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El valor de un “Amén”

Extraído de Sólo una palabra: Amén

Ochenta y Siete Años Más Tarde

MENAJEM EISENBACH estaba sentado, fascinado, al borde de una silla, con el cuerpo inclinado hacia el anciano judío que estaba sentado frente a él. Éste tenía más de cien años de edad y le relataba sus experiencias de vida, que databan de antes de la Primera Guerra Mundial. Escuchando las historias de este hombre, salpicadas por la sabiduría de una generación pasada, Menajem sentía que viajaba en el tiempo hacia un mundo diferente, a una era completamente distinta.

Menajem era voluntario de la organización Sheal Avija y disfrutaba donando su tiempo para ayudar y alentar a ancianos de Jerusalén. En verdad, muchas veces sentía que era él quien recibía ayuda, al obtener jizuk de esas personas extraordinarias. Sin embargo, este hombre era aún más especial que el resto. No era habitual escuchar a una persona de su edad hablar con tanta claridad mental. Menajem pensó que tal vez este hombre guardaba algún secreto. ¿Acaso su arijut yamim se debía a un mérito específico? La curiosidad de Menajem se despertó cuando el anciano le dijo con cierto aire de misterio: «Sigo esperando que llegue Rosh Jodesh Jeshván del año 5765″. ¿Qué tenía de especial esta fecha?

* * *

Tzvi*, era un fugitivo de tan sólo quince años de edad, que se había escapado de Polonia tratando de evadir la temida conscripción durante la Primera Guerra Mundial. Poco después de Shavuot de 1917 (5677), llegó a Viena. Allí se dirigió directamente a la famosa sinagoga Schiff, una de las más importantes de Austria.

Era el Shabat Mevarjin del mes de Tamuz y el gabai anunció los detalles del molad del nuevo mes. (El molad es el momento preciso en que la luna comienza un nuevo ciclo. Los datos del molad que se anuncian cada Shabat Mevarjin son: el día de la semana, la hora exacta, los minutos y las fracciones de minuto, llamadas en hebreo jalakim).

«El molad será el martes a la noche, a la una en punto», anunció el gabai con su potente y resonante voz.
La congregación expectante esperaba que el gabai les informara también los minutos y los jalakim. Pero éste no tenía nada más para agregar. Ante el silencio que siguió a su anuncio en lugar del habitual murmullo producto de la tefilá de cientos de personas, el gabai comprendió qué era lo que todos estaban esperando escuchar.

«Este mes seremos testigos de un extraño fenómeno que tiene lugar solamente una vez cada ochenta y siete años. El molad tendrá lugar cuando el reloj marque la una en punto. La próxima vez que el molad tendrá lugar a una hora exacta ocurrirá en Rosh Jodesh Jeshván del año 5765″, explicó, demostrando su gran conocimiento del calendario judío. «¡Que todos tengamos el zejut de vivir con salud en ese momento!», agregó con una sonrisa.

Su explicación fue recibida con murmullos y risas. ¡Qué fenómeno tan interesante! Y respecto a la próxima vez… ¿Quién sabe qué puede pasar hasta ese entonces? Especialmente ahora, en tiempos de guerra, algo que tendría lugar ochenta y siete años más tarde parecía muy lejano.

Pero en medio de las risas, una de las personas que se encontraba en la sinagoga tuvo la prudencia de «atrapar» la bendición del gabai y responder con un ferviente Amén a su bendición. Se trataba de Tzvi, el refugiado de Polonia.

A partir de ese momento, Tzvi se sintió envuelto por una sensación de protección. Y a pesar de las difíciles pruebas que tuvo que pasar en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la berajá del gabai y su emotivo Amén permanecieron siempre frente a sus ojos.
«Voy a sobrevivir. Yo sé que voy a sobrevivir», se decía constantemente.

* * *

Ésta es la historia que Reb Tzvi le contó a Menajem Eisenbach en Jerusalén, explicando el secreto de su longevidad.
Y gracias a Di-os, él sobrevivió.

A propósito, Rosh Jodesh Jeshván del año 5765 cayó un jueves, exactamente a las 2 de la madrugada. De todas las personas que se encontraban en la sinagoga Schiff ochenta y siete años antes, Reb Tzvi, a la edad de 102 años, fue el único que presenció este evento extraordinario. ¡Que tenga el mérito de recibir al Mashiaj con salud!

* * *

Si el Amén que se responde a una bendición casual de larga vida es tan poderoso, imagínense la fuerza de los Amén que se responden a las berajot que instituyeron nuestros Sabios. El Zohar dice que estas berajot hacen que las Puertas del Cielo se abran de par en par, dejando que el mundo se llene de la bendición Divina. Solamente hace falta que «atrapemos» esas bendiciones respondiendo Amén al escucharlas.

Esther Stern

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