HALEL
La Armonia Universal
La armonía universal
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El verdadero amor

 

Cuando encontramos nuestro «lugar» (makóm) revelamos la fuerza altruista que está latente en nuestro interior, aguardando el momento para manifestarse.

Al mover un pieza de cualquier mecanismo, éste dejará de funcionar correctamente y esa pieza ya no podrá dar su potencial a dicho sistema. Lo mismo sucede con el hombre: cuando no «está en su lugar» (makóm) surge el egoísmo, ya que al no encontrar cómo manifestar armónicamente su energía la expresará negativamente.

Si des-cubrimos «nuestra forma» de dar, de ser útiles a la familia y a la sociedad, no sentimos necesidad de ser ni de poseer lo del otro sino, por el contrario, buscamos ayudar al prójimo a des-cubrir su vocación, a formar su familia, etc., a encontrar «su lugar».

Es necesario reforzar un sistema educativo que incentive la imaginación creativa en relación a objetivos posibles y necesarios sin limitar la creatividad y el des-cubrimiento, pero siempre basados en desarrollar el altruismo.
Es imprescindible orientar al individuo y a la sociedad hacia el compromiso en la resolución de la problemática presente en pos del objetivo futuro.

Nuestra labor consiste en orientar al individuo hacia el compromiso con el prójimo y con la sociedad, activando todos los mecanismos necesarios y posibles para que surja el altruismo, posponiendo lo innecesario y lo imposible para el momento en que sea necesario y posible.
Cada etapa es consecuencia directa de la resolución de la etapa anterior. No podemos obviar ninguna, ya que de ser así generaríamos una realidad para la cual el hombre aún no se encuentra preparado. Sería como arrancar el fruto antes que éste madure.

Como lo expresa el libro de Kohélet «Todo tiene su tiempo …».
La Creación es el «gran proyecto» y como todo plan tiene sus principios y fases de desarrollo.

La Halajá le enseña al hombre el ritmo y la forma de relacionarse con dichos principios. La Kabalá nos ayuda a comprender el plan a través del cual HaShem beneficia a las creaturas en forma infinita. A partir de estas bases se logra edificar una sociedad en la cual cada individuo asume la responsabilidad por su prójimo, lo que nos conduce a percibirnos como diferentes partes de una misma unidad.
Al tomar conciencia de la realidad a partir de dichos parámetros, comenzamos a vivenciar la mitzvá de «Amarás al prójimo como a ti mismo», ya no en base a nuestro parecer y sentir momentáneos sino des-cubriendo que amar al prójimo como a sí mismo es una ley objetiva como lo son las leyes de la naturaleza en el ámbito material. Entonces podemos percibir el orden de causas y consecuencias a nivel de nuestros deseos, emociones y pensamientos, de la misma forma en que sucede con los fenómenos físicos.
Así, el bien se torna objetivo, ya que comprendemos que el principio «Amarás al prójimo como a ti mismo» -igual que el resto de las mitzvót contenidas en la Torá– trascienden la índole humana adquiriendo una dimensión de leyes universales, las únicas capaces de combatir la raíz del mal: el deseo egoísta de recibir.

Rab Shalom Arush

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