Estudiando los Comentarios
Primer comentario (Enseñanza semanal de Jabad Lubavitch,, www.jabad.org.ar)
Segundo comentario (Rab Moshe Hoffer)
Tercer comentario (Rab Daniel Oppenheimer, www.ajdut.com.ar)
Primer comentario – “¿Por qué fue cambiado el nombre de Iaakov?»
La Parshá nos relata de qué forma fue cambiado el nombre de Iaakov a Israel.. La bendición que el ángel le dio a Iaakov consistió en lo siguiente: “Ya no se dirá que tu nombre es Iaakov, sino Israel, pues has luchado con Di-s y con hombres, y has vencido”. Ambos nombres, Iaakov e Israel, también lo son del pueblo judío. A veces es llamado Iaacov y otras Israel.
Hijo y siervo Está explicado en el libro Likutei Torá que estos dos nombres simbolizan dos niveles dentro del Pueblo de Israel. Hay momentos en los que somos descriptos como “siervos de Hashem” y en otros como “hijos”. En la situación de “siervo” el judío es llamado Iaakov, como dice el profeta: “Y ahora oye Iaakov mi siervo”. Y cuando el iehudi se eleva a la categoría de “hijo” es llamado Israel, como versa: “ Mi hijo primogénito Israel”. La diferencia entre “hijo” y “siervo” es evidente. Cuando el hijo lleva a cabo la voluntad de su padre, lo hace con alegría, amor y satisfacción. Diferente es el esclavo, ya que no siempre desea cumplir las órdenes de su amo y a veces las realiza simplemente por obligación y por no tener alternativa.
Alegría y satisfacción Ambas condiciones existen en la relación del judío con Di-s. El iehudí puede estudiar Torá, rezar y cumplir Mitzvot sirviendo a Hashem con alegría y placer, tal como un hijo; o puede servir a Di-s por obligación, como un siervo. La ventaja del nivel llamado Israel es que se corre con agrado a servir a Di-s y no hay enfrentamiento alguno con el instinto que le impida hacerlo. Pero cuando se encuentra en el nivel de Iaakov, no siente el fervor por cumplir los Mandatos Divinos y debe luchar contra su instinto para vencerlo. Se sirve al Creador desde un plano de Kabalat Ol -la aceptación del yugo Divino- y al faltar el goce interior se deben vencer los obstáculos.
No desanimarse Se entiende que debemos tender a alcanzar el nivel de “Israel”. Pero es imposible lograrlo sin llegar primero al de “Iaakov”. En otras palabras: Cuando el judío se queja de lo difícil que le es servir a Di-s, y que no siempre siente entusiasmo y ganas de cumplir la Torá y sus Mitzvot, haciéndolo solo porque sabe que es su obligación como judío, debe saber que esto es absolutamente normal. Es imposible eliminar la inclinación del instinto hacia el mal de una sola vez, y lograr de inmediato que su deseo interior y el placer natural sea aquello que es la voluntad de Di-s. Esto requiere trabajo, auto-elaboración y crecimiento espiritual sostenido. Al principio el ietzer hará( instinto) se opone, lucha y trata de interferir en nuestra tarea. Pero si lo enfrentamos con firmeza y sin desanimarnos lograremos vencerlo -Iaakov- y alcanzar un nivel en el que la vida de acuerdo a la Torá y las Mitzvot sea placentera y con alegría -Israel-. Esta es la razón por la cual aunque le fue otorgado el nombre de Israel la Torá sigue llamándolo también Iaakov, (a diferencia de Abraham que antes se llamaba Abram y dicho nombre quedó totalmente revocado), ya que aunque el nivel de Israel es superior, la condición de Iaakov sigue vigente en el pueblo judío como paso previo necesario a ser transitado por cada uno antes de llegar a ser “Israel”.
Likutei Sijot, tomo 3 Pág. 795.
Segundo comentario – Entre lo bueno y lo malo
En el libro Daat Jaim se comenta que cuando Iaacov le mando enviados a Esav el les ordeno: «Asi le diran a mi senior a Esav: «con Laban habite y me retrase hasta ahora y tuve toros y asnos ganados etc.» » En el libro Meshej Jojma hay un cuestionamiento: ¿Por que Iaacov no le dijo que tambien tenia camellos? La pregunta se origina por la continuacion de la perasha, donde esta escrito que cuando se aproximaba Esav, Iaacov dividio a su ganado ovino, al vacuno y a los camellos en dos campamentos. Un mensaje filosofico y muy profundo podremos apreciar de sus maravillosas palabras. Cuando D»s creo al hombre, su esencia era solo buena. El Ramban, haciendo referencia a como fue la personalidad que tuvo el hombre desde su creacion dice que este hacia naturalmente lo que era digno de hacer. De la misma manera como los cielos y todos sus ejercitos (astros), que hacen lo correcto, no cambian su objetivo, no tienen en sus obras ni amor ni odio.
El fruto del arbol que ellos comieron, (el arbol del saber) produjo en ellos la voluntad de elegir lo que quieran consumir algo que sea bueno o malo. El instinto malo es quien incita a la persona a obrar mal. Desde su comienzo el hombre era «completamente bueno», el instinto malo estaba fuera de el y lo asechaba desde alli. Cuando vino la vibora sobre Java y le puso el veneno, cambio la esencia del ser humano. Este veneno se mezclo con la buena raiz interna que estaba en la persona. Nuestros patriarcas se ocuparon de seleccionar lo bueno, desarrollarlo y quitar de el el mal.
Abraham tuvo a Iztjak y a Ishmael, pues todavia persistia en él, el concepto de mezcla entre lo bueno y lo malo. Como consecuencia de dicha mezcla salio Ishmael. Nuestro patriarca Itzjak, tambien se ocupo de separar lo bueno de lo malo, la prueba de ello es el nacimiento de Esav junto al de Iaacov. Tambien permanecia en su fuero interno el concepto de mezcla de lo bueno y lo malo. Quien tuvo el merito de separar y seleccionar completamente lo bueno de lo malo fue Iaacov, por eso de su familia solo salieron buenos. Desde entonces, el alma judia se inclina para el bien. Precisamente esto fue lo que caracterizo a Iaacov: una buena raiz limpia y exenta de mal. Distinto ocurrio con Esav y las naciones del mundo que tienen mezclado el bien y el mal. este no se separa de sus raices. Por eso, aun cuando Esav era muy respetuoso con sus padres, estuvieron estas dos fuerzas mezcladas en su alma, sin ser separadas.
Podemos relacionar esto tambien, con el concepto del toro y el asno y sus diferencias con el camello. Explica el Meshej Jojma que esto le insinuo nuestro patriarca Iaacov a Esav cuando le dijo que tenia en su poder toros y asnos. Nunca menciono el camello. El toro representa el bien y el burro el mal, uno tiene caracteristicas de Kasher y el otro de Taref. En cambio el camello tiene por un lado caracteristicas de Kasher -porque es rumiante- y por el otro de impuro -pues no tiene hendiduras en sus pezuñas-. Esav fue comparado con el cerdo, que tiene los signos de pureza y de impureza. El Gaon de Vilna explico que la Tora permitio consumir animales con signos de pureza y nos prohibio consumir animales con signos de impureza. Porque es natural en el hombre que lo que consuma se implante en el. Los signos de pureza manifiestan buenos modales, conformidad, estos animales no pisan, no clavan sus pezuñas y ellas estan separadas, el hecho de que sean rumiantes significa que lo que comieron lo vuelve a comer, lo que quiere decir que se conforman con lo que tienen. Los signos de impureza expresan malos modales, ambicion, dureza que se incorporan en el ser humano que los consume. Esto es justamente el mensaje de Iaacov a Esav «con Laban habite». El valor numerico de «Garti» (habite) es 613. O sea: cumpli las 613 mitzvot pese a haber convivido con un Rasha (malvado). Supe separar el bien del mal.
Rab Moshe M Hoffer
La familia de Ia-acov había vuelto hacía más de un año de Padán Aram la tierra natal del patriarca, K-na-an, en donde habitaba el abuelo Itzjak. Luego de superar el difícil momento del cuasi enfrentamiento con Eisav, Ia-acov se estableció primero en Sucot y luego en las cercanías de la ciudad de Shjem. Para ubicarnos mejor en el mapa, Shjem queda a 85 Km. al norte de Ierushalaim, y los árabes la llaman hoy Nablus.
Ia-acov adquirió allí una parcela de tierra. Fue la primer adquisición de una tierra en Israel, aparte del lugar de sepultura que compró Avraham en Jevrón (la cueva de Majpelá) al momento de fallecer de Sará.
Ia-acov tenía una hija menor llamada Diná. Esta niña tenía tendencia a salir a pasear para observar los alrededores de su paradero y fue a Shjem para conocer las modalidades de la gente del lugar. Este paseo no fue feliz. El hijo de Jamor, alcalde de la ciudad, que se llamaba a su vez, Shjem, la vio, la violó y la raptó manteniéndola reclusa en su casa.
La familia de Ia-acov se enteró de la situación y se afligieron enormemente. Entendieron que la única razón por la cual Shjem se tomó la libertad de actuar de tal modo, era porque se trataba de una joven extranjera sin los derechos legales del lugar.
En el interín, Jamor y Shjem se dirigieron a hablar con Iaacov. Pensaron que podrían convencerlo fácilmente – dada su situación de indefensión – de que su hija se casara formalmente con Shjem. Para Jamor y para Shjem, el tema monetario no representaba un problema. Shjem no tuvo inconveniente en ofrecer cualquier suma de dinero con tal de salirse con la suya. Seguramente pensó que con dinero se compra todo. Estaba muy equivocado.
Ia-acov se encontraba en un dilema muy serio. Su hija estaba secuestrada en alguna parte de la ciudad de Shjem y no la podía recuperar. Tampoco podía dar su anuencia a un matrimonio con una persona carente de ética como Shjem. El acto de vejación está prohibido para todos los seres humanos y Shjem estaba en falta. Por la ley a cumplir por todos los descendientes de Noaj (una de las siete leyes universales), Shjem merecía la pena de muerte. Sin embargo, los habitantes de la ciudad de Shjem «hicieron la vista gorda», seguramente porque se trataba del hijo del alcalde, dueño de la tierra. (La impunidad que gozan los poderosos de hoy ya tiene otros antecedentes históricos).
¿Qué hacer? Los hijos de Ia-acov respondieron con astucia: «no podemos dar a nuestra hermana a una persona no circuncidada» – dijeron – «sólo consentiremos este matrimonio, si la gente de la ciudad de Shjem – todos lo varones – deciden circuncidarse» – y aclararon puntualmente «si fuereis como nosotros (es decir, que aceptan el hecho de que la circuncisión significa un pacto de reconocimiento de D»s y el sometimiento incondicional a Sus dictámenes), entonces nosotros hemos de dar nuestras hijas para casarse con ustedes y tomaremos vuestras hijas para nosotros (bajo los términos espirituales y los ideales con lo que vivimos nosotros. Caso contrario, tomaremos a nuestra hermana y nos iremos» – concluyeron.
La idea le cayó muy bien a Shjem. Se trataba únicamente de una cirugía algo incómoda, y luego: tendría vía libre para disponer de Diná. El significado del Brit Milá no denotaba absolutamente nada para el presuntuoso Shjem ¿Los habitantes de Shjem? Como buen político les iba a ofrecer todo con tal que lo acompañaran en esta confabulación. Fue directamente a hablar a la población de Shjem. Le dijo todo lo del Brit Milá, pero bajo sus propios términos: «Nosotros tomaremos sus hijas y nosotros les daremos las nuestras.. De este modo nos convertiremos en una nación». ¿Y si preguntan qué sentido tenía entrar en tal intervención médica innecesaria? «Es buen negocio» – les dijo – «tienen mucha fortuna, y juntos, nuestra economía va a crecer considerablemente. No perdamos esta oportunidad histórica». La gente asintió. La propuesta tenía sentido.
A esta altura uno se pregunta: ¿realmente pensaban los hijos de Ia-acov en unirse a los habitantes de Shjem? ¿Por qué el versículo dice que hablaron «con astucia»? Si la astucia se refiriera al hecho que terminaron matando a los habitantes de Shjem, esto fue obra de dos de los hermanos de Diná, Shimón y Leví, únicamente. Los demás no participaron. ¡Difícilmente uno podría creer que realmente estarían de acuerdo a emparentarse con una familia carente de ética como Shjem! Posiblemente los hermanos creyeron que Shjem no estaría de acuerdo en hacer el Brit Milá. Aun si lo hiciera, era muy posible que los habitantes de Shjem no estuvieran de acuerdo con participar de la idea del soberbio Shjem. Y aun en el caso que todos se hicieran el Brit Milá, entonces, al estar débiles, los hermanos podrían entrar a la ciudad sin que alguien pudiera impedírselo, liberar a su hermana y llevársela.
El Brit Milá masivo se llevó a cabo, obviamente sin el objetivo espiritual que realmente lo exige. Fue una simple cirugía para adular al alcalde y a su hijo. Más que un sometimiento del cuerpo al alma, fue un medio para incrementar sus ambiciones materiales.
El tercer día desde el Brit Milá de los varones de Shjem, Shimón y Leví entraron a la ciudad y mataron a todos los hombres. Tomaron a Diná y fugaron. Cuando Ia-acov se enteró de lo que habían hecho sus hijos, se indignó intensamente con ellos. «Me desilusionaron con vuestra acción» – dijo – «me dejaron mal parado frente a los habitantes de la región. ¡Ellos escucharán de esta matanza y se unirán para destruirme!» «¿Y acaso podemos dejar que se trate así a nuestra hermana?» – contestáronle.
Ia-acov no respondió por el momento a esta pregunta retórica. Pasaron muchos años hasta que, momentos antes de morir, Ia-acov les recordó este triste episodio. No estaba enojado con sus hijos por el sentimiento que motivó el exterminio de los habitantes de Shjem. Al contrario, la solidaridad con su hermana era un elemento digno de aprecio. Es más, todo el pueblo de Israel debiera poseer esa característica encomiable. En todo caso, su reproche fue porque, aun si tuvieran razón en su argumento, esto no les permitía tomar la justicia por mano propia y poner en peligro a toda la familia. En sus últimas palabras, Ia-acov les dijo entonces que sería «divididos en Ia-acov y dispersos en Israel» (Bereshit 49:7). Los descendientes de Leví no tendrían porción independiente en la tierra de Israel como las demás tribus y Shimón iba a residir dentro del territorio de Iehudá. El fervor idealista y desinteresado de Shimón y Leví para proteger a su hermana se difundiría, de este modo y de manera más tenue entre todo el pueblo.
De todos modos, queda en pie la pregunta: los hermanos de Diná no eran asesinos. ¿Por qué, entonces, mataron a todos los habitantes de Shjem? Uno puede llegar a entender que Shjem mismo merecía la muerte por secuestrar a Diná. Posiblemente también su padre por encubrirlo y apañarlo. ¿Pero el resto de la población? Hay entre los Sabios varias opiniones al respecto. Por un lado, está la postura de Ramba»m (Hiljot Melajim 9:14) que la razón de la matanza se debió a que todos los habitantes de Shjem (ciudad) debían haber llevado a Shjem (violador) al tribunal para ser juzgado. Una de las siete leyes universales obliga a juzgar a los transgresores morales. Sin embargo, estos habían callado y prefirieron seguir las ideas de Jamor y de Shjem. Ramba»n (en su comentario a la Torá), por otro lado, dice que la justificación que encontraron Shimón y Leví para matar a los habitantes de Shjem, fue que ellos transgredían todas las demás leyes que incumben a la humanidad (eran idólatras, etc.), por lo cual se merecían este castigo. La respuesta de Ia-acov fue que, de todos modos, habían actuado intempestivamente por el instinto de venganza y no por el deseo genuino de hacer justicia, pues, de otro modo, serían responsables de juzgar a todos los habitantes de todas las ciudades idólatras.
Lo acontecido en la ciudad de Shjem (un lugar de vergüenza – Rash»í Bereshit 37:14) quedó grabada en la memoria del pueblo de Israel también como símbolo de solidaridad ante los peligros que acechaban. Los hermanos de Iosef fueron allí diez años más tarde para tomar distancia de Iosef, de quien sospechaban que tenía la idea de apartarlos a ellos de la herencia espiritual de Ia-acov (R.Sh.R.Hirsch sz»l Bereshit 37:12).
El legado de Shimón y de Leví queda para nosotros. No podemos permanecer impávidos cuando nuestros hermanos están padeciendo, aun si no los conocemos personalmente. Debemos identificarnos con su situación apremiante. Asimismo, nos quedan las palabras de su padre: el ardor ante la injusticia no nos autoriza actuar de modo que se ponga en peligro la vida de terceros.
Daniel Oppenheimer