Festejando
Succot
Sucot y su signifcado
+100%-

En el mundo de la imaginación

(selección comentarios del Rabino Daniel Oppenheimer)

«Jugamos a… que yo era el papá y vos eras la mamá…» sugiere Miguel a su hermanita Gisela que está ocupada ayudándole a construir su castillo de arena en la playa. Gisela está totalmente de acuerdo y los dos siguen trabajando arduamente para completar su proyecto. La mamá (verdadera) los llama, pero Miguel y Gisela no escuchan (aparentemente la mamá aún no aprendió que no se debe interrumpir a los «padres» cuando están atareados..). Ambos continúan hasta que… Luis, otro chico (más grande), viene y les pisa el castillo. Miguel y Gisela se ponen a llorar por la frustración y corren a contarle a la mamá (ahora es mamá de verdad). Mamá intenta consolarlos e incluso trata de armarle el castillo tal como lo tenían antes. «No pasa nada…, no hay que llorar por estas cosas, era nada más que un montón de arena» – les dice – «vayan y comiencen otra vez…» Sin embargo, los chicos no se calman. En este mundo cruel y despiadado, ni siquiera su mamá los entiende. Obviamente, la mamá no les puede construir su castillo tan bien como el original.

La mamá suspira. «¿De qué se quejan? ¡Si todos los problemas se pudieran arreglar tan fácil como un castillo de arena…!» – piensa. «Nosotros (los grandes) somos los que debemos llorar de verdad. Trabajamos tanto para asegurarles un buen futuro. Hicimos horas extras. Nos privamos de pequeños y grandes lujos. Todo para ellos. ¿Y ahora? Lo que invertimos en acciones, bajó. El banco en donde pusimos plazo fijo… no se sabe qué va a pasar con él. Ya entraron tres veces en departamentos del edificio donde vivimos para robar. La empresa en donde estoy empleada está dejando a muchos empleados cesantes y el negocio de mi marido… hay que ver cuánto aguanta».

Triste y patética como pueda parecer esta historia, no está lejos de la realidad de ninguno en esta fiesta de Sucot que se aproxima. A nadie se le hubiera ocurrido que las cosas se «darían vuelta» de tal modo hace un tiempo…, pero son los comentarios con los que nos encontramos día a día.
¿Podremos encontrar algún significado en la Sucá para esclarecernos? Intentemos.

La Mitzvá de Sucá consiste en trasladar el lugar de morada fija desde nuestras casas para ir a vivir en una Sucá, que es una construcción con un techo frágil y endeble que no nos protege de la lluvia ni de las otras inclemencias del tiempo. ¿En qué época del año se sale para habitar en la Sucá? En el momento de la culminación de la recolección del producto del campo (de Israel), cuando el agricultor contempla y goza del resultado de la labor del año entero y cuando siente que puede dormir tranquilo por la seguridad que le brinda la abundancia de lo que rindió su campo.

En aquel preciso momento, cuando todos entran a sus casas porque terminó el verano y llegan los primeros fríos, D»s le ordena salir del lugar en el cual se siente resguardado para ir a morar en esta estructura de cobertura débil.
La Sucá le «habla» al judío y le dice: Aquello que a vos te parece tan seguro, firme, duradero y estable, aquello que te deja dormir tranquilo… eso no es más que un castillo de arena. Con un poco de maldad, egoísmo de un tercero, o con un poco de «mala suerte», todo desapareció. Al igual que «Miguel y Gisela», irás corriendo a tu mamá para que te reconforte… No creas que todo lo que parece fuerte y seguro, realmente lo sea. (No todo lo que brilla es oro). Si bien puede ser correcto e incluso meritorio preocuparte por el porvenir de tus hijos y ahorrar para más adelante, para las eventualidades de la vida, es muy limitado o siquiera nulo lo que realmente puedas garantizar. Es más, ni siquiera es la tarea principal de tu vida. Tu breve vida transitoria y efímera, no tiene como objetivo principal afianzar o consolidar absolutamente nada de lo material.

«Hacé de tu estudio la actividad fija, y de tu labor lucrativa, lo pasajero» nos dicen los Sabios en Pirké Avot (1:9). Jugá a que sos el papá y la mamá, a que construís castillos. Sabé, sin embargo, que no duran. «El ser humano camina por este mundo, considerando como si fuese propio de él y se quedara viviendo en él eternamente…» dice el Zohar (vol. 3). La condición humana de evadir la vulnerabilidad física, sentir permanencia y querer superar la muerte, no es nueva.
Nuestro patriarca Ia-acov venía de un hogar de una buena posición económica. Sin embargo, al huir de su hogar por la ira de Esav, no le pide a D»s más que «pan para comer y ropa para vestir».

El Rabino Ieshaia haleví Horowitz (rabino de Frankfurt am Main hasta la expulsión de los judíos de dicha ciudad en 1614 y fallecido en Ierushalaim en 1630) en su obra «Shnéi Lujot HaBrit», al referirse a la Sucá, exhortó a los judíos a «no construir casas como los palacios de los príncipes, quienes establecen su morada fija en este mundo (físico)…lo cual hace parecer como si renunciaran a alguna vez ser redimidos…»

Es posible que no podamos modificar la precaria situación económica en la que aparentemente nos encontramos. Lo que sí podemos hacer, es enfocar nuestras vidas acorde a lo que la fiesta de Sucot nos quiere enseñar y que las enseñanzas por siempre eternas de la Torá nos iluminen para ser alegres más allá de las contingencias coyunturales.

Rabino Daniel Oppenheimer

1 comentario
  1. Federico

    Somos transitorios por aquí. Pero creo que esta tierra tiene el potencial de ser un edén. Lamentablemente El humano que tiene el poder pone las reglas antinaturales al sistema y la mayoría debe seguir las reglas del juego para sobrevivir en el sistema.

    17/12/2018 a las 16:04

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