De Carne Somos

extraido de jabad magazine.
Millones de personas están abrazando leyes dietéticas. Quizá no las mismas leyes dietéticas que encontramos en la Biblia, pero los hábitos de comida van cambiando constantemente. Entre ellas, dietas para adelgazar que apoyan el alto consumo de carne. Los precios han subido como un cohete, hasta punto tal que los consumidores no judíos están empezando a pagar el tipo de precio por la carne que acostumbraba a distinguir a la comida casher.
Los vegetarianos, obviamente, no están muy contentos con esta tendencia. Muchos vegetarianos creen que es un pecado el tomar la vida de un animal para alargar la nuestra. Todas las criaturas de Di-s, expresan, tienen el mismo derecho de vivir sus años. ¡Un pensamiento noble, éticamente motivador, y además, sumamente no-judío!
Los judíos comen carne. De hecho, el Talmud enseña que es la carne lo que transforma una comida ordinaria en una de Shabat o comida festiva. Simjá, verdadera alegría, sólo puede lograrse con “basar veiain”, carne y vino. Los animales, dice el Midrash, fueron creados antes que Adám para que estuvieran disponibles para su mesa, así como un rey prepara la comida de antemano para su invitado favorito. Pero… antes de que se coma esa tira de asado, hay algo más que debe saber.
El Judaísmo está de acuerdo con el argumento vegetariano: La vida, sea humana o animal, no debe tomarse ligeramente; no tenemos derecho a matar otra forma de vida simplemente porque tenemos el poder para hacerlo. Quizás la ley dietética más profunda es una que es relativamente desconocida. De hecho, si se pusiera en práctica, es bastante concebible que muchos de nosotros ya no sabríamos del deleite de devorar un bistec o un par de hamburguesas. Como puede verse, el Judaísmo realmente no nos da carta blanca para matar animales para la comida. Nos permite sólo comer la carne con una condición: que el animal cuya vida se toma sirva para alimentar a alguien cuya vida tiene más significado que la simple existencia bestial.
“Am haaretz asur leejol basar”. Un individuo cuya vida está desprovista de Torá, tiene prohibido comer carne. Ésa es la conclusión del Talmud basada en una ecuación simple: Para que una vida acabe por ayudar a otra, debe haber una diferencia cualitativa entre la vida que se toma y la vida que se sostendrá. La vida de los animales consiste, como Sigmund Freud lo dijo, en obtener y engendrar. Ellos comen y procrean. Simplemente existen. Seres humanos deben esforzarse más. Se supone que nuestros años deben estar imbuidos con una demanda espiritual por la santidad.
La vida no se trata de alcanzar y engendrar, sino ser y perfeccionar. Creados a la imagen de Di-s, tenemos la obligación de imitar a nuestro Fabricante Divino. Sólo nuestros esfuerzos en la persecución de esta meta son los que nos permiten convertir las carnes animales en la comida que nos alimenta. Así que aquí está el nuevo plan de dieta que da igual peso (sin juego de palabras intencional) a la necesidad de ambos: su cuerpo de estar delgado y su alma de estar anhelando la realización espiritual: Viva su vida con la constante conciencia de que de usted se espera mucho más que de un animal, y de esa manera gane el derecho de disfrutar los mejores trozos de carne como su corazón desea
Rabbi Benjamin Blech