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Cumplir los preceptos con el corazón

Cierta vez se acercó un Iehudí al Rab Eliahu Lapian Z»L, el Baal «Leb Eliahu», y le dijo: «En este Shabat se leyó la Perashá Bo, donde está mencionada por primera vez en la Torá la Mizvá de los Tefilin. Le diré que estoy dispuesto a ponérmelos, pero con una condición». «¿Cuál es?», preguntó el Rab. «Si usted me explica los motivos de la Mizvá, y esos motivos me resultan convincentes y lógicos…».
«De acuerdo, te lo voy a explicar. Pero quiero que me perdones porque hoy no puedo hacerlo en razón de que estoy muy ocupado», contestó el Rab. «Está bien. Puedo esperar. ¿Cuándo puede atenderme?». «Déjame ver… Recién dentro de treinta días». «¿Dentro de un mes? Bueno, de hoy en un mes nos vemos». «Antes de que te vayas, quisiera pedirte algo». «Digame Rab». «Que desde mañana te pongas los Tefilin todos los días hasta que nos encontremos dentro de un mes. Si cuando te lo explique no te convenzo, dejas de usarlos. ¿Qué te parece?». «¡No está mal!», respondió el hombre sonriendo frente a la idea del Rab, tras lo cual se despidió.

Al cabo de un mes apareció el hombre nuevamente frente al «Leb Eliahu», diciéndole: «Vengo a que me explique la Mizvá de los Tefilin, como habíamos quedado. Pero quiero que sepa algo: aunque no me convenza su explicación, los seguiré usando todos los días. Verá usted, cada vez que me los pongo y pronuncio mi pequeña Tefilá con ellos, siento una satisfacción muy especial; siento que estoy cumpliendo con mi obligación de judío, me siento bien. En realidad, siento algo que no puedo explicar con palabras…».

El Rab se puso de pie, se paró al lado del hombre, lo tomó de los hombros y le dijo paternalmente: «Hijo mío, ¿tú crees que si alguien viene a pedirme una explicación de la Torá me puedo negar y decirle que venga dentro de un mes? ¡Si yo estoy para eso! Lo que sucedió fue que yo vi que tu intención era cumplir con la Mizvá de los Tefilin, pero «con la mente». No estás equivocado si quieres saber los motivos de una Mizvá, pero eso no puedes ponerlo como condición para cumplirla. Las Mizvot de Hashem son un alimento para el alma, y no siempre la razón las entiende. Lo que yo quise hacer contigo es precisamente lo que sucedió: que la Mizvá la cumplas «con el corazón», con el puro sentimiento judío que había encerrado en ti, y eso fue lo que te dio el propósito de seguir vistiendo tus Tefilin durante toda tu vida. Ahora sí, estás dispuesto a recibir la explicación, que yo estoy dispuesto a ofrecerte».

Leb Eliahu – Hakdamá

(Gentileza Revista semanal Or Torah, Suscribirse en: ortorah@ciudad.com.ar )

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