El Objetivo
« Solamente cuando cada individuo canaliza su energía en pos del bien colectivo, surge la perfección »
El libro del Zóhar [6] nos indica que el objetivo de la Creación del hombre es la plenitud total y absoluta que surge solamente cuando creamos el «espacio apropiado».
La Creación, como el cuerpo, es completa y perfecta cuando todos sus componentes actúan armónicamente. Recordemos que el cuerpo está sano cuando cada célula de su respectivo órgano trabaja para el bien del cuerpo. Análogamente, cuando cada individuo transforma su egoísmo en altruismo actuando en pos del bien colectivo, surge el espacio para la plenitud.
Así como el cuerpo es perfecto en su conjunto y no en sus partes aisladas, la Creación es también completa en su totalidad. La perfección es el logro de la armonía entre las partes, dado que cada individuo necesita de su prójimo y de la sociedad para realizarse. Por ello, y solamente cuando cada individuo canaliza su energía en pos del bien colectivo, surge la perfección.
La vida basada en la satisfacción momentánea nos desvía del mencionado objetivo. En cambio, las mitzvót nos ayudan a armonizar nuestros actos presentes en pos del objetivo que incluye todo y a todos. Por dicha razón un gran principio general (mitzvá) y original de la Torá, como lo expresó Rabí Akiva, es: Amarás al prójimo como a ti mismo. Todo acto que nos aleja de dicho objetivo retrasa la manifestación del bien absoluto, dado que a través del amor y el compromiso con el prójimo logramos la fusión (dvekút) con nuestra máxima identidad, donde todos los conflictos encuentran su resolución: el Kadósh Barúj Hú.