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El propósito de la creación

Adaptado de una alocución de Rabí Ioel Kahn, uno de los principales expositores de la filosofía jasídica. De Jai Today

Uno de los más famosos Trece Principios de la Fe enunciados por Maimónides es el de la creencia en la venida del Mashíaj (Mesías). Y en su Mishné Torá Maimónides afirma que «Quienquiera no cree en él o no espera su venida, no solamente niega las declaraciones de los demás profetas, sino [también] las de la Torá y Moshé, nuestro maestro». Además de la creencia, también es esencial anhelar continuamente su arribo, en cualquier momento.

Esto podría resultar problemático. ¿Por qué habría de considerarse un Principio del todo la convicción de que el Mesías habría de llegar; y no solamente un Principio, sino uno de igual peso a los Principios que se encuentran detrás de la existencia y unidad de Di-s, y la entrega de la Torá por Moshé? También difícil de comprender es el hecho de que no solamente se requiere de nosotros que creamos en su venida, sino que lo esperemos en todo momento.
A fin de comprender el centralismo del principio de Mashíaj en el judaísmo, primero es necesario aclarar el propósito de la creación de este mundo, y la observancia de la Torá de aquellos que moran en él.

En los escritos judíos se explica que Di-s deseó tener un lugar de residencia en el mundo más inferior. El concepto de «un lugar de residencia» para Di-s en este mundo puede entenderse como se indica a continuación: Aunque un rey podría ser dueño de su propio palacio con centenares de salas, él tiene también, no obstante, su residencia privada. La razón de ello es que mientras permanece en el palacio está restringido a vestir sólo prendas reales, hablar de una manera determinada, y actuar conforme su alto rango frente a sus ministros y sirvientes. El único lugar en el que puede expresar realmente sus sentimientos y manifestar su verdadera esencia es en su propia residencia privada. Allí él no precisa vestir atuendos reales, y es libre de actuar y hablar como le plazca. En términos simples, «residencia» significa la remoción de barreras y restricciones al grado de que se siente libre de expresar su propia y verdadera esencia.

Similarmente es con el Omnipotente Di-s. Si bien según los escritos cabalísticos, Di-s Se revela en varios planos espirituales diversos, esos niveles son comparables con estar ante la presencia de ministros y consejeros, donde El, para decirlo de alguna manera, se siente restringido, manifestando sólo aspectos limitados de Su verdadero ser. Sin embargo, es únicamente en este plano terrenal, que Di-s ha elegido como Su arena, sonde El puede revelarse a Sí Mismo totalmente.

El deseo de Di-s de manifestarse de esta manera se materializará con la venida del Mashíaj. Sin embargo, esto no puede suceder por sí mismo, y es por ello precisamente que la Torá y sus mitzvot han sido encomendadas a seres humanos y no a ángeles. Cada mitzvá emprendida, párrafos de Torá aprendidos, o actos de bien realizados, se combinan para atraer la Esencia de Di-s hacia abajo, a este mundo, acelerando el día de Su revelación plena.

Sin embargo, cuando el Mashíaj realmente venga, no será como si el mundo entero fuera recreado de nuevo. Es el tiempo que precede a la era mesiánica el que debe utilizarse para lograr toda la tarea que debe hacerse. Después, cuando llega el Mashíaj, la nube de oscuridad que ha cubierto nuestros ojos será quitada, y todo lo que veremos será de qué manera nuestro servicio de Torá y mitzvot transformó este mundo en una residencia donde la Esencia de Di-s puede morar en todo Su honor y gloria.

Ahora bien, quizás podamos comprender que la venida del Mashíaj no puede observarse simplemente como el fin de toda clase de dolencias del mundo, sino más bien como el propósito definitivo de la creación. Y mientras la era mesiánica no ha llegado aún, nuestro trabajo de transformar este mundo en un lugar de residencia para Di-s no ha sido logrado aún. Es sólo cuando el Mashíaj llega concretamente, que este mundo puede considerarse un lugar adecuado de residencia para Di-s, de una manera revelada.

Esta es la razón de que la venida del Mashíaj es considerada uno de los principios básicos del judaísmo, más que apenas simplemente un beneficio o premio tangencial por observar la Torá y sus leyes. De hecho, es la meta definitiva del judaísmo. Por lo tanto, si un judío observa la Torá y sus leyes pero con todo carece de la convicción de que el Mashíaj vendrá, toda su captación del judaísmo es deficiente. La persona debe «saber» que su servicio consiste en trabajar hacia este destino final.

Cuando la persona sabe que cada mitzvá emprendida contribuye directamente al desarrollo de este mundo como un lugar de residencia para Di-s, se sentirá entonces mucho más entusiasta en lo que respecta a seguir la Torá y sus leyes. Mediante la dedicación y el esfuerzo consciente, llegará al punto donde él aguarda anhelante a cada momento que pasa la clara manifestación de que sus actos han alcanzado logros, una confirmación de que su trabajo ha sido positivamente efectivo en alcanzar la meta definitiva de la existencia, con la llegada del Mashíaj.

Nuestros esfuerzos, entonces, pueden verse como una vara de medición de nuestra devoción y fe en el poder de la Torá y sus leyes. Nuestra impaciencia por la venida del Mashíaj es una expresión de nuestra creencia en el hecho de que nuestros propios actos logran el propósito de toda la creación. Y es por eso que todos y cada uno de nosotros tiene el poder de lograr la diferencia.

¡Que todos nosotros merezcamos muy pronto, la venida del Mashíaj!

(extraído de Jabad Magazine, www.jabad.org.ar).

 

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