HALEL
El alma en el relato de la Torá
Jaguim
+100%-

El más simple y grandioso de todos los milagros

 

El 9 del mes hebreo de Av (este año el 2/3 de agosto del calendario gregoriano) recordamos, entre otras cosas, la destrucción del Templo de Jerusalem. Después de miles de años el pueblo de Israel continua enlutándose y ayunando en esta fecha.

Aprendemos de la Kabalá que sólo cuando lo interior se debilita lo exterior puede afectarlo.
El Templo fue destruido por extraños, por enemigos. Pero nuestros sabios nos enseñan que la verdadera causa es nuestro egoísmo, el odio gratuito, y sólo el amor gratuito lo reconstruirá.

El Templo señala el corazón donde se alojan nuestros deseos, los objetivos más preciados y la fuerza infinita que nos une a nuestro prójimo, a nuestro Ser y máxima identidad. La destrucción del Templo fue la señal que el corazón judío estaba débil, apático y egoísta. Así como el Templo poseía el altar, donde se llevaban a cabo los sacrificios, las escalinatas en donde los Leviím entonaban sus cánticos y el Kósdesh Kodashím donde sólo entraba el Cohen haGadol (Sumo Sacerdote) en Iom Kipur, similar es a la estructura espiritual del hombre, posee instintos-néfesh, emociones-rúaj y pensamientos –neshamá

El Templo se reconstruye armonizando nuestra alma particular con el alma colectiva y el centro de esa labor es el corazón.
¿Cómo lo hacemos? Transformando un corazón de piedra, el Templo destruido el 9 de Av, en uno de Luz.

Un corazón de piedra es un corazón insensible que no discierne entre el bien y el mal. Corazón en hebreo se dice lev (), vocablo conformado por 2 letras lamed () y bet () que representan al número 32. El Séfer Ietzirá (Libro de la Formación) nos dice que por 32 caminos el Kadósh Barúj Hú creó el mundo.
¿Cuáles son los 32 caminos? Esos caminos se conforman de la conjunción de las 22 letras y las 10 cifras o sefirót. Los salmos de David nos expresan te di corazón para que me conozcas o sea 22 letras y 10 sefirót: el árbol de las vidas de la Kabalá.
Discerniendo correctamente a través de los conceptos y las palabras que se conforman con las 22 letras del alfabeto hebreo y las 10 sefirót alcanzamos la sabiduría y la bondad para transformar el corazón de piedra, inerte e insensible, en uno de vida y de Luz.

Nos enseña nuestra tradición que el tercer y definitivo Templo no será contruído por el hombre sino que «bajará pronto de los cielos».
¿Qué clase de milagro es ese?
Es el más simple y grandioso de todos los milagros. Ya que el verdadero Templo surge cuando transformamos la indiferencia en amor y compromiso con lo que nos une, nos unió y nos unirá eternamente.

 

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