El Altruismo
« La Sabiduría de la Torá nos propone un sistema que no evade ni anula las necesidades existentes en el ser humano, sino que las armoniza »
Altruismo es el afán de procurar el bien del prójimo aun a costa del propio. Unicamente a través de este gran esfuerzo la humanidad puede alcanzar la justicia, su armonía (ver item «La justicia»). Altruismo es la cualidad de lo completo, la fuerza a través de la cual alcanzamos nuestra Esencia: el Kadósh Barúj Hú, siendo que El es sólo dar sin una pizca de deseo de recibir, ya que ¿de quién ha de recibir?
Lo verdaderamente Infinito que hay en el hombre, el altruismo, no se manifiesta automáticamente, sino que está latente en nuestro interior aguardando que deseemos y logremos crear las condiciones adecuadas para revelarse. Esto es similar al talento con el cual nacemos. Cada niño viene al mundo con una potencialidad, lo que tiene para dar de sí, como la semilla que contiene en potencia todo el árbol y los frutos que a través de él surgirán.
Cuando la Torá es aprehendida correctamente alcanzamos el altruismo que logra educar al hombre a utilizar su potencialidad, su talento para el bien. Cuando una cultura, una filosofía o una forma de vida genera una percepción parcial de la realidad, ignorando los valores espirituales, está destinada a fracasar, ya que se basa en parámetros temporales y espaciales fluctuantes que no responden a las verdaderas necesidades del hombre. La auténtica naturaleza del hombre y la única forma de lograr la justicia es a través del altruismo.
La Sabiduría de la Torá nos propone un sistema que no evade ni anula las necesidades existentes en el ser humano, sino que las armoniza. El principio general y mitzvá de la Torá, como ya fue expuesto anteriormente, es amar al prójimo como a sí mismo. Es deber de cada uno ayudar a su semejante a encontrar su lugar y rol para que tanto el individuo, y por extensión la comunidad y el mundo, logren liberarse de su dependencia del deseo egoísta de recibir, raíz de todo los males.
La labor espiritual, como hacemos hincapié constantemente, consiste en transformar el deseo de recibir en deseo de recibir para dar, altruismo. Y así como el cuerpo lucha ante una enfermedad, del mismo modo los hombres, células del gran cuerpo de la humanidad, debemos unirnos ante nuestro enemigo común, el egoísmo, la verdadera enfermedad espiritual del mundo.
La única forma viable de lograr dicho objetivo es la educación, dado que toda imposición es contraria a la espiritualidad. Pero no una educación simplemente intelectual e informativa, sino una educación integral y formativa.