Estímulos exteriores – estímulos interiores
El hombre vive generalmente reaccionando ante estímulos exteriores:
¿Qué opinan de mí, qué poseo?, etc.
El egoísmo, la imagen superficial y lo perecedero absorben gran parte de las energías humanas.
La realidad material-sensorial acapara la existencia, haciendo que el hombre olvide su verdadera identidad y el objetivo de su existencia.
Cuando esto sucede, la conciencia comienza a recorrer un laberinto en torno a lo inmediato, a la apariencia, olvidando el hombre «quién es» y el porqué de su existencia. La vida se transforma en un permanente reaccionar ante lo superfluo, y así se crea una sociedad en la cual sus integrantes no se conocen a sí mismos y no conocen a su prójimo; ya que toda relación se basa en la imagen y en estímulos exteriores.
Los verdaderos objetivos quedan opacados y la fuerza interior se diluye, perdiendo el hombre la conciencia de su identidad y el propósito de su existencia.