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El Día de Shabat
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El Servicio de Lectura de la Torá

(Selección extraída del libro «Rezar como Judío», por Rabi Hayim Halevi Donin, © Dto. de Educ. y cultura Relig. para la Diáspora)

Los libros sagrados del pueblo judio fueron considerados siempre patrimonio de toda la comunidad de Israel. Nunca fueron posesión de una élite privilegiada, como sucediera a menudo con los textos sagrados de otras comunidades religiosas. Si bien es cierto que a los sacerdotes, los profetas, los ancianos y a los rabinos se les encomendó la custodia de los libros sagrados y se les confió la autoridad de interpretar los textos para el pueblo, estos grupos no tuvieron el monopolio del estudio de la Torá ni de su conocimiento. De hecho se les encomendó la responsabilidad de difundir el conocimiento de la Torá entre el pueblo. La clave de la supervivencia del judaísmo depende de la universalidad de la educación religiosa. La ignorancia de la Torá es imperdonable entre los judíos, y la Torá hace cuestión de ello en forma reiterada. El propio Moisés señaló este camino al enseñar la Torá al pueblo. «Y tomó (Moisés) el Libro del Pacto y leyó a oídos del pueblo» (Exodo 24:7). Una de las disposiciones de la Torá exige específicamente la lectura de todo el libro del Deuteronomio ante el pueblo reunido: «Harás congregar el pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieron en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman al Señor vuestro Dios, y cuiden de poner por obra todas las palabras de esta Torá» (Deuteronomio 31:12). Esta asamblea especial debía ser convocada cada siete años (al final de cada año sabático), durante la festividad de Sucot. Pero el principio de la continua educación de los adultos quedó claramente establecido ya desde los mismos comienzos de nuestra existencia como comunidad religiosa. Los libros sagrados nunca fueron documentos secretos, sino patrimonio de toda la comunidad.

La tradición atribuye a Moisés la práctica de leer públicamente porciones de la Torá en Shabat, en las festividades y en Rosh Hashaná; esta última celebración tuvo en los tiempos antiguos mucho más carácter de semi-festividad que en nuestros días (Talmud Yerushalmi, Meguilá 4:1). Esta práctica puede contribuir a explicar el sentido de la expresión bíblica mikraei kddesh al referirse a estos días sagrados. Este término se traduce por lo general como «asambleas o convocaciones sagradas», porque mikraei implica «ser llamado o convocado», y kodesh significa «santo» o «sagrado». Pero mikrá significa también lectura, y es un término que se aplicó posteriormente a las Sagradas Escrituras. Los Sabios ven en la expresión mikraei kodesh ambos sentidos; para ellos, se refiere a los días sagrados en los cuales el pueblo era convocado para escuchar la lectura de las Sagradas Escrituras.

Al principio no hubo un orden establecido para la lectura pública de las Escrituras. Pero no se puede desconocer el influjo que esta extraordinaria tradición tuvo en la vida religiosa del pueblo judío a través de su historia. La lectura sistemática de la Torá en Shabat y en los días festivos tuvo una significativa influencia educacional sobre los judíos. Ello se debe particularmente al hecho de que la Torá no sólo era leída, sino también comentada y explicada. La Torá debe ser comprendida, no sólo conocida. El Libro de Nehemías dice: «Y (los levitas) leian en el libro de la Torá de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura» (Nehemias 8:8). Y cuando el hebreo dejó de ser la lengua hablada de las masas judias después del retorno de los judíos del exilio de Babilonia, donde el idioma común fue el arameo – se traía un traductor (meturguemán) para traducir en voz alta cada frase a medida que se leia. Posteriormente, en el periodo del Talmud, se estableció la práctica de que los Rabíes explicaran ampliamente el sentido del texto leído. El Talmud nos cuenta que Rab Ashi, Mar Zutra y Meremar así lo hacían regularmente en el servicio de oraciones de Shajarit (Berajot 30a); que Rabí Yosef lo hacía antes del servicio de Musaf (Berajot 28b, Rashi); y que otros Rabies lo hacían antes del servicio de oraciones de Minjá. Los Rabies utilizaban parábolas para presentar en forma más accesible las enseñanzas de las Sagradas Escrituras en su aplicación a la vida cotidiana de la gente. Este fue el origen del sermón o drashá, tradición establecida entre los judíos desde hace mucho tiempo, cuya finalidad es explicar la Torá y enseñar judaísmo al público congregado. Este sigue siendo hasta ahora el propósito primordial del sermón de los rabinos.

El Talmud relata asimismo que fue Ezra el Escriba quien estableció la práctica de leer la Torá los lunes y jueves de mañana y en Shabat por la tarde (Bava Kama 82a; Talmud Yerushalmi, Meguilá 4:1). Los lunes y jueves eran los días de mercado, en que los campesinos llegaban a las ciudades para vender sus productos y hacer sus compras (Bava Batra 22a). Estos días brindaban una excelente oportunidad para reunir al pueblo por unas horas a fin de enseñarle algo de la Torá. Y dado que los comerciantes urbanos estaban ocupados estos días y no podían asistir a las reuniones de estudio de la Torá, se estableció para beneficio de ellos la lectura adicional de la Torá los Shabat por la tarde.

El Talmud brinda también una razón espiritual para las dos lecturas de los días laborables, e incluso sugiere que esta práctica es anterior a las disposiciones de Ezra, quien tal vez haya formalizado la costumbre de leer la Torá los días lunes y jueves, pero no habría sido el autor de la misma. Los Sabios han considerado siempre el agua como símbolo de la Torá. Lo que el agua es para el cuerpo: fuente de vida, manantial refrescante, lo es la Torá para el alma. Cuando Isaias dice: «A todos los sedientos: Venid a las aguas» (Isaias 55:1), no lo dice literalmente, sino en sentido figurado. Se dirige a todos los sedientos de espiritu y les dice que pueden calmar su sed en las fuentes de la Torá.

Tanto es así que al describir el paso de los israelitas por el desierto, se dice que se pusieron impacientes porque «anduvieron tres dias por el desierto sin hallar agua» (Exodo 1 5:22). Los Sabios lo consideran como una lección práctica. Según ellos, el malestar se produjo a raíz de haber andado tres dias sin el sustento espiritual de la Torá. Esta es, según los Sabios, la razón por la cual ya mucho antes de Ezra los Profetas hablan establecido que la Torá debe leerse los días lunes y jueves además del Shabat. Esta disposición asegura que no transcurran tres dias sin que el pueblo reciba el sustento espiritual que brinda la lectura de la Torá en público.

Y aun cuando hubo momentos en los que se descuidó la tradición de la lectura pública de la Torá, ella fue observada en forma continua en las comunidades judias por doquier, incluso desde el periodo de los Macabeos, en el siglo 11 A.E.C. Más aún, los Sabios decidieron enmendar la antigua práctica de elegir al azar el pasaje de la Biblia para la lectura del Shabat, sustituyéndola por la lectura consecutiva. En la tarde del Shabat, y en las mañanas del lunes y del jueves, así como en la mañana del Shabat siguiente, la lectura de la Torá debia comenzar en el punto donde fuera interrumpida previamente en la mañana del Shabat (Meguilá 31b).

Al aplicarse la disposición de la lectura consecutiva de la Tora, surgieron dos tradiciones: una en Eretz Israel y la otra en Babilonia. En Eretz Israel se dividió la Torá en 155 porciones y se tardaba tres años en leer todos los cinco Libros de la Torá (Meguilá 29b). En algunas comunidades se dividió la Torá en 175 porciones, de modo que tardaban tres años y medio en completar el ciclo de la lectura (Soferim 16:10).
Entre los judíos de Babilonia la Torá fue dividida en 54 porciones (cada una. de ellas fue denominada parshá), que correspondían al número de semanas del año embolismal. Esta división llegó a ser la norma halájica aceptada por los judios en todas partes. En los años normales, que sólo tienen 50 semanas, se leen en ciertos Shabat porciones dobles de la Torá, de modo de completar la lectura de los cinco Libros de la Torá en el término del año. La celebración anual de Simjat Torá, al día siguiente de Shemini-Atzéret, es resultante de esta tradición.

La única ocasión en que se interrumpe la continuidad semanal de la lectura de la Torá, es cuando una festividad recae en Shabat. En tal caso, la lectura relativa a la festividad tiene precedencia sobre la porción semanal, en consonancia con el versículo bíblico: «Y habló Moisés a los hijos de Israel sobre las solemnidades del Señor» (Levítico 23:44). De este versículo dedujeron los Sabios la necesidad de leer en cada festividad sobre la misma (Meguilá 3:6)
Si bien la lectura pública de la Torá (que es una actividad educacional) es una tradición de mayor antigüedad entre los judíos que la de rezar en congregación, y se desarrolló independientemente de lo que se refiere a los rezos, era más que lógico que con la evolución de la costumbre del rezo en congregación, se incorporara al servicio de oraciones la lectura de la Torá como parte integral del mismo. De este modo se completaba el círculo estableciéndose el diálogo: en la oración, el hombre se dirige a Dios; a través de la Torá es Dios quien se dirige al hombre.

Rabi Hayim Halevi Donin

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3 comentarios
  1. CLAUDIO BARAD

    Para las aliot, cuando no hay LEvi en el kahal, pueden subir seguidos 2 kohanim, que sean familiares, por ej. 2 hermanos o padre e hijo?? Gracias.

    06/10/2016 a las 12:31
  2. Editor - iojai

    Sube el cohen dos veces, el mismo. El gabai (responsable de llamar) puede llamar tanto al hijo como al padre

    09/10/2016 a las 12:01
  3. Beatriz Noemi López

    Me gustan mucho las enseñanzas sobre el shabat, trato de guardarlo lo mejor que puedo; soy evangélica, pero no hablo sobre con ellos sobre el shabat porque dicen que estoy equivocada, bendiciones

    28/12/2019 a las 01:04

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