El Dolor del Cambio
Por Ruth Shira
Después de escribir ¿Qué se necesita para hacer un cambio? Hubo muchas personas que con el corazón abierto compartieron sus experiencias; a todos y cada uno muchas gracias, lo que sigue es inspirado por vuestras historias, y por el deseo de encontrar ‘el origen’ de las fuerzas que nos ayudan a cambiar.
Un primer denominador común en relación al momento de cambio tiene que ver con el dolor que produce la crisis que precede a una transformación, y la angustia por la incertidumbre de ¿Hacía dónde? Y ¿Cómo?
Indudablemente no estamos educados para los temas esenciales, pasamos la vida construyendo una identidad, que en la mayoría de los casos está basada en los que tenemos y no en lo que somos, dónde ‘la carrera’, la profesión, las posesiones materiales, el status y la ambición determinan más o menos quien soy y hacia donde voy, mientras tanto, la verdadera esencia, sobre la cual se erige la voluntad básica, primaria, queda ofuscada, y débil, esperando ser rescatada bajo una montaña de posturas adquiridas. Cuando digo voluntad básica, me refiero a la voluntad divina en cada ser, aquello que estamos llamados a ser, en definitiva la razón para la cuál fuimos creados.
Pero en muchos casos Hashem hace Jesed / misericordia con nosotros y de pronto ‘pasan cosas’ en el camino, nos echan del trabajo, la pareja ‘no va más’, las acciones se desmoronan, y la crisis anuncia su entrada: nuestra estantería empieza a tambalear, comienzan a caerse esas cosas que con tanta fuerza mantenían la coherencia de nuestro día a día y muy pronto nos vemos envueltos en un torbellino de miedo e incertidumbre:
¿y ahora qué?
No te enojes conmigo por lo que voy a escribir, pero ahora, bienvenida la crisis!!, da las gracias, ahora es tiempo de ‘volver a casa’. Bienvenida la angustia que sentimos cuando nuestro mundo de voluntades adquiridas, no propias, se desmorona y sobreviene el caos, a mi gusto es la antesala necesaria para ‘recrearnos nuevamente’.
Este es el momento de acudir al «punto intacto», y aquí hay una metáfora en base a una profecía, que particularmente me ayuda mucho; el texto que sigue está extraído de «Los días están llegando» del Rab Ezriel Tauber.
Como sabes, el Muro Occidental [el Kotel] es un remanente de un muro mucho más grande del Segundo Templo.[..] Los intentos de destruir Jerusalem y el Templo no fueron guerras sólo por territorio. Con mucha frecuencia eran guerras ideológicas planeadas para borrar todo recuerdo de vida judía. […]
El hecho que esté de pie es suficientemente milagroso. Y es por eso que siempre ha sido un consuelo e inspiración para los judíos. Sin embargo, ¿qué me dirías si te digo que estaba claramente predicho desde hace mucho que este mismo muro, el Muro Occidental, nunca sería destruido, a pesar de todos los arados, desmantelamientos y destrucciones?
[..]
Está escrito:
…he aquí, que éste (nuestro amante, es decir, D os) está parado detrás del muro, observa desde la ventana, contempla entre las grietas. (Cantar de los Cantares 2:9)
En otras palabras, D-os nos está observando siempre, no importa qué tan abandonados parezcamos.
Ahora, el Midrash, hace más de 1,500 años, interpretó las palabras: «…está parado detrás del muro…» para dar a entender:
…detrás del Muro Occidental del templo. ¿Qué tiene de especial el Muro Occidental? El Midrash responde: Porque D-os juró al Muro Occidental que nunca sería destruido; permanecería hasta que el tercer y último Templo sea reconstruido.
ésta es una profecía antigua y audaz, enunciada claramente que está vigente hasta este día.
El Kotel nos ofrece un ejemplo precioso de lo que se denomina ‘el punto intacto’, ese lugar interno en el alma, que no se quiebra frente a los acontecimientos de la realidad, pequeño y poderoso, indestructible, al que podemos acudir a refugiarnos siempre, cuando todo a nuestro alrededor se derrumba. Como la pared de nuestro Templo interno, que espera ser reconstruido..
Por eso, ¿qué tal si miramos el ‘sufrimiento’ del cambio bajo una nueva perspectiva?
Puntos para pensar:
1- cuando nos duele el sin sentido, estamos en buen camino. La angustia es la alarma interior que me avisa que he perdido el rumbo, y que mi alma oprimida sufre por no poder expresar su verdadera esencia.
2- si el mundo personal se desmorona, tomemos un mínimo de distancia y observemos el jesed de Hashem sacándonos de un camino errado
3- procuremos ejercitarnos en la posibilidad de ver que todo, absolutamente todo tiene un sentido y es para nuestro bien.
Para cerrar, escuche del Rab Ben Itzjak: La idea de ver el propósito, o al menos saber que existe un propósito detrás de cada cosa que nos pasa, nos reconcilia con el mundo, con la realidad. Y ahí surge la paz espiritual. Una persona que alcanza paz espiritual es una persona que sabe que lo principal de su vida le sucede, que el/ella tiene que por supuesto tratar de entenderlo, estar atento, estar en guardia para leer un libro que ya fue escrito, no para escribir el libro.
Comentarios a ruthshira@tora.org.ar
Ruth Shira