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El Transformador

por Rajel Ginsberg, de «The Jewish Homemaker» (NY)

Reuven Feuerstein es la quintaesencia del creyente en el poder del espíritu humano. Simplemente pregúntaselo a Alex, el muchacho inglés de 16 años a quien se le extirpó quirúrgicamente la mitad del cerebro y de quien los expertos dijeron que, en el mejor de los casos, alcanzaría el nivel mental de un idiota.
Alex Oliver no es judío, pero durante el año pasado ha vivido en Jerusalén, en el Centro de Aprendizaje Potencial del Profesor Feuerstein, donde su progreso ha desafiado su deprimente diagnóstico por parte de la comunidad médica británica.
Alex nació con un desorden de los vasos sanguíneos del cerebro, conducentes a ataques epilépticos. Desde la infancia hasta los siete años, los ataques fueron reprimidos con dosis diarias de poderosas drogas, y con todo aún no había aprendido a hablar. Un día, su hermano tomó accidentalmente la medicación de Alex y perdió la capacidad del habla. No dijo una sola palabra durante cinco días, comportándose muy similarmente a un niño severamente discapacitado mentalmente. En ese momento, la madre de Alex, Helena, se dio cuenta de cómo la medicación de Alex lo había incapacitado, y entendió que si quería que alguna vez tuviera algo de una vida normal, debía librarlo de ésta.
Impávida ante los pesimistas pronósticos médicos, la Sra. Oliver reunió a un equipo de neurólogos y un neurocirujano para extirpar la dañada mitad izquierda del cerebro de Alex; esperaban que esto permitiera al hemisferio derecho comenzar a funcionar adecuadamente. La operación fue un éxito quirúrgico; cuando las drogas fueron suspendidas, Alex comenzó a hablar. Pero después de años en una escuela especial, Alex seguía incapaz de leer, escribir o hacer aritmética.
Entonces la Sra. Oliver se contactó con el Profesor Feuerstein.

Conocido como «el Transformador» por los padres de millares de niños discapacitados alrededor del mundo cuyas vidas ha cambiado, ganó notoriedad en Inglaterra hace dos años. Por aquel entonces se convirtió en el imprevisto héroe de un escándalo que involucraba al anterior Ministro de Gabinete Cecil Parkinson y a su ilegítima hija discapacitada, Flora Keyes, a quien Feuerstein cuidó en Jerusalén.
Flora había desarrollado una severa forma de epilepsia de bebé. Cuando tenía cuatro años, con cirugía cerebral se controlaron sus ataques pero esto le dejó severas dificultades de aprendizaje y un IQ de 48. Los psiquiatras en Inglaterra la anotaron como incapaz de integración con niños ordinarios e ineducable. Un equipo de televisión documental británico filmó el progreso de Flora en Jerusalén. En un período de tres meses, Feuerstein transformó a Flora de una niña que no podía permanecer sentada quieta por más de 30 segundos, que no podía concentrarse y no prestaba atención, en una joven a la que le encantaba estudiar y era capaz de sentarse tranquila y prestar atención. Lord Parkinson, queriendo salvarse del bochorno de faltar a su responsabilidad para con la hija jamás había visto, se aseguró de que la película nunca fuera puesta al aire, solicitando exitosamente a la Suprema Corte que la publicidad resultaría perniciosa a la niña.
El inconsciente ganador del episodio fue Feuerstein. Durante el forcejeo legal, las normas de censura requirieron que la niña fuera identificada como «Niña Z», pero el Profesor Feuerstein fue mencionado como el obrador del milagro de la niña en cada artículo de los periódicos.
La Sra. Oliver siguió el caso y pensó que su hijo Alex podría tener una oportunidad de una vida normal con ayuda del Profesor Feuerstein. Después de que éste hiciera una pila de exámenes a Alex en su instituto de Jerusalén, determinó que se podría enseñar al muchacho a leer y escribir.
En menos de un año Alex ha hecho un progreso espectacular, tanto más sorprendente dado que se cree que el hemisferio cerebral izquierdo –la parte que a Alex le falta– es el responsable de la adquisición del lenguaje.
«Está comenzando a lograr lo que todos dieron por imposible», dice el profesor. «Puede sumar cifras de cuatro dígitos, leer decodificando fonéticamente palabras, y escribir hermosamente».

El Profesor Feuerstein llama al sistema que ha desarrollado en el curso de los últimos 50 años «cognición modificable».
Comienza con pruebas diseñadas para identificar la fuente del déficit intelectual del niño. Luego impone un riguroso régimen de ejercicios cognitivos, que él cree que gradualmente reconstruyen algunas de esas deficiencias.
«Tengo la creencia de que la gente puede ser cambiada para mejor», dice Feuerstein, «y un sistema para lograr eso. No son milagros, apenas mucho trabajo duro».
Reuven Feuerstein, un judío ortodoxo fácilmente identificable por su boina azul y barba blanca, parece una cruza entre un profeta bíblico y un artista francés del siglo 19. En su Centro Internacional para la Mejora del Potencial de Aprendizaje, Feuerstein es reverenciado por el personal profesional de 150 miembros, que lo considera el genio de la transformación. Lo llaman simplemente «El Profesor», tanto el personal como los niños.

Feuerstein nació en Botosán, Rumania, en 1921. Escapó a Palestina en 1944 y comenzó la obra de su vida con niños del Holocausto, ayudándoles a superar los traumas e impedimentos que habían adquirido a causa de los Nazis. Desde entonces ha desarrollado una serie de sistemas para trabajar con niños que manifiestan una gama de dificultades, desde lentitud en el aprendizaje hasta no tener casi respuesta a quienes están a su alrededor.
La Teoría Feuerstein –técnicamente llamada Modificabilidad Estructural Cognitiva y Experiencia de Aprendizaje Mediada–, y el Método Feuerstein –llamado Enriquecimiento Instrumental– se fundan en la premisa de que la inteligencia no es la calidad fija determinada en el nacimiento por los propios genes. Más bien, es una variable que puede desarrollarse en cada etapa de la vida. «Los seres humanos», insiste Feuerstein, «tienen la peculiar característica de ser capaces de modificarse a sí mismos no importa cómo comiencen. La persona puede superar incluso barreras y traumas de nacimiento». Los niños especiales necesitan más aporte que otros, pero Feuerstein ha demostrado miles de veces que niños clasificados como sin esperanza pueden alcanzar niveles sorprendentes.

Feuerstein no cree en los exámenes de IQ, que según dice indican qué es lo que el niño ha aprendido, no qué es capaz de aprender. Para él, la llave está en descubrir las barreras al aprendizaje del niño para que puedan ser esquivadas.
«Nuestros métodos se basan en la idea de que cada persona tiene una parte sana», explica. «No buscamos la parte patológica, la debilidad, sino la fortaleza. Creemos en modelar a la persona accediendo a su parte saludable. La Torá enseña que la gente puede ser cambiada para acercarse más a Di-s, en cuya imagen todos fuimos hechos».
Las historias de éxito de Feuerstein inspiran. Estas incluyen al maestro de drama que fue traído a él de niño con un IQ de 60, y la niña mentalmente limitada que terminó la escuela secundaria regular, fue editora del anuario y llegó a ser paracaidista. Luego está Jason Kinsley, un joven con Síndrome de Down que escribió el libro «Cuéntenme entre Ustedes». Y Roman Aldubi, el estudiante de Ieshivá cuyo cráneo y cerebro fueron destrozados en una emboscada terrorista. Pese a los terribles pronósticos de los médicos, que de sobrevivir sería un vegetal, Roman funciona normalmente y trabaja en computadoras.

Muchos de los clientes del Profesor Feuerstein son niños con Síndrome de Down, una vez rutinariamente institucionalizados por la creencia de que no podrían funcionar normalmente en la sociedad. Feuerstein ha demostrado que los expertos estaban equivocados. Muchos de sus clientes asisten a escuelas regulares y alcanzan un grado moderado de autosuficiencia. La institución está entrenando ahora a ochenta jóvenes adultos con Síndrome de Down para convertirlos en cuidadores de ancianos, una profesión para la que Feuerstein dice que son excelentemente adecuados.
Además, con los mejores cirujanos plásticos israelíes y europeos, ha sido un pionero en el uso de cirugía para mejorar el aspecto de niños con Síndrome de Down.

Jaya Shore es una mujer jasídica que recientemente dio a luz a su decimotercer hija, un niña con Síndrome de Down. Cuando la bebé tenía apenas un par de semanas de vida, el profesor la evaluó. «¿Qué puedo esperar de ella?», preguntó Jaya. «Nietos», contestó él.
«Cuando una pareja angustiada viene a verme después de tener un bebé Down no puedo hacer pronósticos limitadores en absoluto», dice. «Ni yo ni ellos tienen idea alguna de cuán lejos puede llegar su hijo. Una cosa que les digo es que comiencen a preparar la dote. Hoy, muchos de mis alumnos están capacitados para casarse».

La primera experiencia del Profesor Feuerstein con discapacitados fue cuando tenía ocho años. Aprendió a leer a los dos años, y estaba leyendo el Tzena uRena (un libro de historias de la Torá popular en europa) de su madre a los tres. Un día, el anciano padre del alborotador de pueblo, un muchacho de 15 años que nunca había aprendido a leer, se acercó al pequeño Reuven con un pedido. Quizás podría enseñarle al alborotador, su hijo único, a decir el kadish.
«Para ayudar al padre a morir feliz acepté el desafío. Encontré la llave para destrabar el intelecto del muchacho. Hoy tiene 84 años, con un ejército de nietos y bisnietos».
Cuando la guerra llegó a Rumania, Feuerstein estudiaba psicología en la universidad de Bucarest y enseñaba en una escuela establecida para niños cuyos padres habían sido apresados por los Nazis.
«Después, oí que el director de la escuela dijo a los demás: `Reuven tiene un buen corazón, pero es estúpido. ¿Por qué enseña a estos pobres niños a cantar, a pensar y a expresarse a sí mismos? Debería enseñarles cómo usar un martillo y clavos. ¡Eso es lo que necesitan saber!'»

Feuerstein era activo en el movimiento clandestino. En vísperas de Purím de 1944, regresando a casa de una reunión clandestina, un policía rumano secreto lo arrestó. Camino a la comisaría, el funcionario arrestó a cuatro borrachos. Feuerstein convenció al policía de que fuera con él a conseguir algo para comer antes del inminente interrogatorio y trajo al grupo al hogar de Rabí Itzjak Friedman, el Bahusher Rebe, zt»l.
Cuando la rebetzn abrió la puerta y vio a Reuven flanqueado por un policía armado y cuatro borrachos, captó de inmediato la situación, sentó el grupo, y lo bañó de licor hasta que todos quedaron «fuera de servicio». Reuven pronto estaba del otro lado de la puerta, abastecido con homontaschen, y unos días después partía en barco rumbo a Palestina.
Feuerstein se mantuvo próximo al Bahusher Rebe, quien escapó de Rumania y se radicó en Tel Aviv. De hecho, fue este Rebe quien le dio su bendición de éxito cuando se embarcó en su carrera en Israel. «Sentí que las palabras del Rebe indicaban que mi elegida profesión no era simplemente un privilegio, sino un deber», dice.

Llegando a Israel, Feuerstein se unió a un kibutz religioso. Estudió en un seminario de maestros y comenzó a trabajar con supervivientes del Holocausto. En 1948, al estallar la Guerra de la Independencia, contrajo tuberculosis y fue enviado a Suiza para su recuperación. Se involucró en el trabajo de aliá, sirviendo como Director de Servicios Psicológicos de Aliá HaNoar en Europa, y enviando la inmigración francesa y norafricana al incipiente estado. Tenía que preparar informes sobre posibles olím, incluyendo información sobre su capacidad mental. Reuven sabía que si mencionaba una desventaja mental, condenaba las esperanzas de aliá de esa persona. Fue entonces cuando comenzó a formular métodos para ayudar a la gente a concretar su potencial aun cuando su situación pareciera no guardar esperanzas.

Uno de los momentos más emocionantes de su carrera fue una reunión con un joven del que todos decían era un caso perdido. Un día, en el campo de pre-inmigración en Francia donde estaba ubicado, Feuerstein se encontró con un muchacho de 12 años cuyo mundo físico y emocional se había derrumbado totalmente. Sin padres de infante, había vivido como un gato de callejón en los mercados abiertos de Marruecos. Era violento y no parecía tener capacidad para estudiar. También sufría de culebrilla, por lo que ninguno de los otros jovenzuelos se le acercaba. No había lugar para él para dormir, y terminó en la barraca de Feuerstein. Este vio al muchacho como una oportunidad para poner a prueba sus ideas.
Lo llevó a París para depurar la condición de su piel y comenzó a enseñarle a leer y escribir. Descubrió un muchacho de extraordinaria inteligencia. El muchacho fue enviado a Israel, donde se destacó en sus estudios y llegó a ser oficial del ejército. Años después, Feuerstein estaba dictando una conferencia en una base del ejército cuando un guapo oficial corrió hasta él, arrojó sus brazos alrededor de su cuello y gritó, «¡Aba!» (¡papá!)
Era el muchacho marroquí.

En Europa, Feuerstein estudió psicología avanzada bajo los famosos expertos mundiales en conducta, Carl Jung y Jean Piaget. Volvió a Israel en 1955 con un título avanzado, una enormidad de conocimientos teóricos, y algunas ideas novedosas en cuanto a cómo ayudar mejor a la juventud en desventaja del joven estado. Estableció dos aldeas juveniles pioneras, y en los últimos 40 años millares de ciudadanos productivos han sido educados allí. Además, centenares de educadores y psicólogos de todo el mundo han hecho su entrenamiento en estas aldeas. Feuerstein recibió su doctorado en psicología de desarrollo en la Sorbona, en París. Hace seis años recibió el estimado Premio Israel en Educación, que simplemente agregó a docenas de otros premios internacionales que ha recibido en el curso de los años.

Uno de los más grandes admiradores del Profesor Feuerstein fue el Lubavitcher Rebe, quien hace más de 30 años comenzó a derivar gente al profesor para evaluación y asistencia. Ambos mantuvieron contacto sobre muchos casos, y Feuerstein dice que siempre se asombraba de la capacidad del Rebe para señalar las profundidades de la esencia de una persona en segundos, cuando a él le tomaría muchas horas profesionales.
Durante una estadía en los Estados Unidos Feuerstein fue invitado por un equipo del Congreso a examinar la alta tasa de suicidios de jóvenes nativos norteamericanos que vivían en Reservas. Un principio básico para Feuerstein es que la tradición es parte esencial de la salud mental de la persona, independientemente de su religión o nacionalidad. Feuerstein descubrió que a los jóvenes de las Reservas les faltaba el nexo con su tradición, y que la cultura americana no les ofrecía una alternativa significativa. Estableció un programa con los jefes indios para restaurar el orgullo cultural en la juventud indígena.

Volvió a Crown Heights para Shabat, para estar con el Rebe. «Durante el farbrenguen (reunión jasídica)», Feuerstein rememora, «el Rebe habló de la necesidad de enseñar la Leyes Noájidas a los no-judíos, enfatizando que un aspecto de esta misión es ayudar a la humanidad en necesidad, no importa de quién se tratara. Yo tenía sentimientos encontrados por la cantidad de tiempo que invertido en ayudar a Indios Estadounidenses en una Reserva, pero el Rebe ahuyentó todas mis vacilaciones. Sentí que se dirigía a mí personalmente. Varias veces se volvió a mí y me dijo «¡leJáim
«Desde entonces he enfatizado la tradición con todos mis clientes. Si puedes activar la chispa judía interior, puedes ver transformaciones asombrosas».

Feuerstein dice que es su perspectiva sobre la vida lo que lo ha llevado a sus logros. «Si tienes dos alternativas, no hagas la elección pesimista. Escoge siempre como un optimista. Por lo menos eso te llevará a la acción, a probar las aguas. Si tomas la ruta pesimista, nunca lograrás nada. Aun cuando no creas que alcanzarás los niveles más altos, tienes que tratar de escalar».

Website Profesor Feuerstein: www.icelp.org

(extraído de Jabad Magazine, www.jabad.org.ar).

 

Rajel Ginsberg,

3 comentarios
  1. Arturo Monzón

    Por demás interesante el artículo, hay algún libro escrito al respecto del método de Feuerstein?

    16/08/2016 a las 21:27
  2. Editor - iojai

    hola, no conocemos. tendría que buscar en google. shalom

    17/08/2016 a las 10:56
  3. Graciela

    Gracias por compartir esta experiencia del Transformador.

    30/12/2019 a las 14:24

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