el objetivo
El objetivo consiste en alcanzar la plenitud y el bien universal.
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…el objetivo y la forma de alcanzarlo se encuentran unidos a tal punto que cada acto que el hombre realiza no sólo lo acerca o aleja del bien sino que debe ser el bien mismo. En la forma de alcanzar el objetivo es donde surgen las discordias que desembocan finalmente en conflictos, muchas veces trágicos, en nombre del «bien universal».
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…el objetivo de la Creación (tajlít haBriá): recibir toda la Plenitud Infinita de HaShem a través de las leyes objetivas codificadas en la Torá.
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Cuanto mayor es la voluntad y por lo tanto la automotivación y emuná, más clara será la comprensión del objetivo implícito en la Creación. En cambio, al haber menos voluntad y perseverancia surgen la inseguridad y la dependencia.
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Todos anhelamos ser felices, ese es en última instancia el objetivo de todo ser humano normal. La felicidad es el resultado de la armonía entre las partes, dado que cada individuo necesita de su prójimo y de la sociedad para ser feliz. En un mundo carente toda felicidad será temporal. La carencia indica que hay injusticia, lo cual hará surgir el mal y la felicidad quedará opacada. Por ello, y solamente, cuando cada individuo canaliza su energía en pos del bien colectivo, surge la felicidad.
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Así como los cuerpos y objetos materiales se separan temporal y espacialmente, las existencias espirituales se separan cuando poseen objetivos disímiles. Cuanto mayor es la diferencia en el objetivo, mayor será la distancia espiritual y más disímil, por lo tanto, será la conciencia de la realidad.
Por el contrario, cuando se comparte el mismo objetivo surge la unidad, la fusión en todos los ámbitos.
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Cada célula y cada órgano estarán en armonía con el cuerpo, y entre ellos, mientras su objetivo sea el bienestar común.
Lo mismo sucede con las almas humanas; si el objetivo es el deseo altruista, el bien colectivo, aun al hallarse éstas revestidas en diferentes cuerpos estarán unidas manifestando cada una un aspecto y un grado de conciencia de la realidad infinita.
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Para tomar la decisión de concretizar o no nuestros deseos, cuándo y de qué forma, debemos confrontarlos a un objetivo. Sólo después de esto puede surgir la posibilidad de elegir y desarrollar la voluntad. El objetivo nos hace tomar conciencia de nuestro deseo y sólo así podremos generar la voluntad para canalizarlo correctamente.
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Cuando el discernimiento es usado para justificar la debilidad humana en lugar de superarnos en pos de lo completo, el altruismo, perdemos el objetivo.