Comenzando
D´s, la Creación y el Alma.
Sobre D´s y su existencia.
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Continuación ¿Cómo sabemos que D-s creó…

Extraido de Lehavin Ulehaskil. Edit. Bnei Sholem

…continuación de Como sabemos…


Hemos analizado con cierto detalle algunos rasgos del hombre a fin de demostrar que su complejidad y coordinación sólo pueden haber sido planificadas por un Ser Superior. Es evidente que esta Deidad deseaba que el hombre funcionara sobre la tierra que El había creado. Y, si se excluye todo daño físico, el hombre puede funcionar muy bien. No sólo funcionan al unísono los distintos sistemas de su cuerpo sino que éstos poseen características inherentes que pueden impedir su mal funcionamiento. Por ejemplo, el hombre toma aire y alimentos por la misma apertura: la boca. El aire debe pasar por un conducto de su garganta, en tanto que los alimentos pasan por otro. Una confusión podría producir la muerte. De manera pues, que el cuerpo posee un músculo que puede cubrir la tráquea cuando se utiliza el tubo digestivo, y viceversa. Y si una persona habla mientras come y los alimentos penetran en el conducto equivocado la reacción natural del cuerpo es toser y expulsar automáticamente la comida a fin de impedir cualquier daño. De manera análoga, si una partícula dañina penetra en el cuerpo, ésta puede ser expulsada mediante un estornudo o la tos. Si ello no sucede, el cuerpo puede luchar contra ésta mediante anticuerpos, que produce automáticamente. Del mismo modo, si una persona percibe un peligro externo, su cuerpo produce espontáneamente la adrenalina, que aumenta el ritmo cardiaco y le imparte energías adicionales para poder huir.

Desde luego, estos dispositivos de seguridad no siempre funcionan; a veces se produce la muerte. Di-s puede decidir que éstos funcionen adecuadamente o que, posiblemente cómo castigo, no funcionen. Aquéllos que se abusan del cuerpo que Di-s les ha dado probablemente experimenten antes su mal funcionamiento. Sin embargo, estas características inherentes que salvan la vida indican que la vida es digna de ser conservada. Nadie se molestaría en proteger un objeto si no lo considerara importante. El hecho de que el hombre esté protegido mediante esos «salvavidas» indica que su Creador consideró que merecía tenerse vivo. El hombre -y la vida- deben de ser importantes.

Los mismos complejos instintos de conservación de la vida también están presentes en el mundo animal. Muchos animales tienen formas o colores que los ocultan, de manera que no pueden ser comidos por los predadores. Por ejemplo, el conejo de las nieves es blanco en invierno y marrón en verano. Esto le permite confundirse con la nieve en invierno y con la vegetación en verano, para que otros animales no puedan hallarlo. Muchos insectos y reptiles se asemejan a ramas u hojas y pueden, en consecuencia, evitar ser vistos cuando se trepan a los árboles. De este modo, los animales pueden mantenerse vivos. ¿Se trata de accidentes o de fenómenos planificados?

Consideremos también el modo en que los animales construyen los nidos para su cría que aún no ha nacido, o el modo en que los polluelos salen del cascarón a picotazos. Sin duda, estos organismos no saben exactamente lo que hacen. Carecen de la capacidad intelectual para razonar o pensar. Si se detiene a la araña cuando teje su tela, ésta no tendrá la capacidad de continuar luego donde dejó sino que deberá comenzar desde el principio. De manera análoga, los animales no leen obras de puericultura para aprender a criar a sus hijos; sin embargo, saben exactamente cómo atender a sus necesidades básicas. Ello es por cuanto los animales han sido bendecidos con reacciones instintivas fijas que les permiten mantenerse a si mismos y a su progenie vivos. ¿Cómo sé originaron estas reacciones? ¿Surgieron por pura casualidad? ¿O fueron implantadas en la composición genética de los animales a fin de asegurarles la supervivencia y de cumplir su propósito en la Tierra? Y si fueron implantadas, ¿quién lo hizo?

(El hecho de que algunas especies se hayan extinguido no es un problema. El hombre tiene libre albedrío para actuar como lo desea, tal como se examinará posteriormente, y es culpable de la extinción de algunas de las criaturas de Di-s. Otras especies tal vez hayan desaparecido de la faz de la Tierra porque Di-s puede haber considerado que su misión en la vida tocó a su fin.)

Las plantas también poseen esta tendencia inherente a la supervivencia. El tallo de la planta crece automáticamente hacia el sol, para que pueda producirse la fotosíntesis. En cambio, las raíces crecen hacia abajo, hacia el agua. La luz del sol y el agua son indispensables para que la planta produzca alimento. ¿Cómo surgieron estos tropismos automáticos? ¿Fueron accidentales o creados con un fin determinado?

No sólo la persona parece estar programada para conservar la vida, sino todas las especies. la reproducción es una función básica de la vida. Todas las especies deben reproducirse para perpetuarse, y todas lo hacen, aunque individualmente podría no ganarse nada mediante la reproducción.

Algunos métodos de reproducción son realmente admirables. Para que los árboles frutales puedan reproducirse, sus semillas deben ser transportadas a un sitio adecuado y ser plantadas. Estas semillas se encuentran, pues, dentro de los frutos. Cuando una persona o un animal saca un fruto del árbol, lo come y arroja la semilla al suelo, puede germinar una nueva planta. No es coincidencia, entonces, que la mayoría de los frutos sean tanto coloridos como sabrosos. De este modo, resultan atractivos para quienes los comen y depositan las semillas. Por otra parte, los frutos que aún no están listos para este proceso (o alimentos como la patata, que requieren preparación previa a ser digeridos) son de un color verde o marrón poco atractivo, señal de que aún no están maduros y de que no deben ser ingeridos. Esto significa que sus semillas no serán dispersadas prematuramente y de este modo los hombres y los animales se evitan un dolor de estómago al no comerlos.

Consideremos ahora el hecho de que las pepitas de la sandía son pequeñas y, pueden ser tragadas fácilmente. ¿Es acaso accidental que también sean resbaladizas, lo cual asegura que a menudo caigan al suelo y no sean tragadas? Por otra parte, la semilla de la naranja no es sabrosa, y no es corriente que sea tragada. En cambio, es deliberadamente arrojada, al suelo. ¿Es sorprendente, entonces que no sea resbaladiza?

Tanto los animales como los seres humanos se reproducen sexualmente. La fuerte tendencia natural vinculada con este proceso garantiza que aun aquéllos que no sepan nada de biología tiendan a aparearse. Esto garantiza que estas especies y especialmente el hombre, no desaparezcan de la faz de la tierra en circunstancias normales. Después de todo, Di-s los ha creado para «crecer y multiplicarse», y para cumplir su función en el proceso vital.

Consideremos ahora el hecho de que cuando los seres humanos, los animales, las plantas e incluso los organismos unicelulares se reproducen, crean copias casi idénticas a sí mismas. Una vaca no da a luz a un perro; un árbol sólo producirá otro árbol. Si ello no fuera así, sobrevendría el caos. El mundo debería ser recreado constantemente a fin de dar cabida a cada nueva generación de monstruos.

Sólo ahora comenzamos a comprender los complejos detalles que permiten que esto ocurra. En las formas superiores de vida, los rasgos de los padres se transmiten mediante los cromosomas que, a su vez, están compuestos de complejas sustancias tales como el ADN y el ARN. En el caso del hombre, cada célula tiene normalmente cuarenta y seis cromosomas. Antes del comienzo del proceso de reproducción, el huevo y las células de los espermatozoides -y únicamente estas células- sufren un proceso denominado meiosis. Milagrosamente, los cromosomas se dividen, de manera que cada huevo y cada espermatozoide tenga únicamente veintitrés cromosomas. De este modo, al unirse el huevo y el espermatozoide, la cigota resultante volverá a tener cuarenta y seis cromosomas y podrá desarrollarse Y convertirse en un ser humano con rasgos similares a los de sus padres. Estas células no «saben» que deben actuar de este modo. Sin embargo, lo hacen porque han sido programadas a fin de asegurar la continuidad de la vida generación tras generación sin mayores obstáculos. (Esta constancia básica de cada especie y, en consecuencia, de la historia del mundo, permite que la Torá sea eterna para todas las generaciones.)

El hombre, pese a su inteligencia superior, aún no ha podido crear una sola célula humana viviente. Indudablemente, la célula no ha surgido por pura casualidad. Sin embargo, el milagro del nacimiento se produce innumerables veces por día. ¿Podría acaso haberse iniciado este proceso por pura casualidad?

La reproducción asegura que la vida, en toda su complejidad continúe. Si la vida tiene significado, esto tiene sentido. Si la vida es un accidente, esto no lo tiene.

Continuemos pues. El mundo no está integrado por criaturas separadas que viven aisladas. Para que la Tierra sea una entidad viable, sus habitantes vivientes deben interactuar. De lo contrario no habría razón alguna para que todos vivieran juntos en el mismo sitio al mismo tiempo. Consideremos entonces el modo en que los seres vivientes son interdependientes. Los científicos hablan de una comunidad de organismos ecológicamente equilibrada. Esto significa que prácticamente todos los miembros de la comunidad son necesarios para que todos ellos se beneficien. Esto se aplica, en general, a toda la comunidad mundial.

Por ejemplo, en el mundo hay innumerables plantas. ¿Para qué son necesarias? ¿Qué pueden aportar al resto del mundo? Por un lado, son los únicos organismos que producen sus propios alimentos. En consecuencia, son vínculos fundamentales en la cadena alimentaria universal. Tanto el hombre como los animales dependen de las plantas para su alimentación, así como del oxigeno. Por otro lado, proveen al hombre de materia prima (para papel, goma, etc.), sombra y belleza. Al mismo tiempo, el hombre y los animales devuelven a las plantas el favor mediante la dispersión de las semillas.

De manera análoga, los animales, tanto los grandes como los pequeños, proveen al hombre de alimentos, leche, pieles, mano de obra y compañía. Mediante el estudio del modo en que funcionan los animales el hombre puede aprender más acerca del modo, en que su propio cuerpo lucha contra las enfermedades y se reproduce genéticamente (lo cual podría ser una razón por la cual Di-s determinó que los cuerpos de los animales funcionaran de forma análoga a los de los hombres). Incluso los insectos a veces ayudan al hombre, por cuanto las abejas dispersan el polen y producen la miel, en tanto que otros contribuyen a la eliminación de desechos indeseables. (Los insectos y los animales dañinos pueden servir de instrumento divino para castigar al hombre cuando ello es necesario.) A su vez, el hombre puede ayudar a los animales a sobrevivir cuidándolos y alimentándolos.

En suma, cada especie general parece cumplir su propia función a fin de asegurar que el mundo funcione adecuadamente, y que otras especies puedan seguir sobreviviendo. Es como si la Tierra fuese una fiesta a la que sólo asistieran invitados importantes y necesarios. ¿Llegaron casualmente los invitados por su propia cuenta? ¿O fueron invitados especialmente por Quien organizó la «fiesta», Di-s?

Por último, consideremos el sitio del hombre en el mundo. Al parecer, es el único que puede utilizar cabalmente todas las demás creaciones. Sólo el hombre puede aprovechar realmente los recursos naturales del mundo. De poco les sirve a los animales el carbón, el petróleo, la electricidad, los metales, las ondas sonoras, o la mayoría de los minerales, en tanto que el hombre los ha utilizado para obtener calor, herramientas, materiales de construcción, y métodos de comunicación. Los animales no tienen necesidad alguna de creaciones tales como el algodón, el trigo o la goma. Sin embargo, existen, y el hombre les ha dado aplicaciones. Sin el hombre aquí, todos estos aspectos del mundo no tendrían propósito alguno. De manera pues, que parecería que el mundo fue concebido concretamente en función del hombre. Tal vez por esta razón el hombre fue creado en último término, según la Torá. Di-s le presentó el mundo en una bandeja. Todas las demás creaciones ayudan al hombre a sobrevivir.

¿Por qué, entonces, fue creado el hombre? La Torá dice que fue creado a imagen de Di-s. Es el representante de Di-s sobre la Tierra, y como tal puede cumplir con las pautas de rectitud y buena voluntad de Di-s en este mundo. Di-s tuvo el recaudo de dar al hombre libre albedrío. A diferencia de los animales, que actúan exclusivamente sobre la base del instinto sin otra opción, el hombre tiene libertad para elegir. Es la variable impredecible de este mundo que puede, o bien mantener el equilibrio establecido por Di-s entre todos los seres vivientes, o violarlo mediante sus errores. El hombre puede, si trabaja armónicamente con sus semejantes, crear un paraíso sobre la Tierra. Pero también puede, si se deja llevar por sus tendencias más bajas a la egolatría y el engaño, llevar al mundo al borde de la destrucción.

En la Torá de Di-s se esboza claramente el propósito de los judios sobre la Tierra y se indica lo que todos los hombres deben lograr elegir libremente lo justo por sobre lo injusto y lo bueno por sobre lo malo, de manera que todos los hombres puedan beneficiarse merced a ello. El hombre es la única creación que puede efectuar esta elección: es la única creación que puede apreciar a su Creador. Y únicamente si comprende que es una creación de Di-s y que Di-s le encomendó una misión en la vida, puede el hombre dedicar su vida al propósito para el que fue creado. Por ello es tan importante que el hombre considere estas pruebas de la existencia de Di-s.

En suma, pues: Hay numerosos factores que demuestran la existencia de un Ser Supremo, llamado Di-s, Que creó activamente el mundo y sus habitantes.

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