Encontrando el Shabat Interior
Extraido de El Arbol mas alla del Espacio
El paradigma del Shabat es un poderoso remedio para todas las confusiones que puedan asaltarnos. Debemos buscar el aspecto del Shabat dentro de todos los deseos, emociones y malos pensamientos que podamos llegar a experimentar. ésa es la anulación del yo frente a la Realidad Absoluta. Así, la Torá nos instruye, «Recuerda el día del Shabat para santificarlo» (éxodo 20:8).
De manera similar, dicen nuestros Sabios, «Recuérdalo desde el primero [ejad] hacia el Shabat [significando, «Recuérdalo desde el primer día de la semana contando hacia el Shabat». ésa última frase también puede comprenderse como significando, «Recuerda en el Shabat la Unidad (Ejad) Divina». El Shabat es el aspecto de «sentarse y no actuar», el aspecto de shevitá, de descansar y de cesar toda actividad.]
éste es un buen consejo para todas las dificultades que podamos encontrar: simplemente debemos anularnos durante un tiempo y recordar la Realidad Absoluta. Todos, sin excepción, pueden lograrlo y así sumergirse en la Infinita Luz Divina. Es imposible explicar esto con más detalle, pues «cada uno debe comprender de acuerdo a la capacidad de su corazón».
Sin embargo, todo Israel cree que ése es el objetivo espiritual absoluto y nuestra esperanza para toda la eternidad. Cada persona, esté donde esté y fuera lo que fuese que le esté sucediendo, debe anularse ante Dios, incluso en medio de sus confusiones y problemas. ése es el paradigma del Shabat, el paradigma de shevitá (descanso y cese).
Mediante ello podemos destruir todos los pensamientos inquietantes, todas las confusiones intelectuales y las falsas sabidurías, y dirigir todas nuestras acciones hacia la Realidad Absoluta que se encuentra más allá del tiempo y del cambio. ése es el aspecto del Shabat y el principio de que «la mente se nutre primero». Es decir, nuestro comer y nuestras actividades mundanas, incluso la obligación de atender nuestras necesidades físicas, sólo deben estar dirigidas hacia el Shabat – hacia la verdadera sabiduría y la esencia de la mente.
Todo ello está implícito en el cuento del Rebe Najmán titulado «Los Niños Cambiados». Al final de la historia se describe un jardín, que alude al Jardín del Edén. [Nadie podía entrar al Jardín pues allí lo perseguían terrores y confusiones invisibles.] Sin embargo, el héroe vence esos terrores y confusiones parándose junto a [la estatua de un ser humano no identificado, que simboliza] el Shabat. Así, nuestros Sabios enseñan que el Shabat protegió a Adán luego de que probó del fruto del árbol del Conocimiento (Likutey Halajot, Shabat 6:5,8).
No Hacer Nada
La estrategia más importante para dominar la mente es la práctica de «sentarse y no hacer nada» en el pensamiento. Aunque hayas dejado que tus pensamientos divagaran y que tu mente se extraviara en ámbitos malignos e inquietantes, si tratas de remediar tu error luchando con los pensamientos, sólo lograrás quedar más profundamente atrapado. Por lo tanto, el mejor consejo es «sentarse y no hacer nada» en el pensamiento, al menos desde ahora en adelante. En medio del torbellino mental, deja que la mente se detenga y descanse, desconectando la atención del flujo de los pensamientos.
En última instancia ello requiere la completa anulación del ego. Esto se logra recordando la Presencia de Dios y anulándose completamente ante la Luz Infinita. éste es el paradigma del Shabat. Debes tratar de recordar el Shabat constantemente, atrayendo su santidad hacia ti, incluso durante la semana [i.e., en el ámbito de lo profano]. Entonces podrás percibir la salida en medio de los pensamientos confusos.
La práctica de la autoanulación es beneficiosa para todos [incluso si, al comienzo, uno sólo lo logra de manera intermitente]. Hasta un gran maestro como el rabí Ioshúa ben Janania, fue capaz de anularse constantemente mediante el paradigma del Shabat. Así pudo pasar a través de los portales de los Sabios de Atenas [que simbolizan el pensamiento egoísta y la filosofía secular] y derrotarlos por completo (Likutey Halajot, Shabat 6:8).
El Silencio del Shabat
Está prohibido en Shabat discutir temas mundanos [i.e., asuntos de negocios y demás]. Más bien, debemos decir palabras de Torá, de plegaria y de alabanzas a Dios, cantando zemirot (canciones) del Shabat y agradeciéndole a Dios, de todo corazón y con gran alegría, por el hecho de que él, en Su Misericordia, nos ha dado este precioso regalo del Shabat, proveniente de Sus tesoros ocultos.
El Shabat trasciende el habla – pero el habla misma proviene del Shabat. éste es el silencio superior que se encuentra por sobre el habla, el paradigma de «el silencio es una cerca para la sabiduría [Jojmá]. En la Kabalá ello corresponde a la sefirá de Keter (Corona Divina). En términos de nuestro servicio Divino, ello corresponde a la cualidad de «esperar». El habla está unida a la sefirá de Jojmá, como afirma el versículo, «Dios da la sabiduría, proveniente de Su boca…» (Proverbios 2:6). Sin embargo, la sabiduría y el habla surgen de la sefirá de Keter, el silencio trascendente, la «cerca para la sabiduría». Es por ello que debemos estar en silencio antes de hablar, cuando necesitamos ordenar nuestros pensamientos.
De manera similar, debemos hacer una pausa entre las palabras, aunque sea muy breve, como afirman nuestros Sabios, «Si una palabra vale una moneda, el silencio vale dos», pues el silencio es la raíz del habla y su tikún. ése concepto también está sugerido por el versículo que hace referencia a «un sabio [jajam] entre los que están en silencio, comprendiendo los susurrados misterios» (Isaías 3:3). Así, el habla surge del paradigma del Shabat que corresponde a la sefirá de Keter, el aspecto de «lo oculto de lo oculto», que es el misterio del silencio.
En el Shabat sólo se permiten decir palabras que surjan del silencio superior, palabras de ishuv hadaat [de plena conciencia], palabras de fe, mediante las cuales uno puede unirse al Infinito, como dice el versículo, «Con mi boca daré a conocer Tu fidelidad» (Salmos 89:2). [Es decir, nuestras palabras tienen esa cualidad del daat debido a que están enraizadas en el nivel de la fe que trasciende el intelecto.] Por lo tanto, en el Shabat alabamos a Dios cantando, «Un salmo, una canción para el día de Shabat: bueno es alabar a Dios…» (Salmos 92: 1,2) – pues todas las alabanzas y las palabras de santidad emergen del silencio del Shabat (Likutey Halajot, Shabat 7:43, abreviado).
David Sears