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Cuando el Silencio es una Mentira

Extraido de Jabad Magazine

En Alemania, primero vinieron por los comunistas, y no los defendí porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no los defendí porque yo no era judío. Más tarde vinieron por los sindicalistas y no los defendí porque yo no era un sindicalista. Después vinieron por los católicos, tampoco los defendí porque yo no era católico. Por último vinieron por mí, y para ese entonces nadie quedaba para defenderme.
Martin Niemoller

A través de la historia ha sido la inacción de los que podían haber hecho algo, la indiferencia e aquellos que se podían haber informado un poco más, el silencio de la voz de la justicia, cuando más se la necesitaba, lo que hizo posible el triunfo del mal.
Haile Selassie

Mientras el mundo judío se prepara para conmemorar el “Iom Ashoá” (Conmemoración del Holocausto) para recordar las 6.000.000 personas; mientras miles de inocentes africanos continúan esclavizados en Sudan y Chad; mientras los judíos de Israel siguen siendo amenazados por las comunidades decididas a destruirlos y los abusos de injusticia que frecuentemente tienen lugar dentro de nuestras comunidades debido al silencio de gente buena continúan; un conmovedor Midrash sobre la porción semanal de la Torá de Ajarei Mot nos lleva a la reflexión.

La Parshá relata el episodio de la trágica muerte de los dos hijos de Aharón, Nadav y Avihu. El día en que fue erigido el tabernáculo en el desierto, los cuatro hijos de Aharón fueron nombrados sacerdotes. Los dos hijos mayores ingresaron al Tabernáculo y no salieron vivos. El Talmud relata la siguiente historia para explicar la causa de su muerte: “Sucedió una vez que Moshé y Aharón iban caminando y Nadav y Avihu (los dos hijos de Aharón) iban detrás de ellos. Todo Israel iba atrás de los dos hijos. Le dijo entonces Nadav a Avihu: ¿Cuándo morirán estos dos ancianos y seremos nosotros, los líderes de esta generación? Di-s les respondió: ¡ya veremos quien entierra a quien!

Un Midrash Enigmático

La historia, de Aharón y sus dos hijos engendra un enigmático Midrash. Se puede leer lo siguiente: “Cuando Job oyó de la muerte de los dos hijos de Aharón, se vio inundado por un tremendo temor. Fue este evento lo que obligó al mejor amigo de Job, Elihu, a aseverar: “Debido a esto mi corazón tiembla y salta de su lugar”. Este Midrash parece raro. ¿Por qué el episodio de Nadav-Avihu inspira un temor tan profundo dentro del corazón del amigo de Job? Rabi Jaim Iosef David Azulai, el gran sabio y místico del siglo 18 conocido como Jida, presenta las bases de la siguiente interpretación sobre este oscuro Midrash. El cita “en el nombre de los Sabios de Alemania”.

Tres Consejeros

El Talmud relata que Job estaba dentro del grupo de consejeros del Faraón, el emperador de Egipto. Los otros miembros eran Bilam y Itro. Cuando la población judía de Egipto comenzó a incrementarse significativamente, desarrollándose a partir de una pequeña familia de 70 personas para más tarde convertirse en una gran nación, el Faraón fue golpeado por el terrible temor de que un grupo de refugiados tendieran una trampa a su imperio, decidió entonces consultar a sus tres consejeros sobre como lidiar con este “Problema Judío”.

Bilam eligió un recurso cruel y tiránico. Sugirió al Faraón que ahogara a todos los bebes judíos y esclavizara a todos los hombres judíos. Job se mantenía en silencio. No condenó a los judíos al esfuerzo y a la muerte, pero tampoco defendió su derecho a la vida. Itro fue el único de los tres que se opuso a los planes de opresión de Bilam. Para escapar a la ira del faraón, quien con mucho entusiasmo abrazó la “solución final” de Bilam, Itro huyó de Egipto hacia Midián, donde vivió el resto de sus días.

El Talmud también relata las consecuencias de los respectivos comportamientos de cada uno de los consejeros. Bilam fue asesinado varias décadas más tarde durante una campaña militar judía en el Medio Oriente. Job fue afligido por varias enfermedades y tragedias personales, mientras que Itro, la exclusiva voz de la moralidad dentro del Palacio egipcio no solo mereció a Moshé como su yerno sino que sus descendientes sirvieron como miembros del la Suprema Corte Judía (Sanhedrín) en Jerusalem, representando fielmente los principios judíos de justicia y moralidad.

La propia Rectitud de Job

¿Qué pasó por la cabeza de Job luego de este incidente? ¿Acaso se consideró a si mismo moralmente inferior a su colega Itro quien, en un acto de enorme coraje se levantó contra un rey superpoderoso y protestó en contra del proyecto de genocidio? ¿Acaso Job volvió esa noche a su hogar y le dijo a su esposa: “Hoy descubrí que no tengo carácter y que soy un político débil que vende su alma al demonio solo para mantener su lugar en el gobierno?” No. Job, como muchos de nosotros en situaciones similares, ni siquiera abrigamos este pensamiento por un instante. Por el contrario, Job se consideró a si mismo como un pragmático y a Itro lo catalogó como un idiota.

¿Qué ganó Itro diciendo la verdad? habrá Job pensado para si mismo: “El perdió su posición y fue obligado a huir. Actuó como un fanático. Yo, Job, utilizando mis conocimientos diplomáticos y manteniéndome en silencio, continuaré sirviendo como consejero del faraón y a la vez podré asistir a los judíos, sutil y discretamente a través de mi cargo en el poder” Por varias décadas, Job caminó por los pasillos del palacio Egipcio saturado por un sentimiento de rectitud y satisfacción, hasta que llegó el día en el que oyó sobre la muerte de los dos hijos de Aharón.

Un Descubrimiento frustrante para Job

Cuando Job preguntó qué había sido lo que había causado la muerte prematura de estos dos estimados hombres, se le respondió con el famoso episodio Talmúdico citado en el comienzo de este ensayo: Sucedió una vez que Moshé y Aarón iban caminando y Nadav y Avihu (los dos hijos de Aharón) iban detrás de ellos. Todo Israel iba atrás de los dos hijos. Le dijo entonces Nadav a Avihu: ¿Cuándo morirán estos dos ancianos y seremos nosotros los líderes de esta generación? Di-s les respondió: ¡ya veremos quien entierra a quien! Job estaba estupefacto. “Puedo entender perfectamente”, dijo. “Nadav fue castigado, por haber mencionado esas desagradables palabras. Pero, ¿por qué su hermano Avihu fue castigado también? Porque el no dijo nada.” “¿Avihu?” aquí viene la respuesta, fue castigado porque permaneció en silencio”. Porque cuando algo trascendente está sucediendo el silencio es una mentira

Yosi Jacobson

1 comentario
  1. Mizrraim Rodriguez

    Buen relato que disipa dudas acerca de Job

    08/03/2018 a las 15:33

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