El Gran Vacío
Extraído de Donde la Tierra y el Cielo se besan.
El principal ejemplo del Gran Vacío es la Akeidat Itzjak, la Atadura de Itzjak. Dios le dijo a Abraham, «Trae a Itzjak como un olá (una ofrenda quemada)…» (Génesis 22:2).
Este mandamiento contradecía todo lo que representaba Abraham. En el momento de la Akeidat Itzjak, Abraham tenía 137 años de edad. Durante más de 100 años había estado enseñando sobre el Dios uno y verdadero, un Dios de bondad y de misericordia. él imitaba la cualidad de bondad de Dios y les abría su hogar a los viajeros. El acto de matar a su hijo socavaría toda su credibilidad.
También podría dañar gravemente su relación con Dios. él podía muy bien preguntar, «¿Dónde está el Dios que me prometió descendientes? ¿Dónde está el Dios que prometió que mis enseñanzas sobre él serían perpetuadas?». ¿Dónde, en verdad?
Para sobrevivir el Gran Vacío, debes reconocer el testimonio de tus sentidos y de tus experiencias -vacío, completo, total y absoluto- y anular ese testimonio mediante la fe – la presencia de Dios. Durante el tiempo que debas soportar el Gran Vacío, tendrás que ser capaz de vivir con ambos elementos de la paradoja, de manera simultánea.
Pese a las muchas preguntas y dudas que podría haberse hecho sobre este inescrutable mandamiento, Abraham sabía una cosa: él lo había oído directamente de Dios. Para él, Dios estaba presente y manifiesto en esta torturante prueba. Abraham practicó esa regla simple para tener éxito en el judaísmo que más tarde el Rebe Najmán puso en palabras: Asegúrate de que Dios esté presente en todo lo que haces. No tomes en cuenta el hecho de que eso te traiga o no prestigio. ¡Si Le trae prestigio a Dios, hazlo! ¡Si no, no!
También Itzjak llegó a esta misma conclusión, aunque de manera diferente. Mientras padre e hijo subían a la montaña, Itzjak le dijo a Abraham, «Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está la oveja para el olá?». Abraham le respondió, «Dios elegirá para él la oveja para el olá, hijo mío» (Génesis 22:7-8).
«¿Dónde está el lugar de Su gloria [de la gloria de Dios]?» (Liturgia de Musaf del Shabat).
En contraste con Abraham, Itzjak tenía una pregunta. E hizo una pregunta que se transformó no sólo en una respuesta, sino en una revelación. Su padre le dijo que Dios había ordenado que se trajera un olá. Itzjak cargaba la leña en su espalda. Su padre llevaba el fuego y el cuchillo. Lo único que faltaba era la oveja, salvo que… salvo que él fuera la oveja. ¿Cómo podía estar presente el Dios de bondad? ¿Cómo podía ser Dios responsable de tal mandamiento? Itzjak se volvió hacia su padre, el hombre que había abogado por Dios en todo el globo, y preguntó, «¿Dónde está el lugar de la gloria de Dios?». Esto no parece incluir mi situación. Dios no está manifiesto aquí.
Pero, enseña el Rebe Najmán, la situación en la cual se pregunta «¿Dónde?», allí mismo es el lugar de la gloria de Dios. Preguntar, «¿Dónde?» es la oveja para el olá. Ello contiene la fe en que, no importa lo que suceda, él está aquí. Incluso en una situación en la cual no ves a Dios -cuando Dios está ausente, y tú quieres clamar, «¡DIOS! ¿DóNDE ESTáS?»- debes comprender que acabas de revelar Su presencia.
Si te encuentras en el Gran Vacío, la supervivencia del alma exige que practiques el hitbodedut, todos y cada uno de los días. La libertad de elección -la decisión de elegir o no a Dios- es aquí puesta a prueba más que en ninguna otra situación, porque el que gana se lleva todo. La honestidad y la sinceridad, si no la profunda desesperación, de pedir por tu alma, de rogar que se te dé vida, de tener el privilegio de ser invitado a acercarte y a vivir en cada aliento y con honestidad el trabajo de Dios contigo, ésta es la única moneda valiosa.
Es imposible sobrevivir al Gran Vacío sin el hitbodedut. El asalto de las preguntas, la persistencia del dolor y el sentimiento de total falta de significado no pueden sobreponerse sin un continuo golpear en las puertas de un castillo abandonado y vacío. Es por esto que el Rebe Najmán nos dice una y otra vez que todos los grandes Tzadikim, incluido él mismo, dijeron que lograron lo que lograron sólo a través del hitbodedut.
El hitbodedut, entonces, es el fundamento de toda tu práctica judía, de tu estudio y de tus actitudes – en verdad, de todo tu judaísmo.
Ozer Bergman