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El impulso interior

 

Las mitzvót -fundamento de la percepción judía de la realidad- nos brindan los medios para superar la dependencia que impone la realidad material-sensorial cuando se transforma en un fin en sí mismo.

El Shabat, por ejemplo, establece un entrenamiento espiritual semanal:

La mujer enciende las velas. Llega la Luz al hogar creando una pausa de toda actividad en pos del ámbito material y por lo tanto una distinción cualitativa dentro del tiempo. Cada individuo en forma personal, y la comunidad colectivamente a través de la tefilá [3], los cánticos y la alegría, unen sus voluntades a la voluntad del Kadósh Barúj Hú. Cada familia se reune en su respectivo hogar, recibe generalmente huéspedes (lo cual incluye varias mitzvót), realizan el kidúsh, etc. Todo ello crea un espacio en el tiempo dentro del cual podemos des-cubrir un nuevo ámbito de la realidad: el altruismo.
Cada acto que me identifica con el Shabat, como cada una de las mitzvót, activa cuatro componentes básicos:

a) Concreto: La realización del acto en sí.

b) Emocional: El entusiasmo y la actitud positiva.

c) Mental: La intención conciente. El conocimiento de los diferentes mecanismos sensibles e inteligibles que son activados al realizar la mitzvá.

d) Espiritual: El altruismo que expande permanentemente la percepción de la realidad.

La realización del acto concreto (a) y la emoción positiva (b), sumadas a la comprensión superior (c), expanden la conciencia humana (d).
La experiencia del rito, en su índole interior, nos da acceso a una forma de conocimiento que fusiona (dvekút) al individuo con sus semejantes y con su máxima identidad: el Kadósh Barúj Hú.

Lo mental nos brinda cierta noción de la realidad pero también la limita. Por ello la experiencia y aprehensión interior de los símbolos y ritos, asociados al estudio conciente, nos ayudan a trascender las formas puramente intelectuales.
De ese modo el hombre comienza a percibir lo interior y a superar la vida basada tan sólo en estímulos exteriores.
Pero el comienzo, como todo comienzo, exige un desafío: el esfuerzo de superar las influencias del mundo material-sensorial, o sea, destruir los ídolos tal como lo hizo Abraham Avinu.
Quien vivió pendiente de estímulos exteriores deberá activar su voluntad para salir de la inercia y «cambiar el rumbo». Ese es un momento muy importante, ya que aparece la oportunidad de comenzar a conocernos des-cubriendo quiénes realmente somos .

Cuando hacemos una pausa con respecto a la realidad material-sensorial creamos un espacio en el tiempo: Shabat.

La auténtica vida de Torá y mitzvót desarrolla la percepción de la realidad, no sólo en función de las necesidades propias sino también de las del semejante y la sociedad. Así logramos transformar el espacio que nos distancia de los hombres en un espacio de encuentro, donde nos asociamos desarrollando proyectos para el bien colectivo. De este modo, cada individuo logra reconocerse como parte inherente de una misma y única realidad infinita e indivisible.

[3] Tefilá: Concepto traducido generalmente como oración y plegaria, es la meditación judía por excelencia a través de la cual el hombre activa todo su ser y la realidad en dirección a su origen y el origen de todo lo creado: el Kadosh Baruj Hú

 

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