HALEL
El encadenamiento de los mundos
La Estructura de la Realidad
+100%-

Empleo de la terminología espacial-temporal

« Las expresiones y relatos utilizados tanto en la Torá escrita como en toda la tradición oral no deben ser tomados literalmente »

6:1 A pesar de que los interrogantes de cuándo y dónde comenzó la Creación no tienen sentido para nuestros Sabios, como fue ya explicado en el item 4:2, encontramos en los textos de nuestra tradición: la Torá, el Zóhar, Etz Jaím, etc. expresiones temporales, espaciales y antropomórficas.

6:2 Cuando los textos se expresan en términos temporales se refieren a causas y consecuecias: siendo «lo anterior» la causa y «lo posterior» el «efecto» de dicha «causa» en el proceso de revelación de la realidad. El tiempo indica la duración de las cosas sujetas a mudanza, la Creación al igual que la vida física y el cuerpo son temporales y constituyen a su vez el espacio en el cual se revela gradualmente la realidad superior. O sea que el tiempo nos indica el ritmo en el cual la realidad se va revelando y completando .

6:3 Algo similar sucede con los términos espaciales: «alto», «elevado», indican cercanía al origen, al Infinito o Ein – Sof; mientras que «bajo», por el contrario, significa lejanía al origen. Lo elevado es el altruismo, pues nos acerca gradualmente a la forma original, a la Fuente Infinita que nutre en forma altruista a toda la realidad, al Kadósh Baruj Hú. El egoísmo, por el contrario, es lo bajo pues nos aleja de El.

6:4 El antropomorfismo que aparece en los textos tradicionales es una forma de expresión, utilizada para que el ser humano comprenda a partir de su realidad y experiencias en el ámbito material-sensorial, los conceptos espirituales que se encuentran por sobre el dominio del tiempo y el espacio.

6:5 El R. Áshlag nos explica en el libro Prí Jajám (El fruto del Sabio), Introducción al Segundo Tomo, que a pesar de que los textos kabalísticos distinguen diferentes formas en la realidad espiritual, como ser mundos, sefirót, grados, etc., ésta nomenclatura se refiere únicamente a nuestra percepción. En la plenitud de la Luz no hay sefirót, grados ni niveles de ninguna índole. Dichas clasificaciones surgen en nuestro pensamiento, producto de cómo nosotros intelectualizamos la realidad que se expande del Kadósh Barúj Hú.
Nuestra percepción no tiene la más mínima posibilidad de aprehender-Lo en Sí Mismo. En la unidad nuestra conciencia selectiva se diluye, dado que el conocimiento, el conocedor y lo conocido son uno. En cambio, en los dominios del tiempo y el espacio, en la multiplicidad de la Creación, para que nosotros percibamos Su Voluntad de dar plenitud, creó y nos dio los sentidos por medio de los cuales somos activados y tomamos conciencia de Su Luz.

6:6 Nos aclara el libro del Zóhar y también el Ariz´al, en el Shaar haHakdamót (Pórtico de las Introducciones), entre otros, que todas las expresiones y relatos utilizados tanto en la Torá escrita como en toda la tradición oral no deben ser tomados literalmente. Las expresiones que allí aparecen manifestando situaciones y aspectos de la realidad conocidos por nosotros, fueron así expuestos como referencias para acercarnos a la realidad espiritual despojada de tiempo y espacio.

6:7 Nos dice el Zóhar (parte tercera, pág. 152):
Dijo Rabí Shimón Bar Iojái: ¡Ay de quien diga que la Torá viene a contarnos relatos triviales! Siendo así, aún hoy podemos hacer «Torá» de relatos cotidianos y hasta más bellos que ellos. Y si la Torá viene a explicarnos asuntos de este mundo, los gobernantes del mundo tienen entre ellos asuntos más interesantes. Todas las palabras de la Torá se refieren a causas superiores espirituales.
Los relatos de la Torá son sólo su vestidura, y quien piense que la vestidura es la Torá misma y que no hay nada más, es tan ignorante como el que juzga a las personas por su exterior pensando que la persona es su ropaje.
La Torá, al igual que las personas, tiene vestidura, cuerpo, neshamá y neshamá de la neshamá. Los relatos, como vimos, son su vestidura, las mitzvót son su cuerpo, la neshamá es Israel que activa las mitzvót y por sobre todos se encuentra la neshamá de la neshamá: el Kadósh Barúj Hú.
Al Kadósh Barúj Hú es a «Quien» debemos llegar a través de la Torá.

6:8 También encontramos en el Shaar haHakdamót (Pórtico de las Introducciones, texto dictado por el Ariz´al a su discípulo y Sabio Kabalista Jaím Vital z´l), introducción primera:
Es conocido que en lo «alto» no hay cuerpo ni tampoco fuerza corporal alguna. Todas esas imágenes e ilustraciones (que nos describen los libros), no es porque ellas así sean sino que fueron enseñadas como soporte del discernimiento de modo que el hombre pueda comprender los estados superiores-espirituales, los cuales son imposibles de aprehender y registrar en la mente humana. Por ello son expresadas en el contexto de ilustraciones e imágenes, siendo que tanto en el libro del Zóhar como en los mismos versículos de la Torá se expresa: los ojos de HaShem rondan en toda la Tierra, los ojos de HaShem se dirigen hacia los tzadikím, y escucha HaShem, huele HaShem, habla HaShem, y como ellos otros tantos ejemplos. Cuánto más grandioso aún lo escrito: y creó HaShem al hombre a su imagen y semejanza, a imagen y semejanza lo creó, masculino y femenino, etc. Y si la Torá misma así lo expresó, también nosotros, nos dice el Ari’zal, podremos expresarnos en tal lenguaje con la correspondiente simpleza, ya que no hay «allí en lo alto» sino luces finas y sutiles absolutamente espirituales, imposibles de aprehenderlas «allí» en forma alguna.
Como está escrito en Devarim 4:15 : Porque el día que les habló HaShem en medio del fuego, en Horev, no vieron ninguna imagen.
Y como éstos, muchos otros ejemplos“.

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