Di-s, el Judío y la Torá:Dinámicas de una relación
Extraido de Mas alla de la letra de la ley
DI-S, EL JUDÍO Y LA TORÁ: DINÁMICAS DE UNA RELACIÓN
Todo Israel tiene parte en el Mundo por Venir, pues fue dicho: “Y tu pueblo, todos ellos son justos; ellos heredarán para siempre la tierra; son la rama de Mi plantaje; la obra de Mis manos, para enorgullecerme. Talmud Sanedrin 90a
Moshé recibió la Torá de [Di-s en] Sinaí y la traspasó a Iehoshúa; Iehoshúa a los Ancianos; los Ancianos a los Profetas; y los Profetas la traspasaron a los Hombres de la Magna Asamblea. Etica de los Padres 1:1
¿Existe algo así como un judío “sin Torá”? ¿Puede uno ser “judío” aun sin observar en su vida cotidiana los dictámenes y valores de la Torá? Los judíos desafían las definiciones convencionales de “pueblo” o “nación”. Carecemos de una raza, cultura o experiencia histórica en común3. Mientras que todos compartimos nuestros derechos eternos a la tierra de Israel, durante la mayor parte de los últimos 4.000 años, la gran mayoría de los judíos no ha vivido o siquiera puesto un pie sobre la patria judía.
Lo que nos define como judíos es una relación. Somos judíos porque el Todopoderoso nos eligió para ser Su “tesoro preciado entre todas las naciones… un reino de sacerdotes y una nación santa”.
Somos judíos porque el Todopoderoso nos eligió para implementar Su propósito en la creación: orientar nuestras vidas de acuerdo a Su voluntad, y desarrollar una sociedad y una comunidad mundial que refleje Su bondad y perfección.
ESENCIA DE UNA TRANSGRESIÓN
La substancia de esta relación, la carta estatuaria de este compromiso, es la Torá. La Torá es el concepto de Di-s de la realidad conforme le fue comunicada al hombre, el plano maestro que describe el mundo perfeccionado concebido por su Creador. La Torá detalla la manera según la cual el Inventor de la vida desea que ésta sea vivida. Esto parecería definir nuestra judeidad como una “religión”: somos judíos porque adherimos a las creencias y prácticas ordenadas por la Torá. Sin embargo, la propia Torá dice que no es así.
La Torá misma proclama que Di-s “mora entre ellos en medio de sus impurezas”, que Su relación con Su pueblo perdura inafectada, pese a la conducta de éste. En palabras del Talmud: “El judío, a pesar de haber transgredido, es judío”. De acuerdo a la ley de la Torá, la judeidad de la persona no se determina por un estilo de vida o autopercepción: uno puede ignorar totalmente su judeidad y aun así ser judío, o puede considerarse judío y observar todos los preceptos de la Torá y con todo no ser judío.
En otras palabras, es la relación entre el judío y su Creador lo que define su judeidad, no su reconocimiento de esta relación o su concreción de ésta en su vida cotidiana. No es la observancia de las mitzvot de la Torá (los “mandamientos” Divinos) lo que lo vuelve judío, sino el compromiso que éstas representan.
Éste es el significado más profundo del axioma que “El judío, a pesar de haber transgredido, es judío”. El significado simple de estas palabras es que un judío sigue siendo judío a pesar de sus transgresiones. Pero en otra dimensión, es precisamente debido a que trasgredió, que es judío. Un no-judío que come jametz (pan leudado) en Pesaj no ha hecho nada malo; del mismo modo, que él coma matzá en la noche del Séder no tiene ninguna importancia moral o espiritual. Pero para el judío, las mitzvot de Pesaj son un componente de su relación con Di-s: al observarlas, está concretando esta relación y extendiéndola a su vida diaria; si las viola, Di-s libre, está transgrediendo, está actuando de manera opuesta al compromiso que define su identidad.
Por lo tanto, en cierto sentido, el hecho de la transgresión de un judío no es menos expresión (aunque de manera negativa) de su relación con Di-s, que su observancia de una mitzvá. De hecho, la palabra hebrea mitzvá significa tanto “mandamiento” como “conexión”. La relación entre ambos significados de la palabra también puede entenderse en dos niveles. En el nivel de la conducta, nos conectamos con Di-s mediante nuestro cumplimiento de Sus mandamientos.
En un nivel más profundo, estamos inexorablemente conectados a Él en virtud del hecho de que Él nos eligió como objeto de Sus mandamientos. Obviamente, estos dos niveles de conexión son las dos caras de una misma moneda, siendo los rostros interior y exterior de la misma verdad: nuestra observancia de las mitzvot es la manifestación, en nuestras vidas cotidianas, del nexo intrínseco entre Di-s e Israel.
EL VÍNCULO DE SEIS DIMENSIONES
El Zohar, texto básico base de la enseñanza cabalística, expresa este concepto de la siguiente manera: Hay tres conexiones ligadas una con la otra: Di-s, la Torá e Israel, consistiendo cada uno de un nivel sobre un nivel, oculto y revelado. Existe el aspecto oculto de Di-s, y el aspecto revelado; la Torá, también, tiene tanto un aspecto oculto como uno revelado; y lo mismo es con Israel, que también tiene ambos, un aspecto oculto y uno revelado.
El Zohar prosigue describiendo el modo en que la Torá sirve de eslabón conector entre Di-s e Israel: cómo la Torá es una con su Autor Divino, y cómo el pueblo judío se conecta con la Torá por medio de su estudio y la observancia de sus enseñanzas. Pero, ¿cuáles son los elementos “ocultos” y “revelados” de Di-s, la Torá e Israel? ¿Y cuál es su relevancia en nuestra conexión con Di-s a través de Su Torá? El Zohar está sugiriendo que estas tres “conexiones” están interconectadas en dos niveles, tanto en un plano “oculto” como en uno “revelado”. Pues cada uno de estos tres “eslabones” interconectados posee tanto una dimensión explícita como una implícita.
Está el así llamado aspecto “revelado” de Di-s —aquellas expresiones de Su realidad que Él elige manifestar dentro de la existencia creada— y está Su inconcebible esencia “oculta”. También el judío tiene su ser revelado y manifiesto —el modo en que expresa a sí mismo a través de su conducta— y su ser esencial, oculto. Y la Torá, como se delineara antes, tiene tanto un significado más pronunciado, así como un significado más implícito, como eslabón conector entre Di-s e Israel.
En el plano “oculto”, el alma del judío está unida a la mismísima esencia de Di-s por medio de la relación y el compromiso subyacentes que la Torá representa. Incluso si la vida del judío, en el nivel consciente-conductual, es inconsistente con la voluntad revelada del Todopoderoso, él no es “menos” judío, Di-s libre: independientemente de cómo éste manifiesta su identidad y si es que lo hace, el nexo intrínseco “oculto” que define su judeidad no se ve afectado.
Yanki Tauber
La partida registral de la tierra prometida está en la Tora en lejos lejano cuando Dios le dice Abram deja tu casa y y la de tus padres y anda a lugar que yo te mostraré y haré de ti una gran nación .dios le entrega la tierra prometida