El tiempo de nuestra huida
Mendel ya estaba muy cansado. Pero no sólo físicamente, sino moralmente, anímicamente. Trabajar y trabajar, y sólo para pagar los altos tributos que le cobraba el barón; dueño de la aldea, de su casa, de su campo… de todo lo que tenía.
Tomó la decisión: Abandonar Polonia y dirigirse a Erez Israel. En Polonia nacieron y vivieron sus antepasados, y después de muchas generaciones la familia abandonaría su patria. La situación en Polonia se estaba tornando insoportable, y algunos decían que en el futuro iba a ser escenario de una guerra terrible. Y en Erez Israel, aunque no estemos mejor, estaríamos «en casa».
No le contó a nadie. Ni a sus más íntimos amigos. Instruyó bien a sus pequeños hijos y a su esposa, para que realicen todos los preparativos de la huida sin que nadie se diera cuenta.
Llegó el día, y luego de cargar todas sus cosas en una pequeña carreta, se encomendaron a Hashem y emprendieron el viaje, que no sería muy largo, pues la aldea quedaba a sólo una hora de la frontera. Después de ahí, la libertad.
Ya llevaban un trecho largo recorrido, cuando se encontraron frente a frente con… ¡el barón!
«¡Mendel! ¡Qué sorpresa verte por aquí!».
Mendel se quedó mudo. No atinaba a respuesta alguna.
«¿Qué..? ¿Qué hace toda la familia en una carreta? ¿Qué explicación le das a todo esto..?» preguntó el barón mientras no dejaba de observar.
«Es… Es nuestra forma de celebrar» se le ocurrió decir a Mendel.
«¿Celebrar? ¿Celebrar qué? ¿Acaso hoy es una fecha festiva?».
«¡Claro! ¿No lo sabía?» dice Mendel mientras sonreía nerviosamente.
«¿Cuál fecha festiva? Yo las conozco todas. A Pesaj ustedes le dicen: «Zemán Jerutenu», el tiempo de nuestra libertad. A Shabuot, «Zemán Matán Toratenu», el tiempo de la entrega de nuestra Torá. A Sucot, «Zemán Simjatenu», el tiempo de nuestra alegría. ésta ¿cuál es?».
Mendel respondió rápidamente:
«Esta es… «Semán Peletatenu», el tiempo de nuestra huida».
El barón se quedó pensativo.
«Fíjate que ésa no la conocía» dijo.
Mendel aprovechó la distracción del barón y se despidió de él, alejándose lo más rápido que pudo.
El barón siguió su camino y se aproximó a la aldea. Pasó por la casa de otro Iehudí y lo vio cosechando en su huerta.
«¡Moshé!» le gritó el barón, «¿Cómo es que estás trabajando en un día como hoy? ¡Se supone que tu eres un judío observante!».
Moshé se acercó al barón para entender mejor a qué se refería.
«No sé de que me habla…», le dijo.
El barón le contó a Moshé dónde había visto a Mendel y qué explicación le dio. Moshé se dio cuenta de lo que había pasado y en sus labios se dibujó una tenue sonrisa. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la pregunta del barón:
«¡Oye! ¿Por qué no estás tú celebrando el «Zemán Peletatenu»?».
«Oh, yo le voy a explicar, querido barón: Esta fiesta no es como las demás de nuestro calendario. Se celebra una vez en la vida, y en la fecha que a cada Iehudí le toque. También a mí…», concluyó diciendo Moshé suspirando, «me tocará festejarla dentro de poco, ya verá…».
( Escuchado en nombre de Mor Ribí Izjak Chehebar Z»L)
(Gentileza Revista semanal Or Torah, Suscribirse en: ortorah@ciudad.com.ar )