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El estudio de los Principios Generales de la Fe

Extraido de Derej Hashem. Traduccion Rab Yehuda Levi

 

El beneficio que tiene el conocimiento de las cosas comprendiendo cómo sus partes están subdivididas e interrelacionadas —en lugar de conocer esas cosas en forma desordenada—, se asemeja al beneficio que se tiene al ver un jardín con sus cultivos bien arreglados, embellecido por sus senderos y cultivos —en lugar de ver un plantío de juncos o un bosque que crece en forma silvestre—.

Porque, ciertamente, imaginarse muchas partes sin saber cómo éstas se relacionan entre sí ni su ubicación en el todo que componen será para el intelecto deseoso de conocimiento una carga pesada y sin encanto, en la cual se esforzará y dedicará, mas quedará agobiado, fatigado e insatisfecho. Pues el imaginarse cada una de esas partes, hará que crezca su deseo por comprenderla a fondo, pero no podrá lograrlo por desconocer el todo; puesto que una gran parte (del conocimiento) de algo depende de cómo eso se relaciona con lo demás y de su ubicación dentro del todo, y él desconoce eso. Entoces su anhelo lo dejará inquieto, sin satisfacción, y su deseo hará que tenga dolor, y estará intranquilo. En cambio, cuando alguien conoce una cosa en todos sus detalles, puesto que el concepto de la cosa es claro para él así como es en realidad, incrementará su conocimiento en cualquier área hacia donde dirija su estudio y encontrará placer y regocijo en su esfuerzo bueno y productivo.

Y he aquí, al estudiar algo, el hombre debe primero prestar atención general al lugar verdadero en el que eso se encuentra. Y esto es así, pues al considerar todo lo que existe, ya sea las cosas físicas que podemos percibir o los conceptos abstractos que podemos comprender —lo cual es todo lo que podemos imaginar en nuestra mente— veremos que no todas las cosas pertenecen a la misma categoría y están en el mismo nivel sino que pertenecen a distintas categorías y están en distintos niveles, y conforme varía su categoría, cambian también las reglas y principios asociados con ellas. Y esto es lo que nos obliga a hacer una distinción entre ellas en nuestra mente para poder comprender cada cosa verdaderamente acorde a sus principios.Y en verdad, hay ocho niveles y categorías esenciales mediante los cuales se debe clasificar lo que se analiza para descifrar su naturaleza. Estos son: el todo y la parte, lo general y lo particular, la causa y el efecto, la cosa misma y la característica.

Esto es lo que debemos analizar primero al estudiar algo: si es un todo o una parte, si es un concepto general o un detalle, si es una causa o un efecto, y si es la cosa misma o una característica de ella. Y he aquí, conforme al nivel en que se encuentre (lo que se analiza) se podrán reconocer distintas características que, acorde a su naturaleza, se necesitan para complementar la comprensión y el entendimiento. Si es una parte, entonces se debe buscar el todo al cual ésta pertenece. Si es un detalle particular, se debe investigar su concepto general. Si es una causa, se investigará su efecto; si es un efecto, su causa. Si es una característica, se buscará la cosa misma.

Además, se debe investigar qué tipo de característica es: si precede, es una consecuencia, o acompaña a la cosa; y si es intrínseca o accidental, en potencia o en el acto. Todas éstas son distinciones sin las cuales no se puede tener un cuadro completo de la verdadera naturaleza de una cosa. Y por sobre todo, se debe analizar la naturaleza de la cosa, determinando si es algo absoluto o limitado, y si es limitado, se deben determinar sus límites ya que aun si un concepto es verdadero, perderá su veracidad al referirlo a un contexto inapropiado o al considerarlo fuera de sus límites.

Sin embargo, debes saber que el número de los detalles es tan grande que el intelecto humano no puede retenerlos y es imposible para él conocerlos en su totalidad. Es por eso que es apropiado dedicarse al conocimiento de los conceptos más generales. Pues cada concepto general por su naturaleza incluye múltiples detalles, y cuando se comprende un concepto general, automáticamente se comprende un gran número de detalles. Y aunque todavía no se los ha reconocido y no es posible percatarse de que son detalles de ese concepto general, he aquí, cuando cada uno de ellos venga a nosotros será reconocido, puesto que ya se conoce el concepto general del cual no pueden prescindir. Y así dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria: “Las enseñanzas de la Torá siempre deben estar en tu mano en forma de conceptos generales y no de detalles” (véase Sifrí, Haazinu 32:2).

Pero lo que se necesita con relación al estudio de los conceptos generales, es comprenderlos en todos sus términos y aspectos, e incluso los elementos que al principio pueden parecer superfluos no debes ignorar, sino que debes prestarles atención y no despreciarlos, tal como enseñaron nuestros Sabios, de bendita memoria (véase Sifrí, Haazinu 32:47). Pues en el concepto general no hay nada, grande o pequeño, que no tenga el potencial de enseñar algo relacionado con sus detalles, y aun cuando no enseñe nada respecto de algunos detalles, puede llegar a ser muy importante respecto de otros; y puesto que el concepto general debe generalizar a todos ellos, debe haber en él algo que contenga a todos ellos.

Por eso, debes ser muy cuidadoso respecto de esto, y presta atención a los conceptos y a su interrelación y conexión de manera muy precisa, y analiza muy bien su continuidad y su eslabonamiento —cómo se enlazan unos con otros desde el comienzo hasta el fin—, y de esta manera tendrás éxito y ganarás entendimiento.Y he aquí, en base a esto he escrito para ti, querido lector, este pequeño libro. Y mi intención fue exponer ante ti los principios generales de la fe y el servicio Divino en forma cabal, de manera tal que puedas entenderlos correctamente y comprenderlos de manera suficiente, libre de la confusión y el desconcierto. Y podrás ver sus principios más básicos y lo que se deriva de ellos en su correcta ubicación y en la forma más clara posible para que se asienten en tu corazón y los adquieras en tu intelecto de la mejor manera. Y a partir de allí, te será fácil adentrarte en el conocimiento Divino en todas las áreas de la Torá y sus explicaciones, y conocer todos sus secretos, acorde a la bendición que Hashem, tu Dios, te otorgue.

Y he aquí, he tratado de ordenar los conceptos de la forma que me parece más adecuada y mediante el lenguaje que consideré más apropiado para ofrecerte un cuadro completo de estas cosas que decidí explicarte. Consecuentemente, tú también ahora deberás prestar mucha atención a todo esto y recordar todo esto muy bien, hasta que encuentres el momento en el cual te será de beneficio. Y no debes pasar por alto ningún detalle, no sea que te pierdas de comprender algún concepto importante. En cambio, esto es lo que debes hacer: lee cuidadosamente cada palabra, tratando de comprender el significado de los conceptos, guardando toda su veracidad en tu intelecto. De esta manera obtendrás satisfacción y te beneficiarás.

Y he llamado a este libro: “Dérej Hashem” (“El Camino de Dios”), pues comprende en general todos Sus caminos, bendito sea Su Nombre, los cuales nos ha revelado por medio de Sus profetas y nos ha informado en Su Torá, y a través de los cuales nos dirige y dirige a todas Sus criaturas. Y lo he dividido en cuatro partes: en la primera parte hablaré de los fundamentos generales de la existencia y sus detalles; en la segunda parte, de Su Providencia; en la tercera, de la profecía; y en la cuarta, del servicio Divino. Y tú, hermano mío, quien buscas a Dios, sigue este camino y Dios estará contigo y te dará ojos para ver y oídos para escuchar las maravillas de Su Torá. Amén. Que así sea Su voluntad.

Rabbi Moshe Jaim Luzzato

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