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Arquitectura de la mente
Mente y cuerpo
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El itinerario del deseo

De acuerdo a lo que el hombre manifiesta sabremos sus deseos y aspiraciones. En la boca hay dos aspectos que actúan en sentido inverso, siendo la palabra lo que sale de la boca y el alimento que nutre al hombre lo que entra a través de ella.
Así como tenemos leyes y códigos espirituales respecto a lo que entra y sale por la boca (kashrút material a través de la abstención de ciertos alimentos, y kashrút espiritual evitando la calumnia y la mentira, etc.), lo mismo ocurre con la percepción, ya que generalmente actúo acorde a lo que pienso y siento. Al ser nuestro mundo emocional y mental poderosamente influído por lo que vemos y oímos, es de vital importancia para nuestra vida espiritual que nuestra kashrút no quede restringida sólo a la dieta alimenticia sino que también prestemos atención a cuál es el «alimento» que nutre la emoción y la mente.El hombre debe tener conciencia de los objetivos que lo conducen en cada uno de sus actos.
Es por ello que el trabajo en relación a la Torá y a las mitzvót debe ser dirigido a refinar el deseo y la voluntad, dado que a través de la voluntad se ponen los límites al pensamiento y a la emoción.
Es a través del estudio de la Torá (leyes objetivas de la Creación) y la aplicación de las mitzvót (actos concretos dirigidos al bien colectivo) que el hombre libera su mente y emoción de la especulación sin objetivo. De esta forma los pensamientos y las emociones se dirigen hacia objetivos que trascienden lo momentáneo y pasajero.

Cuando un conflicto es resuelto interiormente, no desciende a los dominios del tiempo y el espacio, sino que encuentra la armonía en el plano espiritual.
En este caso ningún elemento externo lo afecta, ya que no tiene necesidad de ingresar en los ciclos temporales y espaciales para ser resuelto. El deseo, fuerza interior que mueve al hombre, es provocado en la mayoría de los casos por algo exterior a él, por algo que no posee, de modo que si lo tuviera no lo desearía. Este deseo lo empuja a moverse dentro del tiempo y el espacio en su búsqueda por saciarlo, generando infinidad de acciones y reacciones. Todo movimiento material y exterior es provocado por algo que nace en lo interior, lo espiritual, y su resolución es sólo posible en el lugar exacto en el cual fue generado. Estos conflictos serán resueltos finalmente en el campo espiritual, es decir, en el interior del hombre. Mientras el hombre no comprenda tal concepto llevándolo a la práctica, ello provocará infinidad de acciones y reacciones que lo conducirán a diferentes situaciones, muchas de ellas con sufrimiento, hasta llegar a la resolución interior del conflicto.

Los ciclos temporales son la exteriorización de ese deseo primigenio, que al no ser resuelto en el plano interior – espiritual tiene la necesidad de ingresar en el plano del espacio y el tiempo para finalmente retornar a su origen, lo espiritual, donde encontrará su resolución.

Hay otra índole poco común del deseo, totalmente espiritual y provocada por la voluntad interior del alma: el deseo de beneficiar y ayudar. Esta segunda índole es la característica de los justos/tzadikím y responde al ideal del judaísmo.

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