Continuación anterior – Capacidad Asombrosa
(Selección extraída del libro «En Busca de la Verdad II», por Rabí Eliyahu Dessler, © Editorial Jerusalem de México)
…continuación de El Patrimonio de nuestros Antepasados
Temas Varios – Zejut Avot
Capacidad Asombrosa
Si tan sólo comprendiésemos las profundidades de esta visión nos encontraríamos con una maravilla tras otra ¿De dónde sacaron los judíos su asombrosa capacidad de sobrevivir a todas sus dificultades, sin rendirse nunca, sin nunca perder la esperanza? Una vez mas se trata de la herencia de nuestros santos antepasados que aceptaron con amor todo lo que les era enviado por el Todopoderoso.
Es cosa observada que rara vez encuentra uno a un judío que cometa suicidio, no importa que tan grave sea su sufrimiento mental; mientras retenga algún lazo, aún tenue, con su patrimonio judío, no dará ese terrible paso y preferirá pensar que su sufrimiento es una expiación por sus pecados.
La razón está en que nuestros santos antepasados se sumergieron por completo en la vida espiritual, uniéndose a la fuente de la vida, a Hashem mismo. En consecuencia, sabían que todo lo que proviene de Hashem debe a fin de cuentas ser de naturaleza espiritual [y, por lo tanto, fundamentalmente bueno]. Ningún acto de Dios puede, bajo ninguna circunstancia, contener aspecto alguno de maldad. Es imposible que algo malo puede proceder de D-os, Quien es la bondad suprema. Incluso si nosotros, seres humanos, en nuestra inferioridad y fragilidad pensamos con nuestro raquítico intelecto que podemos ver la maldad, esto es sólo porque podemos apreciar nada más los aspectos externos y materiales de un fenómeno. (Así como nuestros cuerpos son la vestimenta de nuestro yo verdadero, así los aspectos externos de los actos de D-os son tan sólo la vestimenta exterior de los sucesos. Su verdadera esencia radica en su propósito espiritual interior). Cualquiera que ha recibido la preciosa capacidad de captar el contenido interior de las cosas pueda apreciar su realidad espiritual sabe sin duda alguna que todos los actos de D-os son completamente buenos. Su único contenido es el amor y su único propósito el bien de sus criaturas. El Sabio Najum de Gamzu (el maestro del Rabí Akiva) es famoso en el Talmud como un sobresaliente exponente de este punto de vista. Invariablemente su reacción a todo lo que le sucedía -aún al desastre aparente- era: gam zu le-továh: «esto también es para bien». Aun aquello que se nos antoja como lo peor, no es en realidad malo, sino bueno, pues su propósito es bueno. Una persona que sufre de una enfermedad mortal está contenta si puede ser sometida a una operacion que puede salvarla, no importa cuán dolorosa sea. Así debemos entender las acciones de D-os, aunque en este caso el bien es incomparablemente mayor, y más sublime de lo que podamos imaginar.
Todo es para Bien
Esta es la actitud hacia la vida que fue adquirida en forma irrevocable por Avraham Avinu cuando pasó por la prueba de la hambruna y en forma igual cuando pasó por otras pruebas y tribulaciones. Su corazón no se acobardó a pesar de todos los problemas porque estaba firmemente convencido de la bondad de D-os y de lo infinito de Su misericordia y Su gracia. Este patrimonio rico y admirable lo transmitió a nosotros, sus descendientes; es por ello que existe una fuerza interior en el corazón de un judío que no le permite rendirse. A pesar de los numerosos e hirientes ataques y persecuciones que sufrimos y hemos padecido por miles de años, no nos rendimos. Sabemos en nuestro corazón que todo esto es para bien. Hay un fin supremo hacia el que todo asciende y que hará que todo valga la pena. Descubriremos entonces que todo lo que nos ocurrió, todo lo que nos pareció tan terrible y desprovisto de significado, era malo sólo en su forma externa, no en la realidad. Decimos en Shir Hama-alot (Salmo 126), «Cuando D-os nos hizo retornar de la cautividad de Sion, éramos como soñadores». El mal que experimentamos en la larga noche del Galut y que entonces nos pareció tan real y terrible, mostrará haber sido tan sólo un mal sueño. La realidad, como veremos entonces es y siempre ha sido tan sólo bondad y amor. El profeta Mijá dijo:
No triunfes sobre mí, oh enemigo mío;
Si he caído, me levantaré; Si estoy sentado en la obscuridad,
D-os es la luz para mí…
Sobre esto comentan nuestros Sabios: «Del caerse viene el levantarse; de la obscuridad es la luz». Tal es la suprema convicción de todo miembro leal del Klal Yisrael.
Esta fe ardiente se necesita ahora más que nunca, en nuestra época, cuando las dificultades y las persecuciones se ceban ahora en nosotros más que nunca antes en la larga y amarga historia de nuestro galut. Si existe algún miembro de nuestro pueblo que, frente a todo esto, se siente tentado (D-os lo prohiba) a desesperar entonces debe saber que al ceder a tal tentación está negando el lazo viviente que lo une a los antepasados de nuestro pueblo.
El Secreto del Exito
Hasta ahora hemos seguido los pensamientos del Rabí Jayim de Voloshyn en cuyas breves palabras encontramos tal riqueza de sabiduría.
Ahora podemos ir más adelante.
¿Cuál es la característica esencial que le permita a uno resistir con éxito todas las pruebas y tribulaciones como lo hicieron nuestros antepasados? Es la maravillosa capacidad de mantener a nuestro ser inferior bajo el control de nuestros anhelos más altos. Es la capacidad de luchar contra el yetzer ha-rá y de conquistarlo, de enfrentarnos a la verdad en las profundidades del corazón, de rehusarnos a ser arrastrados por la falsedad que pretende ser la verdad. Esta «unión a la verdad en verdad» es el secreto del éxito en la vida espiritual y es esto lo que hemos heredado de nuestros santos antepasados.
Sin esta capacidad sigue siendo posible para alguien practicar las mitzvot y hacer el bien, incluso hacer mucho bien, pero la razón es simplemente que, por una causa u otra (y podemos sugerir algunas) su yetzer ha-rá ha suprimido su oposición al bien particular que se realiza. No ha habido ninguna lucha de fuerzas. Si el yetzer hubiese de expresar su fuerza podemos estar seguros que la resistencia de individuo se colapsaría de inmediato. El no ha aprendido aún a ejercer su voluntad y a enfrentarse a su yetzer cuando duele. El no ha desarrollado aún la capacidad de aceptar la verdad en las profundidades de su corazón y de actuar conforme a ello. Aquí también tenemos un ejemplo de una característica de nuestros antepasados que permanece latente dentro de nosotros.
Está relacionada con esto la capacidad de revolucionar nuestras vidas, de cambiar nuestro modo de ser y de corregir nuestros errores; en breve, la capacidad de «hacer teshuvá». Si examinamos la profundidad de nuestro ser hallaremos que el concepto no es tan ajeno a nosotros. Puede estar escondido no muy por debajo del nivel de nuestra conciencia. Esto también es un indicio de la riqueza oculta que heredamos de nuestros antepasados Avraham, Ytzjak y Ya-akov todas las generaciones de fieles a la Torah que, nos unen a ellos. Desde luego que aún tenemos la prerrogativa del libre albedrío. Podemos aceptar o rechazar este patrimonio, pero si nos decidirnos a aceptarlo ¡qué riquezas hay allí, almacenadas dentro de nosotros esperando tan solo ser liberadas!
Criterio
Somos ahora dueños de un criterio que nos permite juzgar si nuestro precioso patrimonio vive aún dentro de nosotros. [Podemos enfrentarnos a la verdad con toda sinceridad y ver si esas reservas escondidas de fuerza espiritual no vienen a nuestro encuentro inundándonos].
Podemos apiadarnos ahora de esa gente desafortunada. que ha trocado su rico patrimonio espiritual por ganancias materiales ilusorias. Peor aún, muchos de ellos han contaminado sus almas en el proceso y se han convertido en esclavos perpetuos de los rasgos más despreciables de su ser; agitados en todas direcciones por las pruebas y las tribulaciones de la vida, se sienten frustrados y desprovistos de esperanza, sintiéndose metidos en una trampa sin vía aparente de escape.
Cuando observamos las vidas que lleva esta gente, vidas tristes y carentes de significado, nos sentimos mil veces más fuertes en nuestras convicciones y nos sentimos engrandecidos en nuestro gozo y gratitud por ser los privilegiados que pueden probar nuestra santa Torah, dulce como la miel. Estos importantes principios que acabamos de aprender nos mantendrán siempre en buena posición y nos permitirán llevar una vida faena de significado y de gozo, experimentando los ricos placeres espirituales que nos proporciona el estar cerca de Hashem. Podemos incluso confiar que con el tiempo llegaremos a reconocer el bien interior en todo lo que D-os hace con nosotros de modo que podamos retener nuestra serena confianza y nuestra felicidad interior en toda situación. Podemos incluso aprender a enfocar nuestro ser en esa conciencia interior y así identificarnos con el «punto de la verdad», para tener eventualmente éxito en controlar lo que hay de maléfico en nuestra naturaleza.
La Justa Base de la Misericordia
Podemos ahora volver nuestra atención al atributo divino de la misericordia. Recordemos el problema que tuvimos con el concepto de que D-os tratase en forma favorable a los hijos de sus favoritos que amaba. Podemos ver ahora que los problemas surgieron en virtud de nuestra comprensión demasiado superficial de los conceptos en juego. Podemos aclarar el punto mediante una parábola.
Dos jóvenes se enfrentan a la corte, acusados de idénticos crímenes; el juez investiga y encuentra que ambos son culpables y que ambos deben ser enviados a prisión; pero antes de sentenciarlos el juez pide ver los reportes sobre los antecedentes de estos dos jóvenes criminales. Para empezar ¿cómo es que se vieron envueltos en la vida criminal? Después de todo, el juez no anda en busca de venganza estará feliz si puede remediar la situación sin enviarlos a prisión. El reporte sobre el primer joven muestra que proviene de una familia honesta y respetable, que cometió un crimen a través de la influencia de un mal amigo; si pudiese ser devuelto a sus padres hay una buena probabilidad de que nunca más delinca. Siendo tal el caso, piensa el juez, creo que lo mejor será probar este método en vez de enviarlo a prision.
Cuando examina el reporte del otro joven se encuentra que no hay quien pueda ejercer influencia benéfica sobre él; tan solo un castigo severo podrá mantenerlo alejado del sendero del crimen. El juez analiza el asunto en forma cuidadosa y muy a su pesar concluye que no tiene más alternativa que enviarle a prisión
Esta analogía puede ayudarnos mucho a comprender el significado de los atributos de justicia y misericordia y de la forma en que son compatibles con la verdad. Después de todo sabemos que Hashem «no desea la muerte del que va a morir sino que se enmiende y viva pero El también «examina el corazón v busca en sus anhelos más profundos», y está en la posición de saber quién es posible que haga teshuvá y quién está tan lejos de la teshuvá que tan solo puede ser enderezado con un castigo severo y amargo. Cuando ha sido adoptado este último método, decimos que «D-os ha hecho uso de Su atributo de la justicia», porque vemos que D-os ha alzado Su mano para castigarle. En realidad la misericordia exige también este tipo de acción, pues ¿qué, ventaja has, en no castigarle? Tan solo iría de mal en peor.
La Misericordia como Fundamento de la Justicia
Al otro método lo describimos como «D-os ejerciendo Su atributo de la misericordia» que también tiene la aprobación de la justicia. Después de todo el único objetivo del juicio de D-os es hacernos mejores y poner remedio a nuestros defectos. Si existe la posibilidad de que hagamos teshuvá y que nos corrijamos a través de nuestros propios esfuerzos ¿qué objeto tiene el imponer un castigo?
Sin embargo, si no hay esperanza que una persona corrija su forma de ser sin castigo de por medio, el atributo de la misericordia nunca «borrará» por completo el pecado. No se trata de una opcion válida ni se trata de verdadera misericordia. Este es el significado de lo que dice la Guemará: «Cualquiera que diga que el Santo, bendito sea El, deja pasar los pecados (es decir, que los pasa por alto y los perdona aun cuando no exista una posibilidad razonable de teshuvá) hallará que ha desperdiciado su propia vida
Podemos ilustrar esto con un notable caso de la Torah en donde vemos a Hashem adoptando un curso de acción que parece ser de extrema severidad, pero que es, por su propósito inferior, un acto de misericordia. Este es el caso del «hijo obstinado y rebelde». La Mishná expresa claramente que el único crimen de este joven ha sido robar dinero de su padre para saciar su apetito de comida y vino en la compañía de malas amistades. Si sus padres lo presentan ante el Beth Din y señalan que. no responde a la disciplina y es incorregible v se cumplen otras condiciones, la sentencia de la Torah es la muerte por lapidación. ¿Qué es lo que ha hecho para merecer tal suerte? se preguntan los Rabís. Nada, responden; no es lo que ha hecho sino lo que puede hacer lo que hace necesario que 1a Torah, en estas circunstancias particulares, decrete su muerte. Aunque el hombre es joven aún, la Torah prevé, el fin eventual desde un principio. Una vez que su conducta se haya vuelto desenfrenada le será cada vez más difícil encontrar el dinero para satisfacer sus apetitos y se verá inevitablemente conducido a una vida de crimen. Es un acto de misericordia de la Torah el dejarlo partir de este mundo en un estado de relativa pureza, mejor que después cuando su alma esté llena de culpa y crimen.
He aquí un ejemplo de un acto de «severidad» que tiene también la aprobación de la misericordia. [Las circunstancias precisas de tal caso son tan especiales que en la practica es virtualmente imposible que tal sentencia se lleve a cabo, y de hecho nunca ha existido un caso como ese en toda nuestra historia. Sin embargo la ley existe para que nosotros «la analicemos y ganemos recompensa de ella». Una de las «recompensas» es sin duda el hecho que ilumina el principio que acabamos de discutir].
La Realidad del Zejut Avot
Ahora que hemos avanzado tanto podremos comprender el punto con la mayor claridad. Estaremos capacitados para ver cómo los juicios de Hashem son justos de principio a fin.
Ya vimos el rico patrimonio que recibimos de nuestros antepasados. Este consiste en la inclinación espiritual que nos ayuda a concentrarnos en la verdad, a enfrentarnos al yetzer ha-rá y a hacer teshuvá. Expondremos ahora algo más y veremos cosas notables.
Todo lo que hemos descrito antes es en verdad zejut avot, traducido generalmente como «el mérito de los padres». Allí están encerradas las fuerzas que nos conducen al mérito. Zejut proviene de una raíz que significa pureza. Nuestra herencia verdadera es un conjunto de tendencias puras que nos ayudan a alcanzar la verdad y la justicia en nuestras vidas. Estas son las zejuyot que nos enlazan con nuestros antepasados mientras permanezcamos adheridos a las características que ellos nos transmitieron. Mientras estas buenas middot y tendencias refinadas estén actuando dentro de nosotros, Hashem ve en la profundidad de Su sabiduría que la línea vital que nos une a nuestros santos antepasados permanece intacta, que existe aún esperanza de que escojamos el camino de la teshuvá y corrijamos nuestros errores. En este caso la justicia exige que el Juez de toda la tierra muestre misericordia. El zejut o sea el zak-ut (pureza), de nuestros padres está aún en nosotros y existe aún esperanza para nosotros. Este es el «mérito de los padres» en el que confiamos para despertar la misericordia de D-os Todopoderoso. [La profunda visión que se muestra aquí es que el mérito de los padres no debe ser considerado como un simple «crédito» básicamente diferente de la realidad que representa. El «mérito» es el grado en que los méritos espirituales de los padres existen y actúan aún dentro de nuestros propios corazones].
Si (D-os lo prohiba) ese mérito espiritual llegase a dejar de estar activo dentro de nosotros, quedará bloqueada esta senda para despertar la misericordia divina. Esto es lo que querían dar a entender nuestros Sabios cuando se refirieron a situaciones o generaciones en las que había llegado a su fin «el mérito de los padres». (¡Que nunca sea esto aplicable a nosotros!).
Lo que procede de esta discusión es que es nuestra obligación y deber el adherirnos a las middot de los santos padres: las middot del amor, la fe, la reverencia y el amor a D-os; de concentración en nuestro camino a la verdad; nuestro rechazo a vernos desviados por los ardiles seductores del yetzer hará; del anhelo de identificación con lo espiritual. Entonces cada uno de nosotros, a su propio modo, llevará a su alma el zejut de los padres y Hashem en Su bondad nos mostrará Su gran misericordia. Que Su gracia se extienda pronto a todo Su pueblo y nos conceda el mérito de contemplar su salvación final.
Rabí Eliyahu Dessler