el acceso de uno al otro una transición natural de algo que corresponde y no de algo contradictorio.
El paciente estaba haciendo un chequeo de rutina por recomendación de su médico. Como un niño obediente, se ocupó de realizar todos los análisis que le habían encargado y trajo los resultados para que el médico los estudiara. El galeno, miró, uno por uno, las resultados Frunció su rostro y con expresión seria le preguntó al paciente: «¿Cuántos años quiere aún vivir?» «¿Cuántos años quiero vivir? – pues todos los que pueda» – respondió un tanto sorprendido el paciente. – «Bien, si así lo quiere, entonces deberá seriamente considerar sus hábitos de comer, deberá dejar de fumar, de beber en exceso…»
El paciente podría ser cualquiera de nosotros, pues todos somos mortales. ¿Cuánto queremos vivir? No importa tanto lo que respondamos a esta pregunta, pues de todos modos no depende de nosotros. Sin embargo, si la pregunta fuera: «¿Qué quiere que sea su legado para la posteridad?» Es sí sería una cuestión difícil de contestar, si no sabemos para qué vivimos. ¿Dejaremos un legado de sangre? ¿Un legado de dinero, para que los demás se peleen? ¿O quizás un legado de enseñanza, de unión de amor?
Frente a mí, en el consultorio, se hallaba una familia que acudía para una terapia grupal. Durante las conversaciones, uno de los miembros se ofendió intensamente por lo que había dicho otro de los presentes. Se levantó y con mucho enojo comenzó a increpar violentamente a quien recién había hablado. Yo, que no era destinatario de los insultos, me asusté del modo en que rugía, y me daba vergüenza ajena. Sin embargo, el pariente calumniado no respondió y mantuvo la calma. Al cabo de la sesión, me acerqué a este pariente y lo felicité por su conducta aplomada. A lo cual me respondió: «Le voy a explicar por qué no respondí. Hace algunos años, en una reunión de amigos, se dijeron algunas cosas que no fueron del agrado de uno de los integrantes del grupo. Este replicó encolerizado vociferando ofensas a varios de los presentes. En medio de los alaridos, su rostro se tornó morado y cayó desplomado. Llamamos a un médico, pero no lo pudieron salvar. Cada vez que alguno de los que estuvimos presentes en aquel encuentro recordamos a aquella persona, no podemos dejar de rememorar el incidente trágico en el cual perdió la vida. No soy un santo, pero nunca quisiera ser perpetuado en la memoria de los demás del mismo modo que este hombre…» (R. Avraham Twersky M.D. shlit»a)
Sará nos dejó el legado más importante: su hijo Itzjak a quien educó a pesar de la dificultad, fue el que enriqueció y transmitió este legado a Ia-acov, quien a su vez construyó el pueblo de Israel. ¿Qué patrimonio dejaremos nosotros?
Daniel Oppenheimer
Cuarto comentario – Cancion de Cuna
Y fueron las vidas de Sara cien años y veinte años, y siete años, los años de las vidas de Sara. Bereshit XIII – 1
Rashi: …a los cien era limpia de faltas como a los veinte … que aun no es castigada por el Tribunal Celestial (sino a partir de entonces)… y a
los veinte era como a los siete años, en belleza.
La cosmovision occidental nos presento al niño como simbolo de la pureza, y a la juventud como la quintaesencia de la belleza. Se es hermosa a los veinte, y puro como un angelito a los siete. Parece que Rashi opina diferente: a los siete años brilla la belleza y recien a los veinte podemos sentir la pureza. Pues al fin de cuentas ¿que es la belleza? La belleza es el encanto de las cosas tal como son, y es mas facil de captar por los niños, aquellos que aun retienen en su memoria la vision del mundo genuino tal como es.
¿Saben Uds. por que los niños calman su llanto con una cancion de cuna? Antes deberiamos saber por que lloran. Nos explica en su Shomer Emunim el Rab Aharon Rato, de bendita memoria, que despues de nueve meses de estudiar Torah de la boca de un angel en el vientre materno, al verse arrojado a este mundo que parece vacio de D»s, se desespera y prorrumpe en llantos, llantos que unicamente la musica, eco de la musica celestial que hasta hace tan poco escuchaba, pueden calmar.
¿Que en los tratados de puericultura no se explica de este modo? Pues es una lastima por la puericultura, por los chicos y por los grandes que al crecer ya no lloramos por nuestras alas cortadas. El tiempo cicatriza los muñones de nuestra grandeza perdida. Y tampoco nos consolamos con los sones de una musica ya olvidada. Nos acostumbran a ruidos psicodelicos. La musica despierta los sentidos mas nobles y rasga las cuerdas mas intimas arrancandoles notas de comunion con el Infinito, que, como los colores, no se pueden explicar. O se escuchan o se ignoran. Los ruidos exitan a las fieras, exacerbando lo grotesco, lo ordinario, lo brutal y soez. Y aun cantores de ultima moda de los jaredim (temerosos) no interpretan siempre musica judia genuina. Y su letra, inspirada en pesukim (versículos), no parece bastar para liberar las chispas encerradas en ritmos temeim (impuros) beat burdamente judaizados.
Si luchamos por disipar las brumas a fin de volver a observar las cosas tal como son podremos tambien acceder a la pureza.
Buen gusto y unicamente en las tiendas de Shem
Como leiamos en la parasha anterior, Noah engendra tres hijos: Shem (literalmente «nombre») el que llamo las cosas por su nombre sustancial, y se integra a una Creacion que conoce en su esencia, como modelada por las manos del Creador. Ham (literalmente «caliente»), que hierve en deseos y pasiones que no quiere ni puede dominar. Yefet (literalmente bello). Nosotros los judios somos semitas (de Shem) por excelencia, y nuestro oficio cosmico es el Adam Harishon, poner nombres a las cosas. ¡Al pan, pan y al vino, vino! Ham es el padre de los pueblos esclavos de su vicio de recibir mas y mas; la civilizacion hedonista que degenera en la angustia existencial. Yefet es el padre de Yavan, Grecia, que hizo un culto a la belleza, a las bellas artes, basadas en la armonia de las proporciones y de los ritmos.
¿Que es lindo? La Axiologia nos advierte que lo que es bonito aqui y ahora, puede ser horrible alli y mañana. Pero por encima de las edades y las culturas existe lo que el genio de Rab Shimshon Rafael Hirsh llamo «el buen gusto». Hay mucho de verdad en aquello de que «la musica calma a las fieras», lo comprobamos cuando, furiosos e iracundos, hirviendo en la neurastenia de Ham, escuchamos acordes y notas que nos elevan de las urgencias del momento a la atemporalidad de lo eterno… y el enojo queda tan lejos; nos calmamos.
Hay musicas que arrancan sentimientos nobles a las cuerdas del alma. Es belleza y buen gusto; y hay ritmos que despiertan sensaciones bajas y mezquinas, las pasiones de nuestra animalidad biologica. Es groseria y mal gusto. ¿Que musica escuchan nuestros hijos? ¿Que colores combinan en sus vestidos? ¿Con que gestos se expresan? ¿Cuanto tiempo y por que mares del internet navegan? Noah sabia que Yefet, la Grecia Clasica, era el pasillo para llevar a Ham de la mano, para escuchar la Torah de Shem. El paso del salvajismo a la Civilizacion. Por eso «Derej Eretz Kadma La Torah«. La educacion, los buenos modales, el buen gusto, la pulcritud, anteceden a la
Torah. Es muy dificil ser Iere Shamaim, temeroso de D»s, en medio del desorden, lo grotesco y la suciedad. ¡Embellezca D»s a Yefet y que habite en las tiendas de Shem! (Bereshit IX – 27), es la bendicion de Noah a la estetica de Yefet… pero decorando las tiendas de Shem, las Yeshivot y Bate Midrashot (casas de estudio). Y no al reves: la Torah de Shem, enseñada en las universidades de Yefet como una asignatura mas, como una especializacion en ciencias judaicas. Noah habia vislumbrado sin dudas el Iluminismo del siglo XIX, que proclamo que el hombre culto, lector de los clasicos, que sabe apreciar un Velazquez, y escucha a Mozart; el hombre culto que es educado y gentil, sera al fin de cuentas una buena persona. Tuvieron que venir cultos doctores nazis, con atuendos elegantes y pulcritud sastreril, para que con esa misma parsimonia y paz de espiritu, ultrajasen cuerpos sagrados en barbaros experimentos. La cultura no crea un hombre mejor por arte de magia. Jinuj (educación) es formar y no solo informar. El fin de la educacion tiene sentido unicamente orientada a las tiendas de Shem, donde Rashi enseña que recien a los veinte, cuando ya elegimos ser animales u hombres, podemos ser pios y justos. Y este es el objetivo pedagogico de la educacion: enseñar desde el Gan el ejercicio de elegir, aprender a privarnos de lo que D»s dijo «no», sin que esto signifique traumas y represion.
Pues la belleza en si, no tiene sentido. A los veinte suele ser tan solo fuego artificial para cocinar el caldo de los deseos de Ham. La verdadera belleza es a los siete; a esa edad podemos desarrollar las emociones y el sentido de lo noble y puro, a fin de que los veinte años -la hora decisiva de las decisiones- nos encuentren como mas que angeles, creados a divina imagen y semejanza. Y los justos decian: Dichosa nuestra juventud que no avergonzo nuestra vejez.